La nueva gran función que podrían hacer las abejas por la humanidad

Una investigación encontró una posible forma de estudiar los microbiomas del mundo por medio del muestreo de ADN de estos insectos

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Las abejas recolectoras tienen la
Las abejas recolectoras tienen la clave para el estudio de las ciudades (Andina)

Las abejas son una parte fundamental para cualquier ecosistema, son animales que históricamente han brindado innumerables beneficios a la humanidad por medio de la producción miel y el proceso de polinización. Como si ello no bastara, un equipo de investigación descubrió que estos insectos también ayudan a conocer el estado de salud de las personas que habitan las grandes ciudades del mundo.

Elizabeth Hénaff, investigadora de la Universidad de Columbia, Devora Najjar y Miguel Pérez, académicos del Instituto Tecnológico de Massachusetts, identificaron que las colmenas de abejas son capaces de revelar información sobre la salud humana en diferentes ciudades.

Los científicos descubrieron que las muestras de ADN recabadas de las colmenas de abejas melíferas de las ciudades de Nueva York, Sydney, Melbourne, Venecia y Tokio tenían una firma genética única y distinta a las demás.

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Un patógeno que causa enfermedades

Las abejas cuando vuelan van
Las abejas cuando vuelan van quedando entre su pelos diferentes tipos de partículas (Pixabay)

El artículo “Urbanismo holobionte: el muestreo de colmenas urbanas revela los metagenomas de las ciudades” fue publicado este 30 de marzo por la revista científica Environmental Microbiome, en este trabajo los investigadores explicaron que las abejas interactúan con diferentes componentes bióticos del medio ambiente, por lo que llevan rastros de estas interacciones a sus colmenas.

Los investigadores consideran que este descubrimiento es de gran interés científico, ya que por medio de un monitoreo de estos insectos se puede facilitar el análisis de microorganismos en diferentes ciudades del mundo.

Durante la investigación, el equipo de trabajo se dió cuenta que en el material recabado había materiales inesperados. En Melbourne la muestra tuvo eucalipto; en Tokio tenía vegetal de loto y soja silvestre; y en Venecia estaba dominada por hongos relacionados con la pudrición de la madera.

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Una de las conclusiones a las que llegaron los investigadores es que este muestreo y monitoreo realizado en el futuro puede ayudar a la comunidad científica a comprender la resistencia a los antibióticos y la propagación de enfermedades virales.

De acuerdo con Scarlett Howard, profesora de la Universidad de Monash, estos resultados muestran un uso nuevo e interesante de las colmenas de las abejas que habitan en las grandes ciudades. Las muestras genéticas utilizadas en la investigación son pequeñas, por lo que aún hace falta desarrollar a mayor magnitud el estudio.

Cómo recolectan las abejas

Esta investigación ha sido considerada
Esta investigación ha sido considerada por la comunidad científica como de gran importancia (Pixabay)

Howard, quien no participó en la investigación, en su artículo “¿Qué no pueden hacer las abejas? Estudio único de colmenas urbanas revela los secretos de varias ciudades del mundo?”, publicado por la revista digital The Conversation, explicó el proceso con el que llegan estas muestras a las colmenas urbanas.

“Las abejas a menudo viven en colmenas de 60.000 a 80.000 individuos. Cuando una abeja alcanza cierta edad, se convierte en recolectora”, detalló sobre el proceso de crecimiento que tienen estos insectos en sus grupos. En el proceso de recolección estos animales recorren en promedio 1.5 kilómetros desde la colmena a las flores.

Durante estos largos recorridos las abejas interactúan con distintos componentes genéticos y este rastro es lo que llevan hasta sus colmenas.

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Lewis Bartlett, un investigador de la Universidad de Georgia, quien tampoco participó en el estudio, explicó para la revista National Geographic que las abejas pueden ser vistas como pequeñas hojas voladoras que van recogiendo polen y entre sus pelos también atrapan otras partículas que hay en las zonas urbanas.

El académico de la universidad estadounidense explicó que el polen que recolectan de estos viajes es aprovechado por todo el grupo, mientras que los desechos terminan en una parte de escombros de la colmena.

“Es una forma realmente interesante de tomar muestras del medio ambiente”, detalló Bartlett sobre la relevancia científica del estudio publicado en la revista Environmental Microbiome.

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