Los videojuegos independientes suelen presentar varias características comunes. Además de girar en torno a los mismos géneros -llámese roguelike, metroidvanias o aventuras meramente narrativas- también suelen estar acompañados de un apartado gráfico pixel art. Es por ello que, cuando aparece un título como The Spirit of the Samurai se siente como algo nuevo y diferente. Sucede que si bien el trabajo de Digital Mind no se aparta demasiado de lo mencionado, ya que al fin y al cabo se trata de una aventura de acción bastante lineal, presenta un estilo artístico único con animaciones realizadas enteramente en stop motion que lo convierten en un título vanguardista.
Si hay algo por lo que definitivamente The Spirit of the Samurai consigue destacar es por emplear animación stop motion, una técnica que fácilmente podemos reconocer en las películas animadas de Tim Burton. La diferencia es que, en este caso, el juego presenta objetos y personajes totalmente en 3D, pero que se ven de lado o en dos dimensiones. Es realmente notable el trabajo realizado por el estudio de desarrollo en este sentido, ya que estamos hablando de algo que no sólo necesita de mucho tiempo, sino también dinero. Y ni hablar de la gran habilidad que se requiere para crear escenas dignas de una postal.
The Spirit of the Samurai no pierde demasiado tiempo para sumergirnos de lleno en la acción. Apenas comenzamos, se nos cuenta que un samurai legendario llamado Takeshi debe proteger a su aldea de un poderoso Oni, y su horda de Tengus, muertos vivos, y un interesante repertorio de horrorosas criaturas arrancadas directamente del folklore japonés. A medida que avanzamos, la trama incorpora algunos NPC, aunque prácticamente ninguno cobra especial relevancia. Eso sí, nuestro protagonista no está sólo, puesto que cuenta con la ayuda de dos peculiares acompañantes: Chisai, una gatita que no teme en lanzarse contra cualquier enemigo; y Kodama, un pequeño pero valiente espíritu del bosque.
Después del apartado gráfico, la historia es de lo mejor que el juego tiene para ofrecer. Tiene su gancho y enriquece su narrativa con cinemáticas muy bien logradas, con planos cinematográficos que evidencian la inspiración que el estudio tuvo en el cine nipón. Todo esto respaldado por una actuación de voz que transmite las emociones de los personajes de manera efectiva. El único detalle que tengo para reclamar aquí, es que el juego no cuenta con un doblaje en japonés que, en lo personal, considero que le hubiera sentado de maravillas. Por lo demás, es un drama en su máxima expresión, que habla de la incesante lucha del bien contra el mal. Un hombre, un gato, un fantasma, y un pequeño elenco que permiten que la trama se concentre únicamente en el viaje del héroe.
El hecho de tener a tres personajes principales no es algo meramente decorativo. La gatita guerrera y el espíritu del bosque no están relegados a un plano secundario, sino que tienen sus propios segmentos jugables. La mayor parte del tiempo controlamos a Takeshi, quien lucha haciendo uso de un arco y kunais, además de con su arma principal: la katana. A medida que eliminamos enemigos ganamos experiencia, lo que hace que el samurai suba de nivel, obteniendo tres puntos para repartir entre cuatro atributos disponibles. En cuanto a las secuencias en que controlamos a Chisai, están orientadas al sigilo y el plataformeo. Por último, cuando nos ponemos en la piel del Kodama, tenemos una combinación entre plataformas y lucha, aunque con una variedad de movimientos mucho más limitada de la del protagonista.
Gracias a esta propuesta, el juego presenta una jugabilidad variada a lo largo de las 10 horas que puede llevar el terminar la aventura. Sin embargo, el camino de The Spirit of the Samurai no es uno que esté particularmente lleno de pétalos de rosas. Se nota que Digital Mind puso mucho esmero en una animación stop motion realmente impresionante, pero a costa de un sistema de control áspero, combates sosos, y un plataformeo que carece de precisión. Además, hay un tema con los objetos que vemos en primer plano, que si bien sirven para generar una sensación de profundidad, ocultan elementos del entorno. Ésto resulta un obstáculo especialmente molesto durante el combate, aunque en ciertas zonas también dificulta el poder ver con claridad las trampas que pueden matarnos de un golpe.
