El 17 de enero es aprovechado por cientos de personas para acudir a las iglesias en compañía de sus amadas mascotas y animales para recibir la bendición del padre, que los protegerá por el resto del año.
El Día Mundial de Bendecir a los Animales es celebrado en honor a San Antonio Abad, monje que tenía la costumbre de bendecir a la flora y a la fauna por igual y que se caracterizó por llevar una vida de austeridad y penitencia.
A la tradición celebrada en toda la Ciudad de México, así como en otros estados de la república y en otros países, como Filipinas y España, acudieron cientos de feligreses acompañados de sus animales, con la esperanza de que la bendición los proteja de cualquier mal a lo largo del año. Otros más, acudieron para agradecer el favor de permitir que sus mascotas los acompañen una temporada más.
La importancia de esta tradición radica en la dignificación de todos los animales, que ofrecen su invaluable compañía e incondicional apoyo y el cariño que sienten sus dueños, quienes los consideran como una parte esencial de su familia.
El amor por los animales a través de la fe
San Antonio Abad nació alrededor del año 251, en el territorio ahora conocido como Egipto y es conocido por fundar el movimiento eremítico, caracterizado por promover la vida solitaria y el desprendimiento de los bienes materiales, según la agencia de noticias Vatican News.
Se cuenta que en una ocasión, al conocido como protector de los animales se le acercó una jabalina en compañía de sus jabatos ciegos. El santo les curó la ceguera y desde entonces la madre jamás se separó de él y lo defendió de todas las alimañas que se le acercaban. Muchos artistas lo representan en sus trabajos pictóricos como un anciano con un cerdo a sus pies.
La tradición de bendecir a los animales domésticos nació gracias a los frailes franciscanos, quienes rezaban por ellos para pedir protección y buena salud durante la fecha en que falleció San Antonio Abad: el 17 de enero de 356.
Enrique Martínez, diácono de la Catedral de San Bernardino de Siena, en Xochimilco, relató en entrevista para Infobae que la tradición tiene como objetivo “dignificar a los animales, pues son seres creados por Dios, los cuales también muestran su alabanza desde su condición”.
Martínez aclaró que la ceremonia no se trata de un bautizo y que tampoco es sólo “echarle agua” a los animales, sino que es una bendición, porque son seres que nos ayudan y nos hacen compañía a todos los humanos”, expresó el diácono, quien señaló la participación de un hombre que iba acompañado de un perro que portaba un collar de flores.
La orgullosa mascota que portaba el arreglo floral era Xcaret, propiedad de Carlos, quien lo llevó para que recibiera la bendición de San Antonio Abad, el santo protector de los animales.
“Yo traigo a Xcaret para que le vaya bien y esté protegido durante todo el año”, expresó Carlos, orgulloso habitante del barrio de Xochimilco, La Santísima.
Carlos, quien portaba un poncho naranja con motivos mexicanos, también iba acompañado de un Niño Dios que lo acompaña desde hace 12 años, ya que le hizo una promesa luego de que lo ayudó a salir de una situación difícil.
A la ceremonia acudió “El As de oros”, un caballo propiedad de Eduardo Arellano, un jóven amante de los animales que recibió a esta inusual mascota como regalo de su padre, luego de perder a otro de sus equinos.
Arellano actualmente entrena a El As de oros para que aprenda a acostarse y dar reverencias, trucos básicos de la charrería, deporte que hace gala de la destreza equina.
El As de oros porta un lazo rojo en su pezuña delantera izquierda, ya que según relata Arellano, lo protege del “mal de ojo”, que sufrió luego de llegar a su vida durante sus primeros meses de vida.
Arellano entiende la tradición como una forma de que los animales estén protegidos y “reciban la bendición de Dios”. El joven, que llevaba siete años consecutivos asistiendo a la ceremonia, relató que por el momento no tiene más caballos, pero que en un futuro desea contar con hasta 15 de ellos, pues gracias a las películas de Antonio Aguilar y Vicente Fernández se convirtió en su animal favorito.
Entre los asistentes también se encontraba Gloria Robledo, quien llevó a Laika, una perra rescatada de la calle y que recientemente fue intervenida quirúrgicamente para retirarle unos tumores.
“Gracias a Dios se salvó, porque está ‘malita’ del corazón. Por eso vengo a que le den su bendición y a darle gracias a Dios por sacarla adelante”, dijo Robledo, quien asiste desde hace cuatro años en compañía de Laika para que esté protegida.
Robledo le da hogar a cinco perros rescatados más y asiste cada año a la bendición de las mascotas con la esperanza de que todos gocen de buena salud durante mucho tiempo.
Una tradición que se pierde
La noble tradición atrae a cientos de personas acompañadas de sus mascotas, sin embargo, el diácono Martínez contestó preocupado a la interrogativa sobre si ha notado un aumento en los asistentes a lo largo de los años.
“(La cantidad de personas) ha ido decreciendo, ciertamente, ahora en el siglo XXI, la fe se está ‘tambaleando’, muchos ya no traen a sus animales a bendecir, a lo mejor porque ya no tienen la concepción cristiana de lo que es una bendición”, comentó Martínez.
A pesar de que cada vez asiste menos gente, Martínez notó que existe un enorme amor por los animales y utilizó el ejemplo de Xcaret y su collar de flores, algo que el clérigo dijo haber visto “muy poco”.