Un hombre, su perra y su pato unidos por el sueño de mantener las playas de Chile libres de basura

El Clan Pata de Pato inspiró a una ilustradora a crear un libro para niños con el que Iván Jiménez, fundador de la iniciativa, busca llegar a la mayor cantidad de lugares posibles

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Esta familia atípica está unida por el cariño y buscan que su historia de apoyo al medio ambiente trascienda. (Cortesía/Iván Jiménez/Clan Pata de Pato)

Iván Jiménez Ortuzar, una perra de nombre “la Diabla” y el pato Elvis conforman una familia atípica que recibe el nombre de Clan Pata de Pato, ¿su propósito? limpiar de basura las playas, lagunas y humedales, al mismo tiempo que generan conciencia sobre el medio ambiente en la comunidad de Pichilemu, Chile.

El integrante humano de este inusual trío y creador de la iniciativa contó en diálogo con Infobae cómo nació su anhelo. Hace 10 años, Jiménez inauguró Pata de Pato, un emprendimiento con el que vende artesanías, principalmente pulseras hechas de cuero reciclado. El nombre se le ocurrió gracias a un apodo de la infancia, pues cuando era niño, sus allegados se referían a él como “Iván Patito”.

A Diabla la adoptó el 28 de septiembre de 2015 y desde entonces se volvieron amigos inseparables. Conforme la empresa tomó forma y su marca quedó establecida, Jiménez llegó a la conclusión de que le hacía falta un pato, por lo que recurrió a Facebook para adoptar uno y ampliar así su familia.

Un pato, una perra y un sueño ambientalista

Iván junto a Diabla y
Iván junto a Diabla y Elvis tienen una misión: limpiar las playas, lagunas y humedales de su comunidad, así como concientizar a la población sobre el medio ambiente.

“Muchos conocidos me dijeron que abril no era época de patos, que era en primavera”, explicó Jiménez sobre el primer obstáculo con el que se topó en búsqueda de su compañero alado hace 8 años.

Meses más tarde, en noviembre, recibió la llamada de una “gran amiga” suya, quien trabajaba en el Parque Safari de Rancagua. “Me dijo: ‘Iván, hay dos patos huérfanos, ¿los quieres?’ No lo pensé dos veces y los fui a buscar”, recordó el líder del clan.

Una vez bajo su protección, los patos recibieron el nombre de Compay y Celia, en honor a dos de sus músicos favoritos: Compay Segundo y Celia Cruz. Fruto de esta pareja salieron dos huevos, sin embargo, no todo sería tan sencillo para Jiménez.

“Despierto un día y me doy cuenta de que habían dos patitos dentro, miré hacia un lado y había uno muerto. En el otro extremo había uno medio abierto y se le veía la cara al recién nacido”, recordó Jiménez.

Ante esta situación, decidió contactar con quien le había dado a los patos. Ella le contó a Jiménez que en la naturaleza, los patos hembra “eligen a la cría” que va a sobrevivir.

Elvis llegó a la vida
Elvis llegó a la vida de Jiménez y desde entonces se volvieron compañeros inseparables.

“Para mí fue súper duro, acudí a la ferretería a comprar mallas para proteger el canil de los perros y de camino me encontré a la tía de una amiga mía”, contó el hombre.

La conocida le preguntó inmediatamente a Iván si se encontraba bien, pues su semblante era muy triste. Él le contó su situación y la mujer contestó que la llevara hasta donde estaba el pato moribundo.

“Yo trabajo en un lugar que se llama Punta de Lobos, acá en Pichilemu, es súper famoso ese lugar porque se hace el campeonato de olas gigantes y energéticamente hay dos piedras ‘bien grandes’ con cuarzo en el piso”, explicó Jiménez, quien dejó al pato en manos de su conocida.

El fundador de Pata de Pato se subió a su camioneta y condujo hacia su trabajo y de camino sintió “una culpabilidad gigante”. Se repitió en múltiples ocasiones que “si te logras salvar vas a ser mi ‘partner’ y me vas a seguir a todos lados, serás mi mejor amigo, mi compañero de viaje”.

Al llegar a su hogar, acudió en búsqueda de Elvis, quien estaba “medio moribundo, pero despierto”. La odisea por salvarlo de la muerte duró una semana más, durante la cual Jiménez le proporcionaba calor con un secador de pelo cada tres horas.

Iván junto a "la Diabla" y Elvis se encarga de limpiar y generar conciencia en su comunidad de Pichilemu. (Cortesía/Iván Jiménez/Clan Pata de Pato)

“Hicimos un vínculo muy fuerte. Así es como llega Elvis a mi vida”, dijo el hombre.

Tan pronto como se recuperó, Elvis acompañó a Iván a todas partes, incluido Punta de Lobos, su lugar de trabajo. Ahí, junto a Diabla, se encargaba de limpiarlo todos los días. Pronto comenzó a llamar la atención de la gente, quien le cuestionó la razón detrás de su actuar.

