México es un país con una riqueza extraordinaria en biodiversidad, hogar de una amplia variedad de flora y fauna única en el mundo. Según la Secretaría del Medio Ambiente, hasta la fecha se han registrado 24,547 plantas vasculares, 594 mamíferos, 1,136 aves, 1,000 reptiles y 411 anfibios.
Dentro de sus vastos ecosistemas, se encuentran especies poco conocidas que desempeñan roles cruciales en el equilibrio de la naturaleza. Estos animales, sorprendentes tanto por su rareza como por su adaptación a distintos hábitats, revelan la increíble riqueza natural del territorio mexicano.
Desde pequeños reptiles hasta simpáticos mamíferos, los habitantes de los bosques, desiertos y selvas de México muestran una diversidad biológica que a menudo pasa desapercibida. Conocer estas especies no solo amplía nuestro conocimiento sobre la fauna nacional, sino que también subraya la importancia de preservar los hábitats naturales donde estos seres viven.
Yaguarundí
El yaguarundí, también conocido como puma yagouaroundi, es un felino carnívoro nativo del continente americano. Su presencia se registra en el sureste de México, aunque también se han encontrado ejemplares en lugares tan distantes como Argentina, de acuerdo con National Geographic.
Este felino es un pariente cercano del puma y fue descrito por primera vez por el naturalista Etienne Geoffroy Saint-Hilaire. El nombre científico de este mamífero proviene de una lengua guaraní del Cono Sur de América y significa “gato de cuatro patas” en su etimología.
Oso hormiguero sedoso
Al sentirse amenazado, este oso hormiguero enreda su cola alrededor de una rama, lleva sus garras a la cara como si fuera un boxeador y ataca. Pesa en promedio menos de una libra (0.45 kg) y su mejor estrategia de supervivencia es pasar desapercibido, según la organización World Wildlife Fund (WWF).
“Las grandes y curvadas garras de cada pata delantera le permiten al animal trepar árboles y abrir nidos de hormigas”, menciona el sitio de la organización.
Además la cola del oso hormiguero es más larga que su cuerpo; también es prensil, lo que significa que puede aferrarse a las cosas. A falta de dientes, utiliza su lengua pegajosa, parecida a un espagueti, para sorber hormigas.
Gracias a su pelaje suave, el oso hormiguero, al enroscarse en forma de bola, se asemeja a las vainas de las semillas del árbol del algodón de seda, lo que le ayuda a evitar ser detectado por depredadores como el águila arpía.
Achoque
Aunque tiene una gran semejanza con el ajolote, no vive en las lagunas de Xochimilco, sino en el lago de Pátzcuaro. Pertenece a una de las 659 especies de salamandras registradas y, al igual que su primo de la Ciudad de México, se estima que existe desde hace aproximadamente 370 millones de años, de acuerdo con National Geographic.
Según un estudio realizado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), el achoque posee la capacidad única de regenerar cualquier parte de su cuerpo. Ningún otro vertebrado puede hacerlo con la misma facilidad con la que esta especie recupera sus músculos, miembros e incluso órganos.
“Dragoncito” azul mexicano
Originario de la Sierra Madre Oriental, este reptil es una especie endémica de México. El dragoncito azul es un lagarto que vive en los bosques húmedos y se distingue por el color esmeralda de sus escamas.
Este reptil ha estado en la lista roja de especies amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) desde el año 2007.
La especie enfrenta amenazas debido a la deforestación y degradación de su hábitat, principalmente a causa de la conversión de tierras para uso agrícola. Además, el comercio de mascotas representa una amenaza potencial.
Cacomixtle
Este pequeño animal ha estado presente desde tiempos prehispánicos, y su nombre en náhuatl, tlahcomixtli, significa “mitad gato” debido a su agilidad casi felina.
Horacio Bárcenas, experto en mamíferos de la Facultad de Ciencias de la UNAM, reportó un aumento en la población de esta especie en el sur de la Ciudad de México, donde los vecinos a menudo los confunden con gatos o mapaches.
Aunque no hay una razón específica que explique el incremento de avistamientos de los cacomixtles, el especialista sugiere que podría deberse a su capacidad de adaptarse a nuevas oportunidades de vivienda y alimento disponible.
Los cacomixtles pueden girar sus patas 180 grados, lo que los convierte en excelentes trepadores. Son de hábitos nocturnos y su dieta incluye chapulines, escarabajos, ratones, aves y plantas, de acuerdo con información de la Universidad Autónoma de Tlaxcala.
Su estómago no puede destruir las semillas, además de acortar el periodo de germinación, al excretarlas lo hace en pequeños montones que, con la lluvia, germinan y contribuyen a la regeneración de la vegetación de la zona. Además, ayudan a controlar plagas de insectos y roedores.