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Juegos que cambiaron la historia #10 | Metal Gear Solid
Metal Gear Solid es una de la sagas más importantes de la historia de los videojuegos y su relevancia e injerencia en la industria es trascendental, incluso, hasta el día de hoy. La primera entrega, Metal Gear, salió en 1987 y, el último lanzamiento, fue en 2015 con Metal Gear Solid V: The Phantom Pain. A lo largo de todos esos años, hubo un montón de lanzamientos de la saga pero, en esta oportunidad, me centraré solamente en algunos.
Metal Gear Solid (1998), Metal Gear Solid 2: Sons of Liberty (2001) y Metal Gear Solid 3: Snake Eater (2005) marcaron a la industria de una forma que muy pocos títulos lograron. La realidad es que podríamos hacer una nota detallada de cada una de estas entregas, así como de los cambios que generaron para la industria y aún quedarían cosas para decir ya que estamos hablando de una de esas obras que resignificaron lo que son los videojuegos y lo que podían lograr.
El primer gran aspecto a mencionar es que la saga utilizó el lenguaje cinematográfico como ningún otro videojuego había hecho hasta el momento. La historia, las cinemáticas, el desarrollo de personajes y sus conversaciones, todos estos elementos están empapados de códigos pertenecientes al mundo del cine y que hasta ese entonces no se habían desarrollado de esta forma dentro de los videojuegos.
Asimismo, estas tres entregas no destacan únicamente por lo cinematográfico sino que estos elementos son adaptados y reformulados dentro de las reglas y recursos de los videojuegos. La forma de contar la historia de Metal Gear Solid, Metal Gear Solid 2 y Metal Gear Solid 3 solo puede lograrse a través de los videojuegos como un medio, y esto fue algo fascinante y disruptivo para la época.
A esto se le suma que su historia es compleja y llena de misterios. Snake, Raiden, Solid Snake, The Boss, Ocelot y Liquid, entre un montón más, se convirtieron en personajes emblemáticos de la industria y objetos de reflexiones y teorías de todo tipo debido a que todas las entregas están conectadas de alguna forma y toca temáticas muy relevantes, siendo la guerra y las armas nucleares algunos de sus principales tópicos.
Metal Gear Solid 2 y Metal Gear Solid 3 en específico tienen algunos de los giros argumentales más sorpresivos que he vivido, no solo en materia de videojuegos sino de producciones en sí. Mucha de la magia de los títulos radica en su atrapante narrativa que mezcla lo bélico con reflexiones más filosóficas sobre la vida, la tecnología, la información, la mentira, la verdad y el poder entre mucho más.
Otro de los puntos diferenciales de Metal Gear Solid es que no podemos hablar de su saga sin mencionar a su creador, Hideo Kojima. Por más de que parezca una obviedad, en la industria de los videojuegos no es tan habitual relacionar a la entrega con la mano de su director y creador como sí sucede históricamente en el cine. Cuando un director ya es reconocido, uno va a ver sus películas ya teniendo una imágen de lo que irá a ver y podrá encontrarse.
De esta forma, Kojima inauguró una nueva forma de hacer videojuegos al ponerse en el centro de la escena en una producción que rebalsa de identidad y de creatividad. “A Hideo Kojima Game”, es una frase que aparece constantemente en todas sus entregas y también forman parte de su identidad. No quiero centrarme demasiado en Kojima ya que, como dije anteriormente, se podría hacer una columna exclusiva únicamente hablando de él y su injerencia en la industria.
Lo que sí vale la pena mencionar es que Hideo Kojima es un fanático del cine, las series y la literatura, y mucho de su fanatismo se encuentran en sus juegos. Los homenajes que realiza a distintas películas y libros no son todos implícitos, sino que dentro de los juegos menciona puntualmente obras y comentarios hacia ellas. Incluso, los juegos tienen una importante participación de actores y actrices de voz como así también una alta calidad de producción en cada una de sus cinemáticas.
