La demencia canina, también conocida como disfunción cognitiva canina, es una afección que, de acuerdo con especialistas del American Kennel Club (AKC), afecta el comportamiento de los perros, así como su capacidad para aprender, recordar y percibir su entorno.
Sagi Denenberg, especialista en comportamiento de la Clínica de Especialidades en Comportamiento Veterinario de North Toronto de Canadá, explicó para un artículo del club canino que el término “síndrome de disfunción cognitiva (SDCS)” es más preciso, pues no se sabe si otros animales de la familia canina (lobos o coyotes) sufren la misma afección.
Un estudio citado por Denenberg concluyó que el 28% de los perros de entre 11 y 12 años presentan por lo menos un signo de demencia canina. Dicho porcentaje aumenta hasta un 68% en aquellas mascotas mayores a 15 años.
¿Qué causa la demencia canina?
Denenberg aseguró que la causa más común del SDCS es “similar a la enfermedad de Alzheimer humana”. “Se debe al daño oxidativo en las células cerebrales en parte a la mala circulación sanguínea, a la menor disponibilidad de oxígeno y en parte al deterioro del metabolismo del oxígeno en las células cerebrales”, añadió.
Todos estos cambios propician la “aparición de proteínas tóxicas” y que se produzca “una mayor tasa de muerte de neuronas”, especialmente aquellas del área donde “se almacena la memoria” como el hipocampo.
Desorientación, interacciones diferentes con personas o animales conocidos, un ciclo de “sueño-vigilia” alterado, cambios en el nivel de actividad de la mascota en su hogar y el comenzar a hacer sus necesidades dentro de la casa o en lugares donde normalmente no las hacía son algunos de los síntomas que podrían ser indicativos de que padece cierto grado de SDCS.
¿Qué puedo hacer para mejorar la vida de mi perro?
Tracey Taylor, candidata a doctorado de la Universidad de Adelaida (Australia), contó en entrevista para la Australian Broadcasting Corporation (ABC) que la SDCS es conocida, pero se sabe poco sobre cómo controlarla, además de la receta de medicamentos.
“Estamos analizando opciones de formación y viendo si eso podría tener algún impacto [...] Hemos creado dos tipos diferentes de tratamiento: uno se centra en el trabajo con los olfatos y el otro en el equilibrio, la resolución de problemas y el movimiento físico”, dijo Taylor.
La investigadora y su equipo se enfocan en hacer que las mascotas “piensen en sus piernas”, al mismo tiempo que desarrollan “un poco de músculo” y son conscientes al rastrear un olor particular. “Eso desafía al cerebro y mantiene esas neuronas realmente saludables”, añadió.
Gill Atkinson, entrenadora y enfermera veterinaria de Riverland Veterinary Practice, declaró que ve muchos perros viejos afectados principalmente por problemas físicos como la artritis, pero en ocasiones notan “algunos detonantes que nos hacen saber que el cerebro está un poco cansado”.
Expertos del AKC explican que la enfermedad empeora progresivamente y que actualmente no existe cura, sin embargo, hay formas de “controlar y retrasar” el SDCS con la ayuda de fármacos como la selegilina o la propentofilina que retrasan el daño oxidativo en el cerebro y mejoran la circulación sanguínea en este órgano.
Denenberg añadió que para que los perros que padecen SDCS lleven una vida feliz, sus dueños pueden proporcionarles enriquecimiento mental y ambiental.
“El cerebro es como un músculo: úsalo o piérdelo. Por eso, el entrenamiento, los juguetes de rompecabezas y el ejercicio son esenciales [...] La clave a recordar es que el objetivo en el entrenamiento no es tener éxito. Ejercitar el cerebro lo es”, aseguró Denenberg.