El mes pasado tuve el honor de visitar las oficinas de Capcom para probar Monster Hunter Wilds, cuyo lanzamiento está programado para febrero de 2025. Durante seis horas pude experimentar el juego desde el comienzo, explorando tanto su jugabilidad general como su estructura narrativa. Permítanme adelantarles algo: cumplió todas mis expectativas y fue mucho más allá.
La experiencia comenzó con una grata sorpresa: un enfoque narrativo mucho más sólido que en entregas anteriores. Aunque esto ya se había insinuado en entrevistas y material promocional, vivirlo de primera mano confirmó que es un cambio acertado para la franquicia. Desde Monster Hunter 3 Ultimate, he sido testigo de cómo la saga ha evolucionado, adaptándose con mapas más grandes, mecánicas mejoradas y una integración más profunda de los NPCs. Sin embargo, hasta ahora, la narrativa nunca había sido el punto fuerte de la serie, a pesar de haber dejado indicios de que el equipo quería intentar sumar narrativamente con juegos como Monster Hunter 4 y su enfrentamiento con Shagaru Magala. Esto es algo que Monster Hunter Wilds parece estar decidido a cambiar.
En este juego, nuestro personaje tiene relevancia desde el primer momento: somos el “gran cazador”, admirado por todos, y encargados de explorar nuevas tierras en busca de una civilización perdida. Esta misión se nos ofrece a nosotros, justamente, porque nuestro personaje es importante en el mundo de Monster Hunter Wilds. Este protagonismo no solo le da peso a nuestra misión inicial, sino que también agiliza el ritmo narrativo, equilibrando momentos de exposición con la emoción de cazar esos monstruos tan icónicos. Por primera vez, la narrativa se siente tan importante como la caza en sí, alejándose del modelo donde la historia era un simple pretexto para llegar al endgame, y al menos en estas seis horas de juego el ritmo de la narrativa me dejó muy esperanzado. Si se mantiene así en el lanzamiento final, podemos llegar a estar ante lo mejor de esos dos mundos: el de la jugabilidad y el narrativo.
La jugabilidad en sí mantiene la esencia de Monster Hunter, pero con innovaciones que se sienten naturales. El nuevo sistema de Focus, por ejemplo, no solo permite atacar partes heridas de los monstruos para incapacitarlos, sino que también ayuda a ajustar ataques fallidos, facilitando la experiencia a jugadores menos experimentados. Por su parte, las monturas son fundamentales en un mundo de escala gigantesca como los que nos tiene acostumbrados Monster Hunter desde su salto a consolas de sobremesa con Monster Hunter World, permitiendo atravesar biomas que presentan desastres naturales como parte del desafío de la exploración, como desiertos con tormentas eléctricas. Además, estas nuevas monturas pueden llevarnos directamente al monstruo objetivo, eliminando la frustración de buscarlo en áreas tan extensas como las que presenta el juego.
Cazar monstruos sigue siendo el corazón del juego, y en Monster Hunter Wilds, cada criatura se siente más viva y realista que nunca. Dos de los monstruos que enfrenté no estaban en la beta, y sus movimientos naturales ofrecieron combates divertidos y estratégicos, algo clave para una franquicia como Monster Hunter. La relación entre los biomas y los monstruos está mucho más elaborada, haciendo que cada criatura tenga un propósito lógico dentro del entorno donde lo encontramos, algo que aumenta la inmersión del jugador a niveles nunca antes vistos en la franquicia.
En estas seis horas de prueba, Monster Hunter Wilds dejó claro su nivel de ambición. Si el resto del juego mantiene la calidad inicial, estamos ante una entrega que promete redefinir la franquicia. Con una narrativa robusta y una jugabilidad pulida, Monster Hunter Wilds se perfila como una experiencia monumental. Solo queda esperar con ansias a febrero de 2025 para descubrir si logra cumplir todo su potencial.