Los animales y mascotas sufren los daños colaterales causados por la invasión rusa a Ucrania que comenzó hace poco más de dos años. Refugios como el Sirius Animal Shelter (SAS), considerado como el más grande del país y que tiene bajo su protección a más de 3.000 perros y cerca de 200 gatos e incluso un par de pavo reales, son testigos claros de las afectaciones provocadas por la guerra.
Muchos de estos animales fueron abandonados por sus dueños, quienes salieron de sus hogares escapando del conflicto bélico que causa que la organización sufra por el bajo ingreso de donaciones y la falta de adopciones.
Para salir adelante, los trabajadores del refugio cocinan el alimento para perros, quienes conforman una clara mayoría en el albergue, sin embargo, no siempre cuentan con los recursos suficientes y deben improvisar siempre con el objetivo de proporcionarles una calidad de vida adecuada.
La inquebrantable misión del SAS
De acuerdo con el medio estadounidense The New York Post, al inicio de la guerra, el refugio atrajo la atención internacional después de que el vecindario en donde se encuentra ubicado quedara bajo la ocupación de los invasores rusos. Gracias a la cobertura de los medios, las autoridades de la organización recaudaron miles de dólares, con los que pudieron construir un edificio especial para los gatos bajo su cuidado.
Valery Schekaturov, voluntario del refugio, declaró en entrevista para The New York Post que cuando comenzó la guerra “hubo muchas donaciones durante el primer mes”. “Personas de todo el mundo y locales donaron masivamente cuando este lugar fue ocupado”, recordó. Sin embargo, pronto el flujo “se redujo al mínimo”, hasta el punto en que casi se acabó.
“Las donaciones locales también se están reduciendo porque la economía no va muy bien. Y, por supuesto, la gente tiene cada vez menos dinero disponible para sí y no sólo para los animales”, contó el voluntario.
De igual manera, el flujo de adopciones se redujo, ya que durante el primer mes de la invasión, el albergue le encontró un hogar a más de 100 animales, mientras que hoy en día suelen dar en adopción a 40 por mes, mientras que reciben a cerca de 60 seres sintientes desplazados cada 30 días.
La enorme cantidad de animales que habitan dentro del refugio supone una gran carga económica para las autoridades, quienes tuvieron que idear planes de contingencia con los cuales suplir las necesidades más básicas de sus inquilinos.
Aleksandra Mezinova, dueña del SAS, declaró que no pueden “permitirse el lujo” de comprar croquetas, ya que están reservadas para cachorros y perros con necesidades dietéticas especiales, por eso elaboran “papillas con carnes, cereales y verduras donadas”.
“Cuando las donaciones son bajas, no podemos permitirnos el lujo de cereales, así que a veces son (las papillas) sólo patatas mezcladas con lo que queda de carne”, lamentó Mezinova, quien aseguró que esta deficiente combinación no es lo adecuado para el estómago de los perros.
Sobrevivir en una zona de guerra
Mezinova contó que “alrededor de un tercio” de los perros fueron rescatados “directamente del frente” en las partes sur y este de Ucrania.
Dzhonni es un chihuahua que ejemplifica la declaración anterior a la perfección, pues fue encontrado “temblando de miedo” dentro de una casa destruida en el Óblast de Donetsk y que gracias a la constante labor y los cuidados del albergue logró recuperar su confianza.
Otros de los afectados por la ocupación rusa a Ucrania son Maliuk y Barmalei, quienes sobrevivieron a un ataque con bombas.
Maliuk perdió la vista en su ojo izquierdo a causa de la explosión, mientras que su hermano, Barmalei quedó ciego del ojo derecho.
Mientras que sus heridas son claramente físicas, la mayoría de los animales del albergue padecen secuelas psicológicas ya que, según reporta The New York Post, “masticaban” aproximadamente el 60% de sus recintos como resultado del pavor que les ocasionaba el sonido de los proyectiles de artillería cercanos.