“Me decían: ‘oye, ¿te pagan por limpiar acá? Yo les decía que no, que cuidamos el entorno porque es nuestro trabajo y en verdad es muy bonito y hay que mantenerlo así”, recordó Iván.

Un proyecto por y para la comunidad

El plan de Jiménez no
El plan de Jiménez no se detiene en la limpieza, también visita escuelas locales con el objetivo de generar conciencia en las infancias.

El momento que cambió su vida para siempre llegó de manos de Natalia, una niña de 8 años que se le acercó intrigada por la presencia de Elvis y Diabla; le preguntó a Jiménez qué estaba haciendo, a lo que él respondió: “Estoy limpiando porque muchas aves como mi pato están muriendo a causa del ser humano, por la inconsciencia, por tirar las colillas y plástico en el mar. Eso no está bien y hay que cambiarlo”.

La niña pareció no darle importancia a su respuesta, pero el gesto que tuvo a continuación conmovió a Jiménez.

“Se devolvió donde estaba su familia, tomó a su hermano de 6 años y se convirtieron en las primeras personas que me ayudaron a limpiar. Fue un mensaje súper importante para mí”, admitió el líder del clan.

Ver la actitud que tomaron los niños ante la situación inspiró al hombre a visitar colegios en compañía de sus mascotas, a quienes considera su familia. “Las y los niños especialmente se motivaban a limpiar. Ahí nació el Clan Pata de Pato”, recalcó.

El proyecto de limpieza lo realiza únicamente con ayuda de su clan, los vecinos y niños interesados en apoyar, según contó en entrevista con Infobae.

El clan atrae la atención
El clan atrae la atención de los locales, quienes se suman a las labores de limpieza.

“Esto lo logramos a pulso, fue solamente con las ganas, los vecinos y yo. Lo que fue fundamental para esto era ir a las escuelas, particularmente a la de Cahuil”, añadió Iván.

Recordó cómo las infancias se entusiasmaban y contaban los días para “ir a limpiar con el pato” y contagiaban esa alegría a sus vecinos y abuelos.

A esta actividad se unieron los boteros de Cahuil, una agrupación que da paseos por la laguna y ayudó a sacar basura del otro extremo del cuerpo de agua.

Jiménez recuerda una limpieza con particular emoción. Una ocasión, en el Lago Villarica y en compañía de una escuela de buceo, se dispusieron a retirar basura del fondo del cuerpo de agua.

Normalmente se sube a un vehículo tipo kayak y, en compañía de Elvis y Diabla, se encarga de limpiar. Aquella vez, los animales llamaron la atención de los locales, quienes pronto se unieron a la labor y con ayuda de redes comenzaron a sacar botellas, latas y todo tipo de basura de las profundidades del lago.

Jiménez busca dejar un legado
Jiménez busca dejar un legado y honrar a sus animales al conseguir que su historia llegue a la mayor cantidad de lugares posible.

“Empezaron a ver los niños, porque obviamente andaba con un pato. El efecto dominó que causó esto terminó en ver cómo toda la gente se paró en la playa y empezó a limpiar por iniciativa propia. Fue una experiencia mágica, fue increíble lo que se logró contagiar”, aseguró Jiménez.

La historia de Clan de Pato, su apoyo a la comunidad y el poder que tiene para unir a los locales al mismo tiempo que logran un cambio en pro del medio ambiente, inspiró a la ilustradora Antonella Reveco a crear un libro para niños, que sirve como combustible para alimentar el sueño de Jiménez.

“Mi sueño es poder llegar con este libro a la mayor cantidad de colegios que podamos para mostrar que es una historia real y no una hecha por la inteligencia artificial. Igualmente quiero honrar a mis animales”, admitió Jiménez.

Durante la entrevista confesó que no todo ha sido fácil, pues Diabla tuvo un ACV hace un año, lo que hace que “esté con la medicación más alta de fenobarbital”.

“Hay tres fases en este tratamiento en la que estamos ahora, que sería pasar a la segunda, donde se le agrega otra droga a la Diabla, la última sería pensar en su descanso. Esta noticia la recibí hace tres semanas estando acá en Santiago”, contó Jiménez.

Su historia inspiró la creación
Su historia inspiró la creación de un libro para niños ilustrado por Antonella Raveco.

Su meta ahora consiste en dar a conocer la historia de Clan Pata de Pato en la mayor cantidad de lugares posibles como una forma de honrar a sus mascotas, especialmente a su perra “durante el tiempo que me pueda acompañar”, ya que “es una historia súper mágica que viene muy de cerca”.

“Ha sido el amor más puro que he sentido en la vida. No he tenido uno igual [...] No es una familia típica, son un perro y un pato, pero que de lejos han sido mis mejores maestros de la vida”, admitió Iván.

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