El oscuro pasado de Okunoshima, la “Isla de los Conejos”

Esta isla japonesa está llena de pequeños mamíferos que disfrutan de la presencia de los humanos

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Okunoshima o la Isla de
Okunoshima o la Isla de los Conejos se ha convertirdo en un lugar turística por la gran cantidad de estos mamíferos que la habitan (Wikipedia)

En una pequeña isla ubicada en el Mar Interior de Japón se encuentra un espacio de cuatro kilómetros cuadrados que se ha convertido en una atracción turística donde podrás ver una gran grupo de conejos que andan libremente por todo el espacio e incluso disfrutan de la convivencia con los humanos.

Okunoshima o la “Isla de Conejos” cómo fue nombrada popularmente por los habitantes de la zona, y tomó relevancia en redes sociales después de que se difundiera un video donde se ve a una mujer siendo atropellada por estos animales, desde entonces el internet se ha llenado de imágenes y clips donde se ven a los pequeños mamíferos teniendo interacción con las personas.

La isla se convirtió en un sitio bastante atractivo para los turistas, no obstante, tiene un oscuro pasado pues durante inicios del siglo pasado esta isla fue utilizada en secreto para realizar armas químicas.

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El misterioso pasado

Los conejos andan libremente por
Los conejos andan libremente por la isla y se vuelven más activos cuando hay gente presente (Wikipedia)

De acuerdo con información de National Geographic, el gobierno japonés aprobó en 1929 que este territorio fuera utilizado como un campo de prácticas donde experimentaron con un gas venenoso, incluso en aquellos tiempos el lugar era conocido como la “Isla del gas venenoso”.

Un grupo de conejos fueron llevados durante esos años para practicar con ellos los efectos de las armas químicas que se estaban desarrollando en el lugar, lo que abrió a la teoría de que los animales se habrían apropiado de la isla.

Ellis Krauss, profesor de política japonesa en la Universidad de California en San Diego, comentó para el portal especializado en noticias de animales The Dodo, que todos los animales que fueron llevados durante esa época fueron sacrificados por los estadounidenses cuando llegaron a ocupar esa isla.

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“Todos los conejos de prueba fueron sacrificados por los estadounidenses cuando llegaron a la isla, cerca de 200 de los pobres animales estaban siendo utilizados en experimentos”, comentó Krauss.

Después de ese suceso surgieron diversas teorías sobre cómo fue posible que los conejos se reprodujeran tan rápido al nivel de convertirse en uno de los principales pobladores de la isla. Según Smithsonian Magazine es muy probable que se hayan liberado algunos conejos hace al menos 50 años y ante la nula presencia de depredadores pudieron multiplicarse rápidamente (se estima que la población actual es de 1.000 especímenes).

Los peligros a los que se enfrentan

En 1929 el gobierno japonés
En 1929 el gobierno japonés había aprobado que la isla fuera utilizada como un campo de prácticas (Wikipedia)

La presidente del grupo de rescate de conejos House Rabbit Society, Margo DeMello, comentó en entrevista para National Geographic que en los últimos años se disparó el número de turistas que acudían al lugar y que los conejos que habitan la isla son bastante activos cuando hay gente en la isla.

Estos animales dependen en su mayoría de los turistas, quienes son los que llevan comida al lugar para que los conejos se les acerquen, no obstante, no siempre les va bien con ello, pues puede ser que en una vez coman todo un festín y al día siguiente se mueran de hambre.

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La “Rabbit Island” pasó por un proceso de descontaminación antes de que llegaran los pequeños mamíferos, sin embargo, el futuro de los especímenes es aún incierto. Autoridades del país asiático realizaron una visita al lugar antes del inicio de la pandemia y explicaron que aún se están desarrollando planes para la sana convivencia de animales con humanos.

El Ministerio del Medio Ambiente respondió, en ese entonces, en un correo electrónico a NatGeo que las medidas para el manejo de los conejos están dictadas por el hotel que hay en el lugar, mismo que en los últimos años ha tomado una política de “no intervención” para tratar con los animales.

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