Toda adaptación de videojuegos al cine se convierte en un mundo de posibilidades. Desde las primeras épocas donde Super Mario Bros. (1993) o Street Fighter (1994) no terminan de dar en el clavo, pasando por clásicos de la nostalgia como la Tomb Raider (2001) de Angelina Jolie o aclamadas producciones que se dieron en los últimos años como es el caso de The Last of Us (2023) y Fallout (2024). Convertir la interacción de un jugador hacia la pasividad de un espectador que está consumiendo una producción cinematográfica de unas aproximadas dos horas, siempre fue un desafío difícil.
En el caso de Borderlands, esta travesía de pasar del joystick a la pantalla grande era mucho más tentadora porque al tratarse de un videojuego looter shooter, donde la experiencia es más multiplayer y la historia, por lo menos en su primera entrega, no termina siendo del todo protagonista, existían un montón de grises por los que esta adaptación podía moverse.
Es por eso que mis expectativas para con la película no eran las más altas, pero tampoco las más bajas. Borderlands es, sin dudas, una película extraña. Desde la producción, el concepto y el cast intenta ser fiel al videojuego de una manera tosca sin importarle el guión, su historia, sus personajes, ni el lenguaje audiovisual que una película tiene que tener para entretener en el cine. Hay muchos puntos de los cuales hablar, pero vamos a empezar por la sinopsis.
Con muchas referencias a la historia de la primera parte de la saga, Borderlands nos sitúa en una galaxia evolucionada donde seres de diferentes planetas conviven. Lilith (Cate Blanchett) es una cazarrecompensas que contratada por la Corporación Atlas, deberá volver a su planeta natal Pandora para rescatar a Tina (Ariana Gleenblatt), la hija del dueño de la corporación, de sus secuestradores.
En ese viaje intergaláctico se nos sumará Claptrap con la siempre agradable voz de Jack Black como el constante descanso cómico de la cinta, y los secuestradores de Tina que son una suerte de anti héroes llamados Krieg (Florian Monteanu) y Roland (Kevin Hart). La aventura se irá desarrollando por lo largo y ancho de Pandora mientras este incorrecto grupo de personajes va descubriendo que las cosas no son como parecían en un principio.
A pocos minutos de arrancar el film, muy centrado específicamente en el personaje de Lilith como narradora de la acción, comienzan a aparecer ciertos problemas que se repiten a lo largo de toda la película. El primero de ellos es lo increíblemente predecible que es el guión, haciendo que desde prácticamente el primer diálogo sepamos el giro principal que va a tener la historia diez minutos antes de que finalice.
Pero lo más complicado de solventar en esta experiencia es que, por momentos, Borderlands se torna una experiencia monótona. Las escenas de acción son muy forzadas, falta mucha espectacularidad y el ritmo es demasiado lento para el género de epopeya espacial al que intenta apuntar. Está repleto de referencias a franquicias como Star Wars o Guardianes de la Galaxia, pero nunca logra llegar a esos estándares.
El motivo principal por el cual podemos continuar hasta el final de la cinta es lo emocionante que resulta ver a Cate Blanchett actuar y todo lo que genera ella dentro de la ficción. Se nota que estamos frente a un personaje y a una historia que la cautivaron, porque en todas las acciones de prensa se la nota sumamente motivada al respecto, como pueden ver en la entrevista que le hicimos a ella junto a Gina Gershon. Eso se plasma en la pantalla y diría que es el motor principal por lo cual todo esto se sostiene.
El resto del elenco también acompaña, con un Jack Black que no para de ganar puntos como actor de voz en todo lo que hace y un Kevin Hart que, lejos de estar en su zona de confort, hace lo imposible por hacer que su personaje destaque dentro de un guión que no lo ayuda en absoluto. Incluso Jamie Lee Curtis, impoluta como siempre, hace brillar un poco más las escenas en el poco tiempo que aparece con su personaje secundario.
Ya vamos a hablar del desarrollo (o no desarrollo, mejor dicho) de los personajes, pero sí hay que mencionar que hay algo bien logrado en la adaptación del videojuego con los personajes. Lilith, Roland, Claptrap, Tina. Todos respetan los arquetipos de su par en los videojuegos y, sin ser una réplica uno a uno (Lilith no tiene la misma edad, por ejemplo), logran tener la esencia de cada uno de ellos.
Los esfuerzos que hace este sorprendente elenco no llegan a compensar a un guión que todo el tiempo sabotea a la película. Narrativamente, casi todo lo que sucede es porque la película necesita que lo haga y no porque el desarrollo de personajes lo permita. Hay tantas cosas puestas al azar y tantos diálogos que no tienen sentido que por momentos es hasta confuso de ver. Hay momentos “emotivos” entre personajes que dos diálogos atrás eran enemigos, y no hay ningún tipo de traspaso para generar esa empatía necesaria en la escena.
Otro desacierto es el tono general. Muy basado en los videojuegos y con la intención de hacer que lo bizarro sea entretenido, Borderlands está repleta de chistes. Hay alguno que otro que funciona, pero la abundancia le viene muy mal y la mayoría aterrizan de la peor manera, rememorándonos al peor Marvel con gags de ese estilo. Para muchos, Claptrap será un personaje odiado por culpa de esta adaptación, sentimiento que nunca genera en los videojuegos.
Es una lástima que todos estos factores no funcionen porque, desde mi lado gamer, lo que más rescato de la película es la intención de captar la esencia del videojuego y hacer una adaptación de eso. El tono, el setting, las visuales, los personajes. Todo es una constante búsqueda de llevar el Borderlands videojuego al Borderlands película, y lamentablemente, muy pocas veces esto termina en buen puerto.
Fui con pocas expectativas al cine porque me parecía que hacer una película sobre Borderlands era tan complicado como hacer una de Monster Hunter o Resident Evil, franquicias que nunca pudieron hacer pie en el mundo del cine. Aún así, tenía algunas cuotas de esperanza porque el cast era muy llamativo y el trailer no me parecía del todo descabellado.
Más allá de que encuentro algunos puntos para destacar, como el diseño de producción y la conmovedora actuación de Cate Blanchett, la realidad es que Borderlands es una película con muchos problemas atados con alambre que se van sumando y van generando un caos generalizado en una película que no termina de asentarse nunca. Si bien no creo que sean justas las críticas excesivas que hay alrededor de internet (tuvo 4% en Rotten Tomatoes), sí es cierto que Borderlands quedará en el olvido como otra adaptación fallida del mundo de los videojuegos al vasto universo del cine.