Glen, el perro paracaidista, fue uno de los tantos caninos que participó en la Operación Overlord el 6 de junio 1944 en la Segunda Guerra Mundial, su desempeño fue de vital importancia, pues las fuerzas aliadas lograron con éxito el desembarco de Normandía.
El binomio de pelaje blanco fue entrenado para lanzarse en paracaídas y ayudar a los soldados a detectar explosivos, minas y alertar la presencia de los enemigos. El pastor alemán fue reconocido recientemente por los militares europeos por su participación en la batalla.
El soldado Emile Servais Corteil, hijo de Servai Corteil y Jessi Amelia una pareja que vivió en Watford, Hertfordshire, Reino Unido, fue el encargado de guiar a Glen por el campo de batalla y su historia fue contada cada semana después del desembarque, pues es una clara muestra del amor y fidelidad.
El descenso que lo cambió todo
De acuerdo con información de la organización benéfica Hero Paws Life After Service se tiene conocimiento que tanto Emile Servais y Glen lograron aterrizar con éxito en el territorio ocupado por el ejército alemán. En dicha misión, cerca de 700 soldados fueron lanzados en paracaídas y sólo 150 pudieron tocar tierra cerca del objetivo, mientras que el resto luchó incansablemente para reagruparse.
Emile y Glen convivieron por demasiado tiempo y aunque era un canino que le gustaba lanzarse desde las alturas en el día de la Operación Overlord presentó un comportamiento diferente. El binomio se negó a saltar del avión como si hubiera visto el futuro de él y su controlador.
El paracaidista James Baty recordó en una entrevista para el Museo Imperial de la Guerra que ese día el pastor alemán tenía miedo y fue forzado a lanzarse junto a su dueño.
“Glen fue entrenado para saltar, para quedarse quieto tan pronto tocara el suelo. Por supuesto que le encantaba saltar, pero cuando llegó a Normandía debió de haber tenido una premonición porque no quería lanzarse”, comentó el soldado.
El pastor alemán que había sido entrenado para defender a sus compañeros humanos y detectar explosivos en el terreno de batalla, defendió a su dueño en el intercambio de fuego que se registró ese día en Normandía, sin embargo, él y su controlador murieron por “fuego amigo” después de que un grupo soldados aliados los confundió con el enemigo.
Emile Servais Corteil y Glen fallecieron en el campo de batalla, uno al lado del otro. El soldado de 19 años de edad pasó los últimos minutos de su vida con el binomio que lo acompañó y cuando sus cuerpos fueron encontrados juntos en el cráter de una bomba, el joven estaba sujetando la correa del pastor alemán.
Un reconocimiento para la posteridad
El militar y el canino fueron enterrados en el Cementerio de Guerra de Ranville. Su historia fue contada el día que el gobierno francés inauguró un monumento en honor a todos los soldados caídos en la batalla.
La madre de Emile escribió en su tumba un epitafio en el que destacó la nobleza del canino y el carisma del joven. “Si hubieras conocido a nuestro hijo también lo habrías amado. Glen, su perro paracaidista, murió con él”, dice la leyenda grabada en la placa de piedra.
Los cuerpos del soldado y el canino descansan juntos y se cree que es la única tumba en el cementerio francés en la que se encuentran un soldado con su compañero canino.