El Día de San Valentín, celebrado el 14 de febrero, es aprovechado por millones de personas para celebrar el amor y afecto que sienten, no obstante, existen animales que no necesitan de una fecha especial, pues el cariño que experimentan por sus parejas dura toda la vida.
Contrario a las costumbres de otros animales, existen criaturas como los buitres negros, las palomas, los castores o los topillos de las praderas, entre muchos otros más, que son conocidos por ser monógamos, es decir, que cuando encuentran una pareja la conservan para toda la vida. Algunos incluso de ellos incluso adaptan sus costumbres para acomodarse a las necesidades de sus compañeros de vida.
Estos comportamientos desconcertaron a científicos como Hemanth Nair, del Centro de Neurociencia del Comportamiento del Instituto Nacional de Primates Yerkes de la Universidad de Atlanta, Estados Unidos, pues según relata en un estudio el 95% de las especies de mamíferos son polígamos, es decir que tienen más de una pareja a lo largo de sus vidas.
Los pequeños roedores que aman con locura
Los topillos de las praderas (Microtus ochrogaster) son roedores que habitan en norteamerica y se caracterizan por ser extremadamente pequeños, pues algunos de ellos llegan a medir hasta 15 centímetros de largo y pesar entre 40 y 50 gramos.
Son ampliamente conocidos por ser monógamos, pues una hembra y un macho comparten el mismo nido y área de distribución y permanecen juntos de por vida, de acuerdo con la Universidad de Wisconsin.
Los machos excluyen a otros miembros de su especie del mismo sexo de sus nidos mediante la agresión.
Larry Young, investigador de la Universidad de Atlanta declaró para el medio estadounidense NPR que los machos realizan un elaborado ritual cuando detectan a una “hembra elegible”.
Una vez termina el cortejo, los topillos de las praderas terminan juntos por siempre. “Permanecerán así por el resto de sus vidas, que en el laboratorio dura uno o tres años”, añadió Young, quien admitió que “sólo alrededor del 3% de los mamíferos exhiben este tipo de monogamia”.
Las aves símbolo del amor
Las palomas (Columbidae) son símbolo de la unión y el matrimonio entre seres humanos y no es coincidencia, pues de acuerdo con el U.S Fish & Wildlife Service (FWS) son monógamas y tampoco es raro observar a las parejas mostrando su afecto mediante acicalamientos o incluso tiernos y “dulces” abrazos.
Cuando llega el momento de encontrar un hogar, el macho deberá buscar un lugar que la hembra apruebe. Ambos padres construirán su nido.
Cuando llega el momento de construir su nido, el macho deberá encontrar un lugar que la hembra apruebe.
Su amor también se transmite a sus crías, pues después de que sus huevos eclosionen sus padres “trabajarán” juntos para alimentarlos con algo llamado “leche de paloma”, una secreción rica en proteínas y grasas secretada por el revestimiento del buche de los adultos.
Los lúgubres carroñeros que aman con fervor
Los buitres negros (Coragyps atratus) son aves fascinantes que realizan un complejo ritual de cortejo. Los adultos se separan de la bandada y a grandes alturas los machos rodean a las hembras con el cuello extendido, exhalan ruidosamente y las persiguen antes de lanzarse, de acuerdo con el Hawk Mountain Sanctuary.
Después del ritual de apareamiento, las parejas de buitres permanecen juntos de por vida aunque no construyan nidos, pues las hembras ponen los huevos en rincones oscuros, dentro de grietas rocosas, cuevas, agujeros en árboles, troncos huevos y sobre el suelo de edificios abandonados.
Los padres se turnan para incubar los huevos que generalmente se colocan encima de los dedos de los pies para mantenerlos calientes. Después del nacimiento, los buitres adultos cuidan a sus crías hasta los 14 días de edad.
Los mamíferos que se aman por siempre
Los castores se aparean durante el invierno y durante la primavera siguiente están listos para recibir a sus crías, después de dar a luz, las parejas permanecerán juntas de por vida, según el National Park Services de Estados Unidos.
La vida social de los castores se centra principalmente en la familia, es decir, la madre, el padre y su descendencia. En la naturaleza las hembras encabezan esta estructura social y son quienes establecen el lugar de residencia, comúnmente construida con palos y barro dentro de un estanque, lago o río.
Los animales jóvenes suelen permanecer con sus padres durante dos o tres años, por lo que dentro de un hogar pueden convivir hasta tres generaciones. Durante la segunda o tercera primavera, los hijos abandonan el nido y viajan largas distancias en busca de pareja y la oportunidad de comenzar una nueva colonia.