Allá por el 2019, The Boys nos dio la dosis de gore y violencia que necesitábamos cuando Game of Thrones decepcionaba a fanáticos de todo el mundo con su última temporada. La producción de Prime Video se ganó el corazón de todos porque era arriesgada, políticamente incorrecta, graciosa, dramática y sangrienta, y ofrecía un producto disruptivo dentro del género de superhéroes.
Basada en la historieta y bestseller del New York Times, escrita por Garth Ennis y Darick Robertson, la serie se centra en Vought, esta compañía que tiene el control sobre todos los aspectos de la sociedad (seguridad, política, entretenimiento y lo que se te ocurra) y que es comandada por un grupo de héroes abusivos, psicópatas y hasta asesinos.
The Boys es fantástica porque no se guarda nada y logra plasmar las imágenes más retorcidas y absurdas en la pantalla: desde un pene gigante capaz de estrangularte y fetiches con pulpos, hasta una extraña orgía con superhéroes. La lista es interminable.
Eric Kripke, la mente detrás de esta locura dijo en una entrevista para Amazon: “The Boys puede ser el mejor trabajo que jamás haya tenido. ¿Qué otro programa me permite escribir sobre política, capitalismo, familia y genitales explosivos, aunque no sea en ese orden?”. Cada episodio nos muestra una nueva escena inimaginable, donde sus personajes se mueven hacia terrenos inexplorados dentro de un sistema corrupto donde cualquier similitud con la realidad… ¿es pura coincidencia?
Para nuestra sorpresa, las tres entregas que tuvimos hasta el momento lograron un balance de calidad que hacía mucho que no veíamos en una producción de estas características.
¿Y qué pasa en los primeros episodios de la cuarta temporada?
La temporada de The Boys tuvo su arranque con el supe Termita y una de las escenas de sexo más bizarras y salvajes que jamás habíamos visto. Esta vez, The Boys empezó de una manera mucho más “civilizada”, sentando las bases para lo que se aproxima.
Victoria Neuman está más cerca que nunca de la Oficina Oval bajo el control de un Homelander cada vez más despiadado y peligroso y Butcher, a quien solo le quedan unos meses de vida, ha perdido al hijo de Becca y su rol como líder de la banda. Sigue cometiendo errores impulsivos y sus compañeros (donde ahora se suma Starlight) no lo quieren tener cerca de ninguna misión.
En Vought, Deep y A-Train la están pasando muy mal: son los únicos integrantes que quedan de los Seven (junto con el falso Black Noir) y nunca le tuvieron tanto miedo a su capitán, así que se ven obligados a hacer cualquier cosa que él les ordene. Sin lugar a dudas, estos primeros capítulos mantienen la esencia de la original, siguen las dosis de gore y la evolución de los personajes acompañan de manera coherente el recorrido que viene teniendo cada uno.
Homelander le repite a su hijo Ryan que “los humanos solo son muñecos para divertirse” y sabemos que esto es solo el principio de lo que podría compararse con Harry Potter y las reliquias de la Muerte: Parte 2. Se avecina una tormenta y esta entrega quiere que nos quede clarísimo de qué lado de la vereda están parados nuestros villanos y antihéroes, y para qué causa están luchando.
Como mencionamos, si bien estos primeros capítulos son sólidos, es cierto que algunas situaciones se contradicen con experiencias que atravesaron los protagonistas en el pasado. Hubo un momento en donde Butcher y Homelander no podían ni cruzarse sin que ocurriera una masacre y, de repente, pueden tener una conversación civilizada de varios minutos y seguir su camino como si nada. Aunque el contexto hoy es otro, esto no deja de hacer un poco de ruido a un espectador acostumbrado a ver a estos dos rivales en escenarios catastróficos.
Por otro lado, empezamos a sentir un efecto deja vu en ciertas subtramas: la relación amorosa de Deep con su pulpo o las huelgas de los Starlighters vs los Homelanders empiezan a tornarse un tanto reiterativas. La noticia de que la quinta temporada será la última es una acertadísima decisión para un producto que necesita una conclusión para no agotar su fórmula.
Más allá de esto, The Boys se mantiene igual de atrapante en una cuarta emisión que nunca se sintió tanto como una sátira de la era de Donald Trump y que vuelve con nuevas referencias a la cultura pop para quienes amamos odiar los clichés de la industria de Hollywood.
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