A finales de abril de 2005, decenas de científicos y personas de todo el mundo se desconcertaron con la noticia de que más de 1.000 sapos habitantes de un estanque en la ciudad de Hamburgo, Alemania, explotaron y esparcieron sus entrañas por el lugar minutos después de hincharse como globos.
La gente observó a los animales retorcerse de dolor antes de inflarse y reventar. Durante semanas, especialistas trataron de encontrar la respuesta detrás del causante de miles de muertes y del encargado de crear una escena que trabajadores del lugar y ambientalistas calificaron como salida de una película de terror.
Exhaustivos análisis se centraron en probar la calidad del agua del estanque, se estudiaron los restos anfibios en busca de virus u otros microorganismos que pudieran ser los culpables, sin embargo, la respuesta más aceptada llegó al poco tiempo gracias a un veterinario de Berlín, quien propuso que los cuervos eran los causantes de la pesadilla anfibia.
Sin hígado y con las vísceras de fuera
Se analizó el agua del estanque, sin embargo, no encontró ningún resultado que esclareciera esta extraña situación; examinaron restos de los anfibios en búsqueda de virus o bacterias que pudieran causar la muerte de una forma tan peculiar de un gigantesco grupo de sapos, pero tampoco hallaron nada, según reportó en aquel entonces el periódico estadounidense The Washington Post.
De acuerdo con información de Deutsche Welle (DW), los sapos se retorcían de dolor y agonizaban varios minutos antes de inflarse y estallar, desperdigando todas sus entrañas por la zona.
Janne Kloeper, portavoz del Instituto para la Higiene y el Medio Ambiente con sede en Hamburgo, declaró en aquel entonces que el hecho era “completamente extraño” y que el fenómeno parecía no haber ocurrido en ningún otro lado antes, según el medio CBS News.
Werner Schmolnik, líder de un grupo ecologista local, calificó la situación como “una escena salida de una película de ciencia ficción” en entrevista para el periódico alemán Hamburger Abendblatt.
Schmolnik señaló que los animales hinchados sufrían durante varios minutos antes de morir y especialistas como Kloepper descartaron diversas teorías como que la calidad del agua era la causante o que sufrieran a causa de una extraña enfermedad, aunque se especuló sobre que un hongo proveniente de América del Sur podría ser el culpable.
Las aves detrás de la escena de terror
La posible respuesta llegó gracias a Frank Mutshcmann, un veterinario oriundo de Berlín que se dedicó a estudiar los restos. Los causantes de las “explosiones” eran los cuervos, quienes picoteaban a los sapos para extraerles el hígado, de acuerdo con el Washington Post.
“Los cuervos son inteligentes. Al observar a otros (cuervos) aprenden rápidamente cómo conseguir los hígados”, declaró en entrevista para el medio.
Mutschmann afirmó que, según las heridas, los pájaros picoteaban los sapos en la zona entre el pecho y la cavidad abdominal, esto provocaba que los anfibios se hincharan como mecanismo de defensa natural.
Al faltarles el hígado y tener un agujero en el pecho, los vasos sanguíneos y pulmones de los sapos estallan, mientras que sus órganos sufrían otras consecuencias como rezumar fuera del cuerpo.
Aunque es una escena difícil de procesar y muchos de los trabajadores ambientales de la zona la calificaron como algo salido de una película de terror, Mutschmann afirmó que no es algo tan inusual. “No es único, está en una zona de la ciudad y eso lo hace espectacular. Por supuesto que es algo muy dramático”, aseguró.
Kloepper se mostró escéptica ante esta explicación. “No hemos visto eso. Puede serlo, puede que no suceda así. Es especulación”, señaló la portavoz del instituto.