Diversidad oculta: científicos descubren cuatro nuevas especies de cara de niño

Investigadores del Instituto de Biología de la UNAM realizaron muestreos genéticos y encontraron la diversidad que hay en este animal

Académicos del Instituto de Biología de la UNAM encontraron que existen cuatro nuevas especies de estos insectos en México (UNAM Global)

Los cara de niño son un grupo de insectos que se ha ganado cierta fama desde el norte de México hasta Ecuador por sus particulares características. Se tienen registros académicos desde hace más de 100 años sobre estos animales de cabeza grande y mandíbula prominente, sin embargo, un nuevo descubrimiento cambió la perspectiva hacia esta especie.

Académicos del Instituto de Biología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) descubrieron cuatro nuevas especies de cara de niño, tras realizar estudios a nivel genético que muestran una variedad entre los diferentes tipos de insectos.

Alejandro Zaldívar Riverón, investigador del instituto, explicó en entrevista para la gaceta digital UNAM Global que se tenía reconocimiento de solo dos especies de este animal en el centro de México, no obstante, descubrieron que había ejemplares con características distintas en especial con los genitales de los machos.

Se parecen pero no son iguales

Estos insectos cumplen un papel importante para mantener los ecosistemas saludables (Flick/Felix E. Guerrero)

La investigación inició hace cuatro años con un trabajo de campo y recabar los organismos para su estudio costó demasiado trabajo, pues tenían que levantar piedras y troncos para encontrar las colonias de diferentes animales.

Las cuatro nuevas especies fueron nombradas: Stenopelmatus purépecha, Stenopelmatus sierragordensis, Stenopelmatus tlaxcalli y Stenopelmatus chilango. Las características de cada una de estas especies serán dadas a conocer en el transcurso de este año, explicaron los investigadores.

“Se conoce poco de su biología; sin embargo, hemos visto que son muy resilientes, es decir, que pueden resistir bien en los asentamientos humanos o lugares cercanos a éstos”, comentó Alejandro Zaldívar en entrevista para UNAM Global.

Los cara de niño se ven afectados principalmente por la pérdida de espacios naturales. Su principal función es ayudar a regular la población de otros animales invertebrados y pueden servir de alimento de otras especies como los tlacuaches y los cacomixtles.

Zaldívar Riverón detalló en entrevista para UNAM Global que su interés por estudiar a estos insectos surgió al ser un animal emblemático de la región desde épocas prehispánicas y que la conservación de esta especie es muy importante para la salud de los ecosistemas.

Estos invertebrados se ganaron una fama de ser venenosos, no obstante, son inofensivos y solo reaccionan de forma violenta cuando se sienten atacados. De acuerdo con información de la revista digital de la institución académica, el cara de niño pertenece al grupo de los Orthoptera.

El declive de las comunidades de insectos

El investigador explicó que estas especies tienen diferencias puntuales en especial en los órganos reproductivos de los machos (Flick/José Luis Ruiz)

Alejandro Zaldívar explicó que en los últimos años se han publicado estudios en los que se demostró la disminución en las poblaciones de insectos en diferentes partes del mundo y detalló que es imposible saber cuáles insectos se están perdiendo por su tamaño.

“Para darnos una idea, a la fecha se han descrito más de un millón de estos organismos a nivel mundial, pero se piensa que esta cifra es sólo una pequeña parte de lo que realmente existe”, compartió el investigador para dimensionar la cantidad de insectos que existen en los ecosistemas.

La presencia de estos animales es muy importante en todos los ecosistemas, pues hay algunos que tienen funciones de polinizadores, otros descomponen la materia orgánica y algunos son cruciales en las cadenas alimenticias.

Zaldívar Riverón apuntó que un mundo sin insectos sería catastrófico, pues es muy probable que cientos de mamíferos, aves, reptiles y otras especies no existieran. “Es tiempo de verlos como nuestros aliados porque sólo el uno por ciento del más de millón descritas puede causar daño al humano”, concluyó el académico.