Caesar fue un bulldog que formó parte de la 4ta Compañía de la Brigada de Fusileros de Nueva Zelanda durante la Primera Guerra Mundial. El canino fue adiestrado por la Cruz Roja para entrar a los campos de batalla y ayudar a los camilleros a encontrar a los soldados heridos.
El bulldog destacó desde el principio por su gran habilidad para localizar a los heridos. De acuerdo con información del Museo de Auckland los binomios que participaron en esta guerra fueron entrenados para únicamente buscar a los soldados vivos con lesiones y abandonar a los muertos.
El fusilero Thomas Samuel Tooma fue el guía del canino y estuvieron juntos en Egipto donde fue entrenado el animal y posteriormente los mandaron a Francia. El controlador era el encargado de conducir la ambulancia en la que transportaba a los heridos y el bulldog localizó a los soldados heridos entre los campos de batalla.
La misión de salvar vidas
La administración del museo australiano explicó que en ese entonces hubo alrededor de 10.000 perros de la Cruz Roja que sirvieron en la Primera Guerra Mundial. Los binomios fueron entrenados hasta para saber diferenciar los uniformes de los soldados aliados y el de los enemigos.
“Fueron expuestos a los sonidos de camiones y armas de fuego, con la idea de que eventualmente estos sonidos no serían aterradores para los animales”, explicó la gerencia. “Aprendieron a no ladrar para no revelar su ubicación a los francotiradores y aprendieron a caminar con máscaras de gas en la cara”, agregó sobre todo lo que tuvo que pasar Caesar para salvar vidas.
Una vez que Caesar y Thomás abandonaron Egipto y fueron mandados a Francia, donde estuvieron en múltiples batallas con el ejército de Nueva Zelanda. El bulldog realizó decenas de rescates en el campo de batalla de Somme y el ejército reconoció su labor al asegurar que sin su intervención muchos valientes soldadores hubieran perdido la vida.
“El Somme estaba a un mundo de distancia de Egipto, embarrado, con alambres de púas esparcidos y lleno de cráteres dejados por los proyectiles, era un terreno difícil”, detalló la gerencia del War Memorial en el artículo “Caesar, el perro Anzac” publicado en noviembre de 2016.
Durante sus labores el bulldog falleció en el campo de batalla y presuntamente fue baleado por un francotirador justo en el momento en el que un soldado estaba siendo localizado por él. La última acción que realizó el militar fue apoyar su mano sobre el rostro de Caesar y murieron juntos.
Una despedida digna
El canino fue enterrado con el soldado que había encontrado en la Estación de Compensación de Víctimas y su controlador fue atendido por sus heridas. El único recuerdo que hay del bulldog es un collar con una placa dorada con los datos del canino.
El fusilero Tooman se recuperó después de ser gravemente gaseado en la batalla, fue atendido por una enfermera de nombre Kath, con quien se casaría después. Cuando consiguieron su casa juntos la pareja recién casada colgó un retrato de Caeser en su comedor cuando regresaron a Nueva Zelanda, para nunca olvidar al mejor compañero que pudo tener el conductor de ambulancia.
Los actos heroicos de Caesar quedaron grabados para la posteridad en un libro escrito por Patricia Stroud e ilustrado por Bruce Potter. La novela gráfica infantil tiene como objetivo recordar la hazaña del bulldog que se ganó el reconocimiento de las fuerzas armadas neozelandesas y de un país entero.
De acuerdo con información del portal NZ History, el Museo del Ejército Nacional realizó un homenaje al bulldog el 27 de febrero de 2019. El binomio fue reconocido con la Medalla de la Cruz Azul, un premio a la valentía en el campo de batalla.