En cuanto al combate, el sistema planteado funciona bastante bien, aunque con matices. El juego está pensado para jugarse con un joystick, ya que con el stick izquierdo movemos a Takeshi (o a cualquiera de los personajes), mientras que con el derecho lanzamos los ataques. Lo interesante es que si movemos el stick hacia arriba, adelante, o abajo, el samurai realizará un tipo de ataque en concreto. Conforme avanzamos, aprendemos nuevas técnicas que podemos incorporar al arsenal mediante un sencillo menú, e incluso crear pequeños combos. Si bien en un principio todo fluye bastante bien y el juego se siente responsivo, no pasa mucho tiempo hasta que las costuras se hacen visibles.
Generalmente, los combates son uno a uno, y ahí funciona bien. Podemos bloquear, girar para esquivar golpes, o incluso hacer parrys para crear ventanas de ataque. Ahora, cuando tenemos que enfrentar a varios enemigos al mismo tiempo, las peleas se convierten en un dolor de cabeza. Cuando esto sucede, el movimiento de nuestro personaje se siente lento, el control parece no responder y la frustración se hace presente al tener que repetir un mismo segmento de forma reiterada. Lo mismo pasa con el plataformeo, que va bien hasta que Takeshi no se cuelga de una cornisa o cae por un precipicio al esquivar un ataque por que no se llega a distinguir donde termina el suelo.
Luego está el tema de los jefes, los cuales están bien diseñados pero carecen de patrones de ataque claros. Sin ir más lejos, el primer jefe se abalanza tan violentamente hacia nosotros que, como no reaccionemos a tiempo, estaremos en el punto de control en un abrir y cerrar de ojos. La presentación de cada uno de estos enemigos está maravillosamente lograda y presagian a todas luces un enfrentamiento épico. No obstante, la realidad dice lo contrario, puesto que no se basan en aprender o memorizar secuencias, sino de encontrar la forma de romperlos. Tal es así que cada vez que intentaba ser creativo, terminaba muerto. Esto provoca que abordar cada encuentro con un enfoque defensivo y conservador sea la mejor opción.
También hay un tema con la inestabilidad en el hitbox y nunca queda claro cual es el alcance de nuestros ataques o los del enemigo. A veces, golpes que claramente deberían impactar no lo hacen, mientras que en ocasiones somos golpeados por un espadazo que claramente pasa a un centímetro de distancia. Es una pena porque el juego nos incentiva a usar ataques diferentes de forma activa, pero la forma en que maneja las colisiones se siente desprolija.
Pese a que lo mencionado pueda parecer que estamos frente a un título decepcionante, no es así. En general, The Spirit of the Samurai es divertido, pero requiere que hagamos la vista gorda para pasar por alto todas estas cuestiones. Es creativo y único, y no hay otro juego en el mercado que haya empleado el stop motion como lo hace el trabajo de Digital Mind. Aún así, la falta de pulido no es excusa, y si el título no fuera tan lindo e impresionante a nivel visual como lo es, soportar el combate no sería tan fácil.
The Spirit of the Samurai es un juego muy creativo y ambicioso, aunque con matices. Es un juego que presenta una historia interesante, pero su ejecución a nivel jugable deja que desear. La animación stop motion es francamente impresionante, pero parece haberse logrado a costa de una falta de pulido en sus sistemas. El título pierde puntos importantes debido todo ello, aunque también gana por el coraje que tuvo Digital Mind de intentar algo diferente. A pesar de los defectos, el juego ofrece una experiencia atractiva que vale la pena explorar, porque puede que la katana de este samurai no esté demasiado afilada, pero espíritu, le sobra.