Conoce Aoshima, la isla donde un imperio de gatos manda

En este espacio habitan hasta tres félidos por cada persona que hay en el lugar, lo que provocó que se volviera en un centro turístico para los amantes de estos animales

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Un grupo de gatos pidiendo
Un grupo de gatos pidiendo comida a uno de los turistas (Reuters)

Aoshima es una pequeña isla rural en la prefectura de Ehime al sur de Japón que es toda una atracción turística para los amantes de los gatos. En cualquier parte de este espacio de poco más de un kilómetro cuadrado se puede ver a un felino pasando el rato o caminando, pues la población de estos animales es mucho mayor al de las personas.

Esta isla se ganó el mote de “Cat Heaven Island” (Isla del cielo de los gatos), actualmente viven 120 gatos en la zona, es decir, que por cada persona que habita en el lugar hay tres felinos. Para llegar a esta pequeña isla se tiene que tomar un ferry de 30 minutos.

En los últimos años, miles de personas fanáticas a los gatos han viajado a este lugar para ver a felinos que viven en completa libertad y generalmente reciben con ronroneos a todos los visitantes.

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Cómo se creó la isla de los gatos

Los felinos que residen actualmente
Los felinos que residen actualmente son descendientes de los primeros que llevó un pescador a mediados del siglo pasado (Getty Images)

De acuerdo con información del portal The Atlantic, los visitantes se encuentran con estos animales desde que bajan del barco en el puerto de la isla. La principal actividad económica era la pesca, sin embargo, ante la reducción de las poblaciones de animales marinos muchas personas emigraron a las ciudades japonesas para trabajar.

Mientras el número de habitantes en la isla disminuyó, la cantidad de felinos aumentó, por ello es común ver a estos animales descansando dentro de casas abandonadas. Ante el crecimiento descontrolado de los félidos, las autoridades decidieron implementar un plan de castración para reducir la población local.

Los gatos no llegaron por sí solos a la isla, fue gracias a un pescador a mediados del siglo pasado que decidió llevar unos cuantos ejemplares para tratar una plaga de ratones, sin embargo, en un acto de irresponsabilidad los felinos fueron dejados en cautiverio y a partir de ese momento su población creció muy rápido.

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Una mujer alimentando a los
Una mujer alimentando a los gatos que habitan en la isla (Reuters)

El imperio gatuno se hace notar en cada espacio de la isla, pues las actividades humanas son escasas, no hay restaurantes, ni tiendas, por esta razón las agencias de viajes piden a los turistas que lleven su propia comida y respeten a la población local.

De acuerdo con información de la agencia Europa Press, la enfermera del pueblo es la encargada de alimentar regularmente a estos animales, decenas de felinos se sientan a las afueras del centro médico para recibir un poco de comida.

El problema del turismo

La población de felinos creció de manera descontrolada por la ausencia de depredadores naturales, así que de forma indirecta se convirtieron en los gobernantes de este espacio. Los gatos no son muy quisquillosos y regularmente sobreviven gracias a la comida que llevan los visitantes como bolas de arroz, barritas energéticas o papas.

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Aunque el número de visitantes que recibe la isla los fines de semana no es muy alto, es lo suficiente para que algunos locales se digan incómodos ante las actividades turísticas. Un capitán de barco de la isla comentó para el diario local Yomiuri que nunca antes habían tenido esa cantidad de personas en la zona.

La mayoría de los gatos
La mayoría de los gatos andan en grupos grandes merodeando por la zona (Reuters)

“Nunca habíamos tenido turistas viniendo cada fin de semana. No lo entiendo, sinceramente. Es decir, aquí no hay nada más que hacer que ver a muchos gatos”, comentó sobre lo poco atractivo que ve el lugar.

El gobierno japonés consideró que la localidad es de tipo genkai shuraku o “poblaciones al límite”. Esto quiere decir que el promedio de vida de las personas que habitan el lugar es mayor a 65 años, lo cual representa un problema sociológico y político, pues lo que quieren evitar es que el mundo rural se convierta en paisajes escénicos despoblados.

Un gato con un pescado
Un gato con un pescado en su hocico en la isla de Aoshima (Getty Images)
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