
A inicios de febrero, Beagle Freedom Project (BFP), una asociación sin fines de lucro encargada de rescatar y encontrarles un hogar a miles de mascotas explotadas como sujetos de pruebas en laboratorios alrededor de Estados Unidos, cerró una de estas instalaciones en Nowata, Oklahoma, donde perros y gatos eran utilizados para determinar la efectividad de medicinas contra pulgas y garrapatas.
Más de 200 animales esquivaron un fatídico destino gracias al incansable trabajo de la BFP, que no se detiene luego de sacarlos del laboratorio, sino que continúa hasta que logran encontrar una nueva vida dentro de un amoroso hogar.
Su compromiso con los seres sintientes es claro, ya que las autoridades de la organización buscan inaugurar Freedom Fields, un santuario y centro de adopción en el que los animales que sufrieron por la explotación y los abusos dentro de los laboratorios podrán vivir y esperar a ser adoptados por aquellas personas responsables que estén dispuestas a darles la vida que siempre merecieron.
La carta que inició todo

Shannon Keith, fundadora de la BFP contó en entrevista para la revista People que “lo normal” es que estas instalaciones mataran a los animales al final de las pruebas.
La mujer relató que cada año redacta una carta a todas las instalaciones operativas de experimentación con animales de Estados Unidos con el objetivo de pedir que entreguen a los seres sintientes a las autoridades de la BFP, sin embargo, “es muy raro” que reciba una respuesta.
Sorpresivamente, uno de estos escritos consiguió su objetivo y logró que el propietario de un centro de Oklahoma respondiera: “Recibí su carta hace un par de años y la ignoré”. Keith dijo que lo que logró cambiar de parecer al dueño del lugar fueron las citaciones del United States Department of Agriculture (USDA).
“Hay que reconocer que nos llamó y comenzamos a trabajar con él en 2021. Y así comenzamos a ir y cada vez que terminaba con perros y gatos, los conseguíamos y los adoptábamos”, recordó la fundadora de la BFP.

Más tarde, la relación que entablaron las autoridades de la asociación con el dueño del lugar, permitieron convencerlo de cerrar su negocio y vender sus tierras.
“Le sugerí que cerrara su negocio y que le compráramos la tierra. Son 30 acres hermosos, lo convertiríamos en un santuario y el acabaría con todo. Literalmente pensé que se reiría de mí por teléfono” indicó Keith.
A pesar de esperar una respuesta completamente diferente, el hombre dijo estar dispuesto a jubilarse y aceptó la propuesta de la asociación, quien puso como condición para la compra que el dueño renunciara a su licencia del USDA y que se comprometiera a no realizar pruebas en animales nunca más.
“Compramos la propiedad y tomamos todos los animales que liberaría bajo nuestra custodia. Así que conseguimos más de 200 perros y gatos. Él estuvo de acuerdo y tomamos oficialmente la custodia de todos y de la tierra el 1 de febrero”, celebró la fundadora de la organización.
Convertir las malas experiencias en oportunidades

Rápidamente, los trabajadores se pusieron manos a la obra para construir Freedom Fields; actualmente un empleado de la BFP vive en el terreno junto a los otrora animales de laboratorio que todavía no encuentran un hogar.
“Nuestro objetivo es lograr que todos sean adoptados. Mientras tanto viven allí y estamos en el proceso de renovarlo y convertirlo en un hermoso lugar para que vivan hasta que encuentren un nuevo hogar”, dijo Keith.
La construcción del nuevo centro de adopción tiene el objetivo de rehabilitar a todos los animales que sufrieron constantemente durante años por los abusos.
“La mayoría de los perros utilizados en las pruebas nacieron allí y han estado en el mismo lugar durante toda su vida. Tienen artritis, cataratas y todo tipo de dolencias. Necesitan que les extraigan los dientes”, subrayó la mujer.
Debido a estas afecciones, las autoridades del BFP buscan construir un “centro para mascotas ancianas” que cuente con camas ortopédicas, rampas, calefacción y todo tipo de comodidades para que pasen sus días lo mejor posible hasta que sean adoptados.
Además, el BFP planea incluir en Freedom Fields un centro educativo, donde personas conocerán a los sobrevivientes de las pruebas animales y entenderán más sobre esta práctica.
“Una cosa es oírme hablar sobre las pruebas con seres sintientes, pero cuando conoces a un superviviente en persona y lo miras a los ojos, es algo que realmente te derrite el corazón y te hace querer hacer algo impactante”, contó Keith.
La fundadora del BFP tiene la esperanza de que las personas conozcan y concienticen acerca de los productos que utilizan día con día. “No sólo para ellos, sino también para sus queridos animales, que son miembros de su familia”, concluyó.
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