En la actualidad, cuando hablamos de videojuegos de mundo abierto, esperamos que cumplan con ciertos estandartes, un concepto que hace no tantos años cayó en una completa saturación dentro del propio género. No caben dudas que Red Dead Redemtion 2, Zelda Breath of the Wild y Elden Ring fueron los últimos lanzamientos que innovaron en la materia. Sin embargo, el juego que elevó la vara del mundo abierto fue The Witcher 3: Wild Hunt en 2015.
Para muchos, esta obra del estudio polaco CD Projekt RED es uno de los mejores juegos creados en la última década y argumentos sobran. Las aventuras de Geralt de Rivia, Yennefer, Ciri y Jaskier fueron tan relevantes en la industria de los videojuegos que no sólo lograron que la historia sea adaptada a una serie de Netflix, sino que también logró que muchos jugadores vayan a leer los libros de Andrzej Sapkowski en los cuales se basa la historia.
The Witcher 3: Wild Hunt y sus expansiones Hearts of Stone y Blood and Wine brillaron por ofrecer una historia compleja en un mundo gigantesco donde nuestras decisiones y acciones realmente afectan a nuestro entorno. Desde resoluciones de conflictos amorosos y disputas entre comerciantes hasta el destino de distintos pueblos, guerras y gobiernos, lo que hagamos y no hagamos termina siendo relevante.
En todo este entramado es donde ingresa un mundo abierto repleto de lugares para explorar, personajes que conocer y misterios que resolver. Cuando hablamos de saturación en el género de mundo abierto nos referimos, principalmente, a mundos que no se sienten vivos y funcionan más como una excusa para estirar la cantidad de horas de juego, que como una pieza trascendental para el funcionamiento del título.
The Witcher 3 terminó con el romanticismo de recorrer largos caminos para realizar misiones secundarias irrelevantes y genéricas. Descubrir nuevos pueblos y zonas con nuestro caballo Roach (o Sardinilla) es un elemento fundamental para la experiencia del juego, por lo que el mundo abierto no es una excusa sino todo un baluarte que complementa lo que la experiencia quiere generar.
El título no solo marcó un cambio en cuanto a las tendencias en la industria sino que también fue un éxito comercial sin precedentes para CD Projekt RED. The Witcher 3 vendió más de 50 millones de unidades que continúan en ascenso. Además, por más de que las dos primeras entregas también son queridas por los fanáticos, este título fue el que terminó colocando al estudio polaco en un lugar privilegiado dentro de la industria.
Con el proclamado fin de Cyberpunk 2077 (incluyendo expansión y actualizaciones), el estudio tiene planificado el retorno del brujo. Actualmente, tienen tres proyectos relacionados con la franquicia: un remake de la primera entrega que salió en 2007, un spin-off de los juegos lanzados y una nueva entrega que dará comienzo a otra trilogía.
De todas formas, cada uno de los proyectos mencionados aún se encuentran en fase de predesarrollo, por lo que tendremos que esperar mucho tiempo para tenerlos en nuestras manos. No caben dudas que las expectativas sobre lo que podría llegar respecto a la saga The Witcher son gigantescas porque la vara -y el legado que dejó The Witcher 3- se encuentra muy arriba.