Los videojuegos tienen el poder de evocar un sinfín de emociones gracias a que son la mezcla perfecta de diversas disciplinas. Desde un cuidado arte visual a la más compleja banda sonora, todo es atravesado por una jugabilidad que lo vuelve una obra interactiva. Sólo sucede bajo lo que parece ser una simple decisión del jugador: apretar un botón. Esa interacción única de un entorno audiovisual nos acerca e interpela con mayor profundidad que ante obras contemplativas, somos parte del juego y este existe porque nosotros lo accionamos.
Nomada Studio entiende muy bien que los videojuegos no son sólo juegos, sino que pueden convertirse en obras de arte interactivas cuando cada elemento se piensa para ser una experiencia única, que logre conmover hasta las lágrimas con el poder que confiere este medio tan particular. En 2018 el estudio oriundo de Barcelona lanzó GRIS y trajo nuevamente a la mesa la discusión filosófica sobre el rol de los videojuegos como medio artístico, debido a su fuerte impronta visual. No sólo se analizó GRIS por su gameplay, también se tuvo en cuenta que el título funcionaba como una experiencia que trascendía los límites establecidos por el propio videojuego. Nos enseñó sobre el duelo de una forma creativa y sensible, para algunos abriendo así la incógnita de si se los puede considerar como una expresión artística.
La respuesta es difusa y cae en el ámbito de lo personal sobre cómo cada uno de nosotros elegimos vincularnos con los videojuegos para considerarlos (o no) de esta manera. En el momento que jueguen Neva, probablemente esta pregunta resurja. Nomada Studio lo hizo de nuevo y nos trae un título con escenarios que presentan una fuerte impronta artística, a la vez que se entremezcla con una jugabilidad pensada como excusa para contar una historia puramente emotiva que nos interpela desde la empatía.
Alba es una guerrera que utilizaremos para atravesar nuestra aventura, pero no es la protagonista. Nosotros tampoco lo somos. Tanto el jugador como Alba son vehículos para avanzar una narrativa que en realidad pone el foco en nuestra compañera Neva, una loba blanca mágica a quién criamos desde bebé y acompañaremos en todas las etapas de su vida. GRIS abordaba los estadíos del duelo pero Neva centra su experiencia en la complejidad del vínculo entre padres e hijos en un mundo aterrador que invita a recorrer una galería de emociones. Desde la felicidad plena a la desesperación absoluta de verlos en peligro, todo está extrapolado en una jugabilidad interesante que recorre cómo esta relación se va modificando con el paso del tiempo.
La comparación con GRIS es inevitable y posee varias similitudes en los aspectos generales de su estructura como videojuego, pero con algunas diferencias. Una de ellas es en cómo se presenta la historia de este mundo con mayor claridad y sin tanto subtexto, lo cual limita la múltiples interpretaciones de la trama a diferencia de su antecesor. Conrad Roset, el director creativo del estudio, expresó que la idea de Neva radica en el nacimiento de su primer hijo junto con un contexto tumultuoso como lo fue la pandemia de COVID-19. Bajo estas premisas se le comenzó a dar forma a una historia que culmina en un videojuego que estrictamente apela a emociones puras sobre crecer, el deseo de proteger a quienes amamos y también la capacidad que tenemos de poder decir adiós en diversas situaciones, inevitables en la propia experiencia humana.
Alba y Neva son dos compañeras que sufren la pérdida de la madre de Neva en la triste pero bella cinemática que le da inicio al videojuego. Así es como nosotros, a través de Alba como nuestro nexo en la virtualidad, nos convertimos en la figura materna de esta pequeña loba para acompañarla en su crecimiento a lo largo de cuatro capítulos divididos en estaciones para hacer hincapié en el inevitable paso del tiempo. Una característica muy bien lograda del título es que en todo momento podemos llamar a Neva y, dependiendo de la situación, el tono con el Alba lo hace se modifica. Podremos escuchar en su voz ternura ante el llamado o desesperación total al verla en peligro, incluso Neva nos responde con aullidos que pondrán al jugador en un contexto de urgencia para acudir en su ayuda.
Ellas habitan un bosque infestado de seres misteriosos así como peligrosos, que consumen la vida de las criaturas. Estas entidades son misteriosas y se las dejan a la libre interpretación del jugador, pero la amenaza es una clara analogía al accionar negativo del hombre sobre la naturaleza como la contaminación y el declive social producidos por las catástrofes de los últimos años. Hay una fuerte y tangible inspiración en las obras del Studio Ghibli, tanto la Princesa Mononoke para el dúo protagonista como los enemigos que son muy parecidos estéticamente a los Sin Cara de El viaje de Chihiro.
