Un grupo de científicos de diferentes universidades en conjunto con el U.S. Fish and Wildlife Service (USFWS) de Estados Unidos ha demostrado el impacto que tiene el narcotráfico, específicamente el tráfico de cocaína, en el medio ambiente y cómo afecta hábitats importantes para decenas de especies de aves migratorias. Sus hallazgos fueron publicados el 12 de junio en la revista Nature Sustainability.
Amanda Rodewald, autora principal del estudio y directora senior del Center for Avian Population Studies en el Cornell Lab of Ornithology, dijo en un comunicado de prensa que las actividades del tráfico y las medidas para contrarrestarlo “pueden deforestar paisajes y amenazar especies”.
Los hallazgos arrojan luz sobre cómo una problemática social global puede afectar en gran medida al medio ambiente y la biodiversidad.
Las víctimas aladas del narcotráfico
Para llegar a sus conclusiones, el equipo científico combinó medidas de múltiples características del paisaje así como las concentraciones de aves migratorias en distintas partes de Centroamérica.
Más de la mitad de la población mundial de una de cada cinco especies migratorias habita en zonas que se convirtieron en atractivas para el tráfico, según lo descrito por especialistas en el comunicado
Uno de los ejemplos expuestos por los investigadores es el de las reinitas caridoradas (Setophaga chrysoparia) y los chipes alidorados (Vermivora chrysoptera), cuyo 90 y 70 por ciento, respectivamente, de su población mundial, pasa el invierno dentro de dichas zonas afectadas por el narcotráfico.
En su estudio, los científicos expusieron que el narcotráfico es “un ejemplo de un problema social que acelera la pérdida de bosques” mediante la construcción ilegal de carreteras y pistas de aterrizaje utilizadas para llevar a cabo actividades ilícitas.
Utilizaron técnicas avanzadas de monitoreo vía satélite para determinar patrones de deforestación atribuibles al narcotráfico.
Gracias a este estudio, que se centró en el transporte y no en el cultivo de drogas, se detectó que entre el 15% y 30% de la deforestación anual en Nicaragua, Honduras y Guatemala podría deberse únicamente al tráfico de cocaína.
El equipo expresó su preocupación por que en los Cinco Grandes Bosques de Centroamérica, existe un aumento en los niveles de tráfico de cocaína.
“La política de drogas de EEUU en Centroamérica se centra en el lado de la oferta de la educación, y la presión policial (medida como el volumen de cocaína incautada) juega un papel importante en el movimiento de las rutas y los lugares de narcodeforestación”, declaró Nicholas Magliocca, coautor y profesor asociado de la University of Alabama (UA).
Magliocca señala que el tráfico de esta sustancia no ha hecho más que expandirse hasta “convertirse en una red mundial”. “Solía ser que la cocaína simplemente pasaba por Centroamérica, pero ahora se ha convertido en un centro de transbordo global”.
Un problema social que afecta a la naturaleza
De acuerdo con el profesor de la UA, su investigación ayuda a proporcionar una visión “aún más completa” de los daños causados por el tráfico de drogas y las técnicas con las que se combate en la actualidad.
“Se debe tener en cuenta el comportamiento adaptativo de los traficantes. Hay que hacer algo más que perseguir reactivamente a los narcotraficantes que tienen dinero y poder casi ilimitados en la región”, aseveró Magliocca. “No hay duda de que es una situación compleja, fluida y peligrosa”, lamentó.
Rodenwald, por su parte, enumeró algunas de las medidas que podrían ser “de gran ayuda” para combatir esta problemática como crear capacidad en las comunidades y gobiernos locales para “monitorear y proteger sus bosques”, al igual que generar “formas alternativas de ingresos” y resolver la que considera como una “tenencia poco clara de la tierra”.
“Nuestro estudio es un recordatorio de que no podemos abordar los problemas sociales en el vacío porque pueden tener consecuencias ambientales no deseadas que socavan la conservación”, aseguró Rodenwald.