En la historia de los conflictos bélicos las palomas jugaron un papel trascendental pues, gracias a su fácil domesticación y la velocidad a la que vuelan, decenas evitaron la muerte de más de un militar. Algunas fueron galardonadas con medallas y reconocimientos, como fue el caso de Cher Ami, un ave que salvó la vida de casi 200 personas durante la Primera Guerra Mundial.
El uso de las palomas como medio de comunicación remonta a épocas bíblicas, cuando una paloma llevó a Noé el mensaje de que Dios ya estaba en paz con la humanidad tras el Diluvio; o bien, cuando los griegos recurrían a ellas para anunciar a las polis los ganadores de los Juegos Olímpicos.
La Primera Guerra Mundial, desarrollada del 28 de junio de 1914 al 11 de noviembre de 1918, tuvo entre sus grandes desafíos la introducción de artefactos que heredó la llamada Revolución Industrial como los aviones, el ferrocarril y los tanques o cañones.
Sin embargo, en un conflicto de gran tamaño como lo fue este enfrentamiento, la comunicación era un punto clave y el telégrafo o el teléfono no podían dar confiabilidad a quienes lo usaban, por lo que las palomas se convirtieron en elementos cruciales para ganar la batalla.
Cher Ami: salvando al batallón perdido
Entrenada por expertos en colombofilia, Cher Ami fue una de las palomas mensajeras que pertenecía al Cuerpo de Señales del Ejército de Estados Unidos en Francia durante la Primera Guerra Mundial, y que fue donada a Gran Bretaña para mantener una comunicación más rápida y segura.
Según el Instituto Smithsoniano, esta ave mensajera pudo entregar más de doce mensajes importantes durante la batalla de Verdún, el enfrentamiento de mayor duración en la primera gran guerra y en el que combatieron los ejércitos alemán y francés (éstos últimos a quien el gobierno de EE.UU ofreció respaldo).
El 3 de octubre de 1918, a poco más de un mes de que la guerra llegara a su fin, un grupo de unos 500 soldados estadounidenses quedaron rodeados completamente por los alemanes en una pequeña depresión a lado de la colina 198 del bosque de Argonne, por lo que se encontraban en una situación desesperante, desgracia a la que además se sumaba la escasez de comida y municiones para defenderse.
Estando en ese punto ciego, el batallón también comenzó a recibir ataques de las tropas aliadas que desconocían que estaban en esa posición, lo que a consecuencia dejó decenas de muertos y heridos, quedando únicamente con vida alrededor de 200 uniformados.
Según se relata en la página web de los Archivos Nacionales del Gobierno de Estados Unidos, el mayor Charles Whittlesey decidió enviar un mensaje de auxilio a través de una paloma: “Muchos heridos, no podemos evacuar”, sin embargo, el ave nunca pudo llegar a su destino porque fue abatida.
En un segundo intento, otra paloma trató de comunicarse con las tropas aliadas al llevar un texto en el que se leía: “Los hombres están sufriendo. ¿Pueden enviar apoyo?”, pero la suerte de esta paloma no fue mejor que la anterior y también murió.
La última esperanza era la Columba livia Cher Ami, a quien se le encomendó la misión de llevar un nuevo mensaje que le fue atado a la pata izquierda: “Estamos junto a la carretera paralelo 276,4. Nuestra propia artillería está lanzando un bombardeo directamente sobre nosotros. Por el amor de Dios, deténgalo”.
Cuando el pájaro intentó ir a su destino las tropas alemanas lo vieron y abrieron fuego, hiriéndola en el pecho, dejándola con la vista dañada en un ojo y con una pata colgando del tendón, no obstante, haciendo honor a su nombre, Cher Ami ―que en francés significa “querido amigo”― logró reemprender el vuelo y llegar a su palomar ubicado a 20 millas en un viaje de 25 minutos, entregando el mensaje con éxito.
Pese a que los médicos hicieron todo lo posible por salvar su pata, fue imposible reconstruirla y le injertaron una nueva hecha de madera.
Luego de un tiempo de recuperación, el propio general John J Pershing o Black Jack ―el segundo militar estadounidense que alcanzó en vida el rango de general de los Ejércitos, detrás de George Washington― embarcó al ave con destino a Estados Unidos.
Su legado
El acto de valentía de Cher Ami en el que logró salvar a 194 militares le valió que se convirtiera en el héroe de la 77 División de Infantería y más tarde fue condecorado con la Cruz de Guerra (Croix de Guerre) francesa.
Como resultado de sus heridas de guerra, Cher Ami partió de este mundo el 13 de junio de 1919 en Fort Monmouth, Nueva Jersey, pero su legado no acabó ahí, pues 12 años más tarde fue incluida en el Salón de la Fama de las Palomas de Carreras y se le concedió una medalla de oro por parte de los Organismos Organizados de Colombófilos Estadounidenses (Organised Bodies of American Pigeon Fanciers) por su servicio durante la Primera Guerra Mundial.
Tras su muerte, el cuerpo de la paloma mensajera fue disecado y reclamado por el Instituto Smithsoniano, aunque actualmente se exhibe en el Museo Nacional de Historia en la sección “El precio de la libertad”, junto al Sargento Stubby, el perro más condecorado de la Primera Guerra Mundial.
La historia de Cher Ami ha logrado trascender entre generaciones y ha sido inmortalizado en poemas de Harry Webb Farrington o libros como Finding the Lost Battalion - Beyond the rumors, myths and legends of America’s famous WWI Epic de Robert J. Laplander.
En el cine, Disney se aventuró con la película española Cher Ami… ¡y yo! (The Aviators) lanzada en el 2008 o bien la cinta El batallón perdido (2001) dirigida por Russell Mulcahy y protagonizada por Rick Schroder; en la televisión se le hizo mención en el episodio 11 de White Collar; mientras que en los videojuegos se le puede apreciar en Battlefield 1.
Aunque las palomas mensajeras cayeron en desuso en 1957, la relación entre estas aves y el ser humano continúa predominantemente con fines deportivos, mientras que algunos ejércitos aún mantienen unidades especializadas para recurrir a ellas en caso de que un conflicto estalle y haya un colapso en las redes de telecomunicación.
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