Al igual que GRIS es un título de desplazamiento lateral y plataformas con la inclusión de ocasionales puzzles. Pero aquí se nos pone en un rol más activo al incluir combate directo con enemigos, jefes y secuencias de persecución. Alba lucha con su katana, tiene doble salto y también un esquive. Neva, por su lado, es una loba feroz que va creciendo con el tiempo para adquirir habilidades que modifican sustancialmente nuestra jugabilidad. Si bien no la controlamos directamente, es parte esencial del combate. La muerte, por lo tanto, forma parte activa de la historia y de la jugabilidad ya que podemos caer en combate. Algo que en GRIS no sucedía. La muerte aparece como un concepto inevitable que define el mundo, el juego, el vínculo de ambas y también el destino en la paternidad. Ya sea desde el miedo a la muerte o al simple paso del tiempo; en algún momento nos toca esa amarga despedida.
Cada escenario tiene un cuidado trabajo estético, el detalle en qué colores usar así como la intensidad de los mismos se relaciona con la estación en la que estamos. Para cada capítulo y cada estación tendremos una paleta de colores única que también se vincula con el momento de la vida en el cual nos encontramos con nuestra loba. GRIS apuntaba a imitar acuarelas y el uso de líneas para los contornos; Neva se acerca más a emular la obra de Monet con pinceladas marcadas tanto para los personajes como la botánica del entorno. Se utilizan muchos elementos arquitectonicos similares en ambos juegos pero Neva deja de lado las transparencias para trabajar más los planos de color y construir un mayor campo de profundidad que se asemeje a un vasto bosque, con un enfásis en las flores como figura retórica. Crecer, florecer y plantar una semilla se utilizan para describir la maternidad dentro del juego.
Recuerden que la veremos crecer y por lo tanto cambiar; la cachorra que en un inicio es distraída e inocente se representa con entornos coloridos y dinámicos. Cuando crece, el mundo a su alrededor se modifica. También, a medida que nos adentramos en el deseo de derrotar estas criaturas que consumen nuestro hogar todo cambia. Hay una analogía directa entre la pérdida de la inocencia de un niño y cómo se modifica nuestra visión del mundo que nos rodea.
La música de la banda Berlinist acompaña y acentúa cada momento de forma impecable. El trabajo conjunto de la impronta visual con la sonora elevan la experiencia de un juego que por momentos peca de simple, como GRIS, pues su fuerte no es el género al que responde sino su experiencia total. No es desafiante ni busca serlo ya que tiene incluído un modo historia que amplía la accesibilidad al título; aún así es totalmente destacable que se nota una mejora sustancial en la jugabilidad. El combate y el desplazamiento por el escenario están muy bien logrados. En cada escenario que exploré se me hizo inevitable tomar captura de pantalla, mi carpeta marca unas 110 capturas a lo largo de seis horas de juego.
Neva tiene un problema que es la similitud con GRIS. No sólo le será imposible escapar a la comparación, sino que como mencioné antes, comparte una estructura general muy parecida. Para algunos esto será un punto a favor ya que replica una fórmula exitosa de un título emotivo con una increíble dirección artística. Para otros, donde me incluyo, tal vez hubiesen preferido que Nomada utilice la increíble capacidad que tiene en desarrollo para llevar más allá la experiencia del videojuego. No deja de ser un gran título atmosférico con un bello storytelling, pero por momentos me sentí jugando lo mismo varios años después. El estilo del estudio está presente y eso siempre es algo positivo para destacar pero la vibra es demasiado similar, incluso en su jugabilidad a excepción del combate y la modificación del apartado estético.
Lo más importante en este tipo de obras es como se transmite el mensaje al jugador; Neva lo logra correctamente y de forma clara a pesar de sentirse un poco una fotocopia ocasionalmente. Tiene una identidad propia que por momentos se diluye en el formato tan apegado a su predecesor. Es una experiencia sólida sobre crecer y la dinámica cambiante de la maternidad, donde lo podremos entender tanto como hijos o padres gracias a una narrativa inclusiva llena de empatía sobre lo que significa transitar la vida hasta la muerte.
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