Después de 128 años de investigación, científicos descubrieron un cráneo perteneciente a una especie gigante conocida como Genyornis newtoni, según reportes de la agencia de noticias Europa Press (EP).
Antes de este hallazgo, el último cráneo conocido de la especie fue encontrado en 1913, sin embargo, estaba muy dañado y se pudo obtener poca información de él debido a que quedaba poco hueso.
Se desconocía la apariencia concreta del animal del que se estima podía medir 2 metros de altura y pesar hasta 240 kilogramos. Los hallazgos fueron publicados en la revista científica Historical Biology.
Poniéndole rostro al “giga-ganso”
Los fósiles encontrados en los lechos secos y salinos del lago Callabonna en el interior de Australia del Sur, durante expediciones de campo en 2019, han permitido detallar la ecología y la morfología funcional de esta ave extinta hace unos 45.000 años, de acuerdo con EP.
El hallazgo incluyó un cráneo casi completo, lo que permitió atribuir con certeza los fósiles al G. newtoni. Dichos restos presentaban una estructura distintiva con una gran caja craneal y mandíbulas robustas, que apoyan su identificación como un ave gigante, de alrededor de 230 kilos, cinco veces el peso de un casuario meridional.
Phoebe McInerney, investigadora de la Universidad de Flinders, dijo en un comunicado de prensa de la institución académica que G. newtoni tenía una mandíbula superior alta y móvil como la de un loro pero con forma de ganso, una boca amplia, una fuerte fuerza de mordida y la capacidad de aplastar plantas suaves y frutas en el paladar.
“Las relaciones exactas de Genyornis dentro de este grupo han sido complicadas de desentrañar, sin embargo, con este nuevo cráneo hemos comenzado a armar el rompecabezas que muestra, en pocas palabras, que esta especie es un ganso gigante”, aseguró McInerney.
Ella y su equipo dijeron estar “especialmente emocionados” de descubrir el primer pico superior fósil de Genyornis. “Por primera vez pudimos ponerle una cara a esta ave”, dijo Trevor Worthy, coautor del estudio, quien considera al animal muy diferente a cualquier otro pájaro “pero parecido a un ganso”.
Jacob Blokland, coautor del estudio, señaló que la forma del hueso y las estructuras que contiene se relacionan parcialmente con tejidos blandos que interactúan con ellos, como lo son músculos, ligamentos y sus sitios o conductos de unión.
“Utilizando aves modernas como comparativas, podemos volver a poner carne en los fósiles y devolverles la vida”, aseguró Blokland.
Gracias a esta técnica los especialistas pudieron reconstruir el rostro del animal con un enfoque científicamente preciso.
Adaptaciones inusuales
Durante su estudio, los científicos averiguaron que el G. newtoni contaba con una serie de “adaptaciones inusuales” para los hábitats acuáticos que les permitía proteger sus oídos y garganta del agua cuando la cabeza estaba sumergida.
Algunos aspectos encontrados en el cráneo mostraron “similitudes innegables” con los primeros linajes divergentes de aves acuáticas como los amínidos de América del Sur y las urracas australianas.
Dichas relaciones fueron difíciles de descifrar, pero gracias al cráneo se pudo armar “el rompecabezas” que comprueba a grandes rasgos que la especie es un “ganso gigante”.
Según las autoridades universitarias, es gracias a las adaptaciones encontradas en el cráneo que se respalda la teoría de que el animal “no sea otra cosa que un ganso prehistórico gigante”.
De acuerdo con un artículo escrito por los autores para The Conversation, dichas características comprueban que G. newtoni se adaptó a la vida en cuerpos de agua como pantanos, humedales y lagos, aunque en su mayoría ahora sean lagos salados secos.