Luego de que Lily Allen, cantante y presentadora británica, confesara en su podcast “Miss Me?” que adoptó a una cachorra de nombre Mary y la devolvió cuando devoró los pasaportes de sus hijos, la compositora recibió críticas y ataques en redes sociales.
Durante el capítulo admitió que sus hijos no pudieron ver a su padre, Sam Cooper, durante 4 o 5 meses, porque el perro se comió “nuestros tres pasaportes” con las visas dentro. “No puedo decirte cuánto dinero me costó reemplazar todo porque estaba en COVID”, explicó Allen antes de calificar la situación como “una absoluta pesadilla logística”.
Ante el revuelo que causaron estas declaraciones, incluidos múltiples mensajes en redes sociales y una carta de miembros de People for the Ethical Treatment of Animals (PETA), la compositora escribió en sus redes sociales un mensaje en el que explicó cada detalle de lo sucedido con Mary.
¿Qué sucedió con el perro?
Allen aseguró a través de X (anteriormente Twitter) que se esforzó “mucho y durante mucho tiempo” para hacer que la relación con la mascota funcionara, sin embargo, “los pasaportes fueron la gota que derramó el vaso” y que es exactamente esa declaración que hizo en su podcast la que muchos medios internacionales omitieron.
“La gente reaccionó furiosamente a una combinación deliberadamente distorsionada de citas diseñadas para hacer enojar a la gente”, escribió Allen en su comunicado.
Como resultado del “boom mediático”, la actriz recibió “mensajes realmente aborrecibles, incluidas amenazas de muerte”. Allen especificó que rescataron a Mary de un refugio en Nueva York y que la amaban mucho, pero desarrolló “una ansiedad por separación bastante severa”, lo que hacía que se comportara “de muchas maneras”.
“No podía quedarse sola más de 10 minutos, hacía tres paseos largos al día, dos con nosotros y uno con un paseador local y varios perros más”, detalló la cantante.
Aseguró que trabajaron en conjunto con el refugio que la dio en adopción, cuyos miembros la derivaron a “un especialista en comportamiento y un entrenador profesional”, quien básicamente era “un voluntario que venía a cuidarla cuando no estábamos”.
“Después de muchos meses y deliberación, todos estuvieron de acuerdo en que nuestro hogar no era el más adecuado para Mary. Conocíamos a la persona con la que la reubicaron y esa operación se produjo dentro de las 24 horas posteriores a su regreso”, afirmó Allen.
Señaló que, a lo largo de su vida, tuvo perros rescatados “de manera bastante constante” desde que tenía 4 años, por lo que admitió “ser bastante buena” para determinar las necesidades de los animales y que durante ese tiempo “nunca” la han acusado de maltratar a un ser sintiente, por lo que encontró “toda esta semana muy angustiante”.
El “cachorro de juguete mecánico” de PETA
“También gracias a PETA por echar leña al fuego. Muy responsable de tu parte”, escribió en un comentario de seguimiento a su declaración inicial.
El texto de Allen se publica dos días después de que Elisa Allen, vicepresidenta de programas de PETA, emitiera una carta a nombre de la organización en la que dice que quedaron “horrorizados” al enterarse de que devolvió a Mary al refugio.
“Cualquiera que conozca y ame a los perros entiende que es probable que un perro mastique algo en la casa en algún momento. A menudo exploran el mundo poniendo cosas en sus bocas, es natural ¿No podrías haber guardado tus documentos importantes en un cajón?”, se lee en la carta.
La vicepresidenta de PETA afirmó que estas mascotas no deben ser tratadas “como accesorios que se descartan cuando se vuelven inconvenientes” y que son “compañeros leales que merecen el mismo amor y compromiso inquebrantable que nos ofrecen”.
“Es por esta razón que te rogamos, por favor, no consigas otro perro. En su lugar, te enviamos un cachorro de juguete mecánico, que no requiere ninguno de los cuidados, paciencia o compromiso que uno real necesita. Realmente es el único animal que deberías llevar a tu hogar”, escribieron en el texto.