Algunos de los animales más peculiares viven en Australia. Debido a sus condiciones climáticas y geográficas en este territorio proliferaran especies poco comunes como insectos más grandes de lo habitual.
Los equidnas son unos de estos animales particulares del territorio australiano. Al igual que los ornitorrincos, tienen rasgos que parecen mezclar distintas especies. Sin embargo, los equidnas van más allá y su descripción más bien parece salido de la imaginación más creativa, de hecho, su nombre proviene de la mitología griega, en referencia al monstruo Ekhidna, que era mitad reptil y mitad mamífero.
Actualmente, existen dos especies generales de equidnas, conocidos científicamente como monotremas, los cuales son el equidna de hocico corto y equidnas de hocico largo. De esta última especie, se dividen otras subcategorías, el Zaglossus attenboroughi, el zagloso occidental (Zaglossus bruijni) y el zagloso de Barton (Zaglossus bartoni).
Un mamífero peculiar
Los equidnas son de hecho una categoría única entre los mamíferos debido a su capacidad de poner huevos. Estas criaturas, al igual que los ornitorrincos, son las únicas especies de monotremas existentes en el mundo. De acuerdo con National Geographic, hasta 2013 se creía que solo sobrevivía en Nueva Guinea y sus islas aledañas, pero encontraron ejemplares en Australia, lo que dio una esperanza para incrementar la población de esta especie, que en ese entonces solo tenía 10 mil ejemplares con vida.
Estos animales tienen un pico característico, que más que un pico rígido, los científicos lo han explicado como un hocico tubular y liso que termina en una boca diminuta y sin dientes. Aunque algunas comunidades de investigación se han referido a ellos como “osos hormigueros espinosos”, en realidad no cuentan con espinas, sino con pelos rígidos modificados para su supervivencia en el ecosistema.
Las crías de equidna se denominan puggles, y un grupo de equidnas recibe el nombre de “desfile”, según describe el zoólogo Kristofer Helgen, del Instituto Smithsoniana. Durante la temporada de apareamiento, los machos maduros forman una “caravana” siguiendo a una hembra; esta caravana puede incluir hasta 10 o más machos, para terminar en una competencia donde la decena de ejemplares masculinos se empujan para ganar el derecho de aparearse.
La reproducción de los equidnas
Un estudio realizado por científicos australianos en 2021 reveló que los órganos reproductivos de los equidnas son un punto de investigación por sí mismo. Y es que este animal tiene un pene de cuatro cabezas; aunque solo dos se utilizan en cada erección, todas sus partes son aptas para la eyaculación, lo cual les ayuda a esparcir líquido seminal múltiples veces sin pausas.
Aproximadamente 20 días después del apareamiento, la hembra deposita un huevo en su bolsa abdominal, y después de 10 días, nace la cría. Según un artículo publicado en el portal de Blogía, este ciclo de reproducción es único entre los mamíferos, pues se considera como una mezcla de características no solo de este tipo de animales, sino también de los reptiles.
Cuando nace la cría de los equidnas se les conoce como puggle. Al nacer, esta criatura se ve como un pequeño animal sin pelo, además de estar ciego y medir menos de 2.5 centímetros de largo. Después de ser incubado en el marsupio de la madre durante aproximadamente dos semanas, el puggle permanece en la bolsa materna por dos meses, para así poder alimentarse de la leche a través de poros en la piel, ya que los equidnas no tienen pezones.
A medida que el puggle va creciendo, se desarrollan sus espinas y cuando estas son demasiado incómodas para la madre, se les traslada a una madriguera protectora. Usualmente, los equidnas llegan a medir desde 35 hasta 76 centímetros de largo, con un peso que varía entre 2.2 y 10 kilos.
Electrorreceptores para localizar a sus presas
Los equidnas son posiblemente los únicos animales terrestres que utilizan electrorreceptores para localizar a sus presas, según una investigación citada por Daily Motion.
Los electrorreceptores son estructuras sensoriales que permiten a los equidnas percibir campos eléctricos generados por otros organismos. Estos receptores, que se encuentran en su hocico, captan las señales eléctricas emitidas por los músculos y nervios de insectos como hormigas y termitas, los principales alimentos de su dieta.
Gracias a esta habilidad, estos animales pueden localizar presas de manera precisa en lugares con visibilidad limitada, como espacios subterráneos o en nidos. Investigadores han mostrado además que, de no contar con estas cualidades electrorreceptivas, es probable que la capacidad de alimentación de los equidnas se reduzca significativamente.
La mayoría de los animales que emplean electrorrecepción son acuáticos, como tiburones y rayas. Sin embargo, es gracias a la diversidad evolutiva de los mamíferos que los equidnas ahora pueden nutrirse con ayuda de esta herramienta.