El misterio detrás de la muerte de Flaco, el búho que se convirtió en una figura emblemática para los neoyorquinos después de vivir en libertad tras escapar de su recinto en el Zoológico de Central Park, Nueva York, Estados Unidos, a inicios del año pasado, finalmente fue esclarecido por autoridades del parque temático.
Autoridades del Wild Bird Fund (WBF), el único centro de rehabilitación de vida silvestre de la ciudad, recibieron un aviso sobre Flaco la noche del 23 de febrero. Su inesperado fallecimiento luego de chocar contra un edificio en West 89th Street, en Manhattan, al norte de la ciudad, se debió a la ingesta de palomas salvajes infectadas con un virus y a la exposición al veneno para ratas.
Esta lamentable pérdida hace eco en los riesgos que enfrentan las aves en entornos urbanos y resalta la complejidad y peligros que la vida silvestre enfrenta en la metrópolis, donde la contaminación y otros peligros constituyen una amenaza importante para la fauna.
Las dificultades de la vida silvestre
Las pruebas post mortem para determinar los motivos del fatídico final del búho real euroasiático encontrado a poco más de un año de su magistral escape revelaron un traumatismo agudo, según informaron las autoridades del Zoológico de Central Park a través de un comunicado.
Además de dichas lesiones traumáticas, patólogos del Zoológico del Bronx hallaron “dos afecciones subyacentes importantes”: tenía un herpesvirus de paloma por convertirlas en parte de su dieta habitual y por estar expuesto a “cuatro raticidas anticoagulantes” que, de acuerdo con los expertos en vida silvestre del parque temático, son comúnmente utilizados para el control de ratas en la ciudad.
“Estos factores habrían sido debilitantes y, en última instancia, mortales, incluso sin una lesión traumática, y podrían haberlo predispuesto a volar o caerse del edificio”, recalcaron las autoridades del Zoológico de Central Park.
Los trabajadores del lugar informaron que el herpesvirus puede ser transportado por palomas sanas, sin embargo, es capaz de causar “enfermedades mortales” en aves rapaces, quienes se infectan luego de alimentarse de dichas aves.
La infección provocó “graves daños tisulares” e inflamación en muchos órganos como el bazo, hígado, tracto gastrointestinal, cerebro y médula ósea. Tras las “pruebas exhaustivas” realizadas, los veterinarios no identificaron más factores que contribuyeran a la muerte de Flaco.
Autoridades concluyeron que su muerte se atribuye a la combinación de factores como enfermedades infecciosas, exposición a toxinas y lesiones traumáticas que recalcan los peligros que enfrentan las aves silvestres, “especialmente en un entorno urbano”.
La despedida de la icónica ave
Además, gracias a las pruebas toxicológicas se detectaron trazas de diclorodifenildicloroetileno (DDE), producto que, de acuerdo con los expertos del zoológico, surge tras la descomposición del diclorodifeniltricloroetano (DDT), sustancia considerada por la Agency for Toxic Substances and Disease Registry (ATSDR) de EEUU como un pesticida utilizado “ampliamente” para controlar plagas hasta que fue prohibido en 1972 por el daño que causa a la vida silvestre.
La cantidad de DDE encontrados en el cuerpo de Flaco, según los expertos, no fueron “clínicamente significativos”, por lo que consideraron que no contribuyeron a su muerte.
“Aunque el DDT fue prohibido en Estados Unidos desde principios de la década de 1970, él y sus productos de descomposición son notablemente persistentes en el medio ambiente, y este hallazgo recuerda el largo legado de este pesticida y sus nefastos efectos en las poblaciones de aves silvestres”, condenaron las autoridades del zoológico.
Flaco se convirtió en un ícono de La Gran Manzana; decenas de neoyorquinos lloraron su muerte al darse cita en North Woods, el bosque más grande de Central Park, para conmemorar su vida y obra con flores, muñecos en forma de búho, retratos hechos a mano y emotivas cartas. Según la agencia de noticias EFE, una de ellas le agradecía al ave por “traer alegría a los corazones de todos los que presenciaron su viaje mágico”.