En una entrevista que Jon M. Chu, el director de Wicked, dio hace algunos años, el cineasta dijo que, en un musical, los personajes empiezan a cantar cuando las palabras simplemente no son suficientes. Wicked es un ejemplo perfecto de esto, y es por eso que ya se ha convertido en un evento cinematográfico y en la superproducción que los amantes del teatro venían esperando desde hace tanto tiempo.
En el 2016, el éxito de La La Land logró recuperar el interés por un género que estaba en extinción y nos trajo otras perlitas increíbles como la reversión de Amor sin barreras (West Side Story, 2021), la inigualable Tick, Tick... Boom! (2021) o la formidable En el barrio (In the Heights, 2021), también dirigida por Jon M. Chu. Así que es un buen momento para quienes disfrutamos de coreografías sincronizadas, manos de jazz y canciones con rangos vocales impresionantes.
Wicked: Parte Uno se estrenó con críticas muy positivas y ya se habla de todas las nominaciones al Oscar que podría recibir, incluyendo mejor película. Hay que decir que la superproducción de Universal hizo las cosas bien y logró rendir homenaje a una de las obras más exitosas de Broadway.
Empecemos por celebrar la selección de las artistas elegidas para interpretar a Elphaba y a Glinda: Cynthia Erivo y la mismísima Ariana Grande, que parecen haber nacido para ponerse en la piel de la dupla de brujas. En distintas declaraciones, el director dijo que todos los actores tuvieron que hacer audiciones. Es muy común que a una celebridad se le ofrezca directamente un papel, pero en este caso, tanto Cynthia como Ariana tuvieron que pasar por distintos procesos de audiciones antes de ser seleccionadas para sus roles.
Por otro lado, es hermoso que un musical priorice que sus protagonistas sean cantantes, algo que parece una broma pero que no sucede siempre. Erivo, por ejemplo, viene del mismo mundo de Broadway. También se tomó la decisión de que todos cantaran en vivo durante el rodaje, un recurso que le aporta un gusto extra a la mezcla.
Al mismo tiempo, el cineasta Jon M. Chu venía de adaptar la versión de Broadway de En el barrio de Lin-Manuel Miranda con un musical que consiguió revivir la magia y retomar la esencia de los cuadros musicales tradicionales, así que definitivamente fue la decisión acertada para ponerse detrás de la dirección del proyecto.
Para retomar un poco la historia, la versión teatral de la novela Wicked: Memorias de una bruja mala, de Gregory Maguire, narra el origen de las brujas Elphaba y Glinda, personajes del clásico literario El maravilloso mago de Oz de L. Frank Baum, y de la legendaria película protagonizada por Judy Garland en 1939.
Wicked empieza por el final anunciando que la bruja del oeste ha muerto con la canción No One Mourns The Wicked. Desde ahí viajamos hacia atrás en el tiempo para conocer a los estudiantes de magia de la universidad de Shiz con animales parlantes. Como suele ocurrir en este tipo de narrativas, siempre habrá una elegida, una persona que tiene un talento innato y la posibilidad de cambiar las cosas a su alrededor. Elphaba es bondadosa, especial y tiene una característica singular que va a ser esencial en el relato: su piel es de color verde.
La película cuenta una aventura clásica sobre rivales que se convierten en amigas, con un personaje excluido por la sociedad desde chica y el desafío a la discriminación, el amor y el mal versus el bien que asoma en los pasillos de Shiz en el maravilloso mundo de Oz.
Para el diseño de producción se hicieron sets reales, para que el universo se sintiera lo más realista posible: desde la plantación de nueve millones de tulipanes en campos de Inglaterra para la creación de Munchkinland hasta la construcción de un tren con un peso de unas cincuenta toneladas para Ciudad Esmeralda para limitar el uso de pantalla azul. Si bien algunas decisiones detrás de la dirección de fotografía o de la postproducción del film hacen que por momentos la imagen se sienta más lavada y “artificial” de lo que es en realidad, se puede ver y apreciar la magnitud de lo que quisieron construir.
En conclusión, Wicked: Parte Uno, consigue rendir homenaje a la fantástica obra de teatro aprovechando los recursos visuales del séptimo arte. Los cuadros musicales cuentan con algunos arreglos vocales nuevos y sorprendentes para los fans, que consiguen transmitir esa cuota de emoción y espectacularidad que necesitamos ver. Amantes de los musicales, no teman, porque el género está más vivo que nunca.