La saga Metal Gear Solid no solamente es historia y cine sino que también estamos ante tres de las mejores entregas de la historia de los videojuegos en cuanto a mecánicas. Los títulos se centran en el sigilo a un nivel de inmersión que, aún hoy, es difícil de encontrar comparaciones. En este mismo sentido, cada una de las entregas mejora sustancialmente las mecánicas del anterior juego siendo para mi la diferencia entre Metal Gear Solid 2 y Metal Gear Solid 3 la más notoria.
Por más que en Metal Gear Solid 2 nos pongamos en la piel de Raiden, Solid Snake es el centro de la escena en toda la saga y uno de los personajes más icónicos de la industria. No solo lleva consigo la marca de ser el héroe de la historia, sino que también cuenta con distintas simbologías que lo hacen único y reconocible hoy en día como su parche en el ojo, las cajas de cartón y hasta sus cigarros.
Otras de las maravillas de estos títulos es la creatividad para afrontar distintas cuestiones. Un ejemplo de esto es el códec que nos acompaña durante todos los juegos. Se trata de un sistema de comunicación donde hablamos con distintos personajes en nuestras misiones, y donde se encuentra una cantidad abismal de diálogos y secuencias serias y graciosas según cuando decidamos llamar a algún personaje.
Esto se volvió algo característico de la saga ya que incluso para ver tutoriales o guardar el juego teníamos que llamar a distintas frecuencias. Con muchos de estos personajes, mantenemos charlas sobre películas y libros demostrando una vez más la mano del autor en toda la obra. La creatividad no solo se encuentra aquí sino que cada juego guarda un montón de misterios, zonas e incluso easter eggs que se volvieron muy populares.
Lo mismo ocurre con los enfrentamientos contra los jefes de cada juego. Lejos de ser algo repetitivo, cada combate tiene distintas formas de resolverse y algo característico que lo vuelve único y diferente a todos los demás. Sumado a esto, algo que terminó caracterizando a la obra es que algunas formas de resolución son muy llamativas y, hasta algunas, se encuentran rompiendo la cuarta pared.
El emblemático Psycho Mantis de Metal Gear Solid es uno de los combates más recordados debido a que el personaje tenía distintas líneas de diálogo según nuestras acciones durante todo el juego e, incluso, si teníamos datos guardados de otros juegos de Konami hacía comentarios al respecto. Para vencerlo, había que actuar en la vida real cambiando el control de puerto de la consola ya que su poder era leernos la mente y lo hacía a través de ella.
Otro ejemplo de esto es The End en Metal Gear Solid 3: Snake Eater ya que, una forma de vencerlo, era cambiando la fecha del sistema de la consola a siete días después del momento previo al enfrentamiento ya que hacía que el personaje muriera de viejo, sin necesidad de combatir contra él. Todas estas cuestiones eran inéditas en la industria de los videojuegos y sorprendieron a todos los jugadores volviendo icónicas a las entregas.
A mi parecer, lo que más me maravilla de toda la saga es la mezcla de videojuego, cine y literatura que se encuentra presente en todos sus títulos y que culmina con la obra. La narrativa, la historia, sus personajes como así también sus mismas mecánicas solo pueden desarrollarse bajo estos parámetros y se complementan de una forma única que hasta el día de hoy sigue sorprendiendo te guste o no la propuesta.
En definitiva, gracias a su narrativa, su creatividad, sus precisas mecánicas, sus icónicos personajes, los sorpresivos giros argumentales y las cinemáticas con lenguajes cinematográficos entre muchas cosas más hicieron que Metal Gear Solid (1998), Metal Gear Solid 2: Sons of Liberty (2001) y Metal Gear Solid 3: Snake Eater (2005) se encuentren entre lo más destacado de la industria de los videojuegos. Actualmente, estamos a la espera de Metal Gear Solid Delta: Snake Eater, la remake de la tercera entrega de la saga y que significa el regreso de Konami volviendo a lanzar un videojuego relacionado a la franquicia.