Los juegos se sostienen primariamente por dos grandes pilares. Por un lado está lo estético; cómo se ve, si gusta la dirección artística, si se entiende visualmente y demás. Por el otro lado está su jugabilidad; cómo se siente, qué tan divertido es jugarlo, que tan bien responden los controles a los comandos. Estos dos aspectos tan centrales en un videojuego, son perfectamente ejecutados en el simpático y divertido SCHiM.
Desarrollado por Ewoud van der Werf y Nils Slijkerman, y distribuido por Extra Nice y PLAYISM, SCHiM es un título en el cual controlamos a una pequeña sombra que debe volver a reencontrarse con su dueño. Para ello debemos ir atravesando grandes áreas urbanas, industriales y algunos planos astrales, moviéndonos a través de las sombras proyectadas por diferentes objetos mediante pequeños saltos. Para poder transitar con comodidad, el juego nos permite girar en diferentes ángulos la cámara, dejándonos ver el escenario desde sus 360 grados.
La historia principal sinceramente sirve de excusa para poder atravesar el juego. Nosotros, como sombra, seguimos a nuestro humano durante toda su vida. Lo vemos ir a la escuela, graduarse, enamorarse, estudiar una carrera, graduarse de la universidad y conseguir un hogar, hasta que un día como cualquier otro su pareja lo deja, lo echan de su trabajo y decide mudarse. Es en este día caótico donde tras un tropiezo nuestro humano se desprende de nosotros y ahí comienza nuestra gran travesía. Llegando al final la historia se vuelve un poco exagerada, si así se quiere, y tampoco escapa de ciertos clichés como el escenario reflexivo o los planos pseudo metafísicos, pero realmente funciona como pretexto para presentarnos diferentes escenarios.
Casi todos los niveles siguen la misma lógica: la cámara nos muestra una escena donde se indica hacia dónde tenemos que ir, y luego se centra en nosotros mismos para que entendamos a qué distancia estamos del objetivo. A partir de ahí, es nuestra misión ver qué camino tomar para llegar al lugar indicado. Para llegar allí, muchas veces debemos interactuar con objetos para que proyecten una sombra mayor, como por ejemplo esperar a que se acerque un auto para poder subirnos a su sombra proyectada, y así movernos por el mapa.
Por momentos, al ocupar el espacio de la sombra de ciertos personajes podemos controlarlos a nuestra merced, y muchas veces al interactuar con objetos recibimos una linda respuesta sonora y visual, como por ejemplo hojas cayendo de un árbol, un buzón que escupe cartas, y a veces elementos que permiten que autos avancen como semáforos, barreras y demás cosas.
En su esencia SCHiM es un juego de plataformas, parecido a una especie de Frogger moderno mezclado con puzzles simples que nunca llegan a ser realmente desafiantes. Sin embargo los controles están tan bien diseñados y el enfoque artístico está tan pulido que pareciera que estamos jugando a algo completamente diferente.
Su apartado gráfico es sencillamente hermoso. Todos los elementos físicos del juego están retratados con siluetas y los detalles aparecen en cómo están dibujados los objetos inamovibles como edificios, calles, postes y demás. El escenario respeta un color base que muchas veces representa la hora del día del nivel transitado, lo que hace que nunca tengamos más de 3 colores interactuando en pantalla, algo hermoso y ejecutado a la perfección.
De todas formas, tengo que ser sincero y decir que SCHiM no es un juego diseñado para mí, pues lo encuentro un poco repetitivo y mi tipo de juegos para relajarme son mucho más cercano a los juegos dedicados a la construcción, a los simuladores de granjas y demás. Así y todo, debo admitir que me encontré inmerso durante varias horas en este maravilloso título casi sin darme cuenta, aunque haya encontrado ciertos problemas con este título más allá de si es de mi estilo o no.
Para empezar, siento que muchas veces el ritmo del juego se estanca un poco por demás. Si bien su duración es corta, de alrededor de cuatro horas, su curva de dificultad y su manera de progresar parecieran no tener demasiado sentido. El juego no tiene mucha variación en cuanto a lo que ofrecen los niveles, y una vez que, por ejemplo hiciste estornudar a un niño, caer las hojas de un árbol, activar una luz y mover un poste, se siente como si ya hubieses hecho todo lo especial que el juego tiene para ofrecer. Esas son cosas que pueden hacerse desde el primer nivel, lo que lo vuelve rápidamente repetitivo. Su carencia de una historia interesante también fue un problema para mí, ya que no había un estímulo lo suficientemente fuerte para querer seguir avanzando en el juego. Si bien lo considero interesante y realmente hermoso, SCHiM comenzó a sentirse repetitivo ya en su tercer nivel, y ni su historia ni su jugabilidad fueron suficientes para que activamente quiera volver al juego.
En cuanto a su rejugabilidad, al terminar la historia principal podemos elegir modificadores que hacen un poco más difícil la experiencia de juego, como el desactivar el salto extra y limitar los puntos de control, haciendo un poco más táctica la experiencia de elegir por donde transitar. Estos son detalles que siempre suman, sobre todo a un juego plataformero y de puzzles, pero no es nada que realmente modifique mucho tu experiencia de juego.
Al haber probado este título en Nintendo Switch, sinceramente creo que es la consola en donde esta experiencia se siente más a gusto, a pesar de estar disponible en todas las grandes plataformas. ¿Es SCHiM el indie del año? Sin lugar a dudas no lo es. ¿Es un juego que va a cambiar tu manera de ver los videojuegos? Tampoco. SCHiM es un plataformero simple, con una estética muy hermosa y unos controles lo suficientemente bien hechos como para poder disfrutar de una experiencia de cuatro horas. Es un verdadero videojuego apto para todo público, y eso siempre será un punto extra en mi libro.
De todas formas, siento que SCHiM podría ofrecer un poco más: niveles un poco más complejos, más interacciones especiales, y algo de amor a su inteligencia artificial que nunca se siente como seres humanos vivos. sino más bien como robots que recorrerán siempre el mismo trayecto. Es un buen videojuego y, según quien, tal vez uno muy bueno. Para mi, simplemente fueron cuatro horas entretenidas y, por momentos, monotemáticas.