Durante la Primera Guerra Mundial el papel que jugaron los animales fue decisivo: mientras por un lado había plagas difíciles de controlar como las ratas, los piojos y las arañas, por el otro estaban aquellos que se convirtieron en héroes de cuatro patas. En ésta última categoría entra el sargento Bill, un chivo que fue galardonado por su valiente papel en la Gran Guerra.
De acuerdo con la página de Veteranos de Guerra del gobierno de Canadá, Bill era originario del pueblo de Saskatchewan, y se encontraba tirando de un carro cuando se detuvo un tren que transportaba a los soldados que se dirigían al enfrentamiento.
Los militares, que se detuvieron por un breve momento, convivieron con el ganado y se encariñaron particularmente de un chivo, a lo que su dueña -una granjera de nombre Daisey- se los quiso obsequiar como amuleto de la buena suerte mientras se dirigía a Ontario, en donde recibían un entrenamiento básico.
En acción
Bill, como decidieron nombrarlo, se unió al Quinto Batallón de Infantería en la fuerza Expedicionaria Canadiense, y pronto se convirtió en uno de los elementos más importantes de la tripulación, pues tenía habilidades para advertir a los soldados cuando había un ataque con proyectiles.
Aunque se suponía que Bill no iría a Inglaterra y Francia a pelear, los soldados decidieron ponerlo en una caja para esconderlo y se lo llevaron con ellos para adentrarse a la guerra en 1917.
Ken Bell ―quien es el coordinador de exhibiciones, investigación y desarrollo en el Museo Histórico de Broadview―, dijo en 2017 a la cadena CBC que Bill fue herido en varias ocasiones con trozos de metralla y gases, aunque nunca fueron lesiones mortales.
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Se cuenta que el logro más importante de Bill fue que un día pudo advertir a los soldados de unas explosiones que ponían en riesgo su vida, a lo que valientemente reaccionó: empujó a los tres hombres a una trinchera y salvó a los canadienses por cuestión de segundos.
En otra ocasión fue capaz de acorralar a tres guardias enemigos y también era el encargado de vigilar a los prisioneros.
Estas acciones hicieron que el chivo fuera galardonado en 1914 con el premio Estrella, una medalla británica de la Primera Guerra Mundial por servir en Francia o Bélgica; con la Medalla de Servicios Generales, otorgada en Canadá; y la Medalla de la Victoria, otorgada por el Ejército y la Armada estadounidense.
Según Ken Bell, el chivo fue sometido dos veces a un proceso disciplinario mientras estuvo en el ejército: el primero por comerse la lista del personal del batallón; el segundo, cuando no lo estaban alimentando como debía y uno de los militares cometió el error de darle la espalda, por lo que Bill lo atacó con sus cuernos.
La vida en retiro
Terminada la guerra, Bill regresó a su ciudad natal y se reencontró con su dueña. Posteriormente pasó varios años pastoreando en Winnipeg hasta su muerte. Finalmente fue disecado.
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Aunque los planes eran que fuera exhibido en el War Memorial Museum, vivió por un tiempo en el Edificio Legislativo de Saskatchewan y después fue trasladado al Museo Histórico de Broadview, en donde actualmente se encuentra.
La vida de este animal fue llevada al libro infantil titulado Sargent Billy: the true story of the goat who went to war, que fue ilustrado por Kass Reich.