“Perro que ladra no muerde”: origen y realidad detrás del popular refrán

Expertos en comportamiento animal indican que el dicho no debe tomarse literalmente, pues un perro que ladra es capaz de morder

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El refrán no debe tomarse
El refrán no debe tomarse literalmente, pues generalmente un perro que ladra sí es capaz de morder. (Getty)

“Perro que ladra no muerde” es una frase utilizada ampliamente por personas de países de habla hispana e inglesa para referirse a alguien que alega ser capaz de muchas cosas pero al final del día no actúa.

El refrán no debe tomarse literalmente, pues un perro que ladra si es capaz de morder, de hecho, especialistas en comportamiento animal indican que este comportamiento suele ser una señal que normalmente precede o sirve para alertar a su entorno sobre una agresión.

Dicha señal de alerta suele venir después de un gruñido en el que, con frecuencia, los perros muestran sus dientes y emiten sonidos de amenaza. Algunos ataques caninos son silenciosos, pero son más comunes aquellos que van precedidos de este aviso, de acuerdo con expertos.

¿De dónde surgió la frase?

Existen registros de la frase
Existen registros de la frase en inglés durante el siglo XVI. (Shutterstock)

El proverbio generalmente hace referencia a que las amenazas ruidosas no siempre representan un peligro real. La frase en inglés “A barking dog never bites” está registrada desde el siglo XVI, pero la idea se encuentra en latín escrito en las obras del historiador romano Quintus Curtius, según información del sitio web Oxford Reference.

Por otro lado, el sitio web Phrase Finder, fundado y curado por Gary Martin, escritor inglés e investigador sobre los orígenes de las frases, señala que este es un “antiguo dicho inglés” recopilado por el cortesano Tudor John Heywood.

Su glosario de proverbios llamado “Thersytes” que data del año 1550, contiene el siguiente texto:

“Grandes perros ladradores, no suelen morder la mayoría, y a menudo se ve que los mejores hombres en el ejército no son aquellos que más alardean”.

Según el veterinario Juan Enrique Romero, el ladrido canino es “una pauta interesante” merecedora de un análisis detallado que no es más que “un grito de alerta” que prende las alarmas de una manada ya sea humana o animal.

Generalmente tiene dos consecuencias: que los cachorros, considerados como los miembros más débiles de un grupo, regresen a su refugio y que el resto de integrantes “se reúnan en estado de alerta”.

Algunos ataques de perros son silenciosos, pero los más frecuentes son los que van precedidos de un gruñido, según el especialista.

Tal señal de alerta es un estado anterior al ladrido en la que normalmente el perro mostrará sus dientes y que se elige antes de atacar.

Si el miedo invade a la mascota, procederá a ladrar. Según Romero, los lobos no ladran, pero los que conviven con perros sí.

Una mirada a los modismos animales

Esta frase es uno de
Esta frase es uno de los modismos utilizados a lo largo del mundo. (Imagen ilustrativa Infobae)

De acuerdo con Karen Adams y Don Nielsen, profesores y lingüistas de la Arizona State University de Estados Unidos, las personas recurren a modismos o metáforas animales porque “son visualmente más inmediatas” para ellos.

Nielsen considera que son necesarios para que una cultura se adapte a los cambios. “Si inventamos una válvula que parece una mariposa, la llamamos ‘válvula de mariposa’”, añadió.

Adams fue cuestionada sobre por qué sí una gran cantidad de personas aman a los perros, la mayoría de los modismos caninos tienen connotaciones negativas. La especialista respondió que aunque sientan un gran cariño por estos animales, no nos gusta todo lo relacionado con ellos.

“Matan cosas. Son carroñeros; comen cosas asquerosas. Así que sí, los amamos y la gente llega incluso a ponerles ropa y tratarlos como miembros de la familia, pero todavía no son humanos. Por lo tanto puede haber otros aspectos de ellos que sean menos deseables”, según la lingüista.

Todos estos modismos cuentan con connotaciones negativas porque son jerga, y el habla “tiende a ser más negativa que la escritura”, según Nielsen.

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