El 22 de septiembre de 2011 la industria del gaming cambió para siempre. Ese año se publicaba Dark Souls, el título de FromSoftware que colocaría a la franquicia en el mainstream general y que traería consigo un mar infinito de títulos que querrían imitar, al menos, la esencia de tan increíble experiencia. Gracias a Dark Souls hoy en día tenemos los juegos denominados soulslike. Si estás leyendo esta nota, seguramente ya sabés de qué se trata este género y, probablemente, sepas también si disfrutas de esquivar, de hacer parry, de morir, de morir, de morir y de volver a intentar o, si por el contrario, esto es algo que te frustra.
Si sos de las primeras personas, seguramente tengas en cuenta la cantidad de soulslike que fueron publicados desde el 2011 hasta el día de hoy. Algunos muy buenos e innovadores, algunos que son genéricos, aburridos y con un desarrollo que deja bastante que desear, y otros tantos que quedan en el medio de ambos extremos, que simplemente existen como otro juego más de este estilo. Morbid: The Lords of Ire es un RPG de acción al estilo soulslike, pero ¿vale la pena?
Morbid: The Lords of Ire, o simplemente Morbid para los amigos, es un juego que tiene mucho más de acción que de RPG o de soulslike y eso es algo que se nota desde que uno comienza a jugar. En el título, tomamos el control de una muchacha llamada Striver, quien es la protagonista del primer juego de la saga, titulado Morbid: The Seven Acolytes. Ella es una guerrera que no sube de nivel, que no es personalizable, que no tiene diferentes atuendos que le den diferentes estadísticas ni nada por el estilo. Esta guerrera tiene encomendada la tarea de eliminar a los cinco acólitos malvados que fueron corrompidos y controlados por los Gahars.
Estos acólitos toman el rol de los jefes al final del nivel. Obviamente, el juego cuenta con una historia y un lore que se encuentran distribuidos por los escenarios pero realmente no son lo suficientemente atrapantes como para prestarles atención y ,sinceramente, no es el enfoque principal de este título, como sí lo son los sistemas de juego, el diseño de escenarios y la variedad de enemigos.
En un soulslike de esos que resultan poco satisfactorios, el sistema de combate suele ser engorroso, los enemigos son o muy difíciles o muy sencillos y el diseño de niveles tiene siempre bastantes problemas. No es lo que le pasa a Morbid: The Lords of Ire. Este juego tiene una visión positiva por sobre todos sus aspectos, pero tampoco resalta dentro del gran mar de títulos del mismo estilo.
Antes de seguir hablando del juego y sus aspectos técnicos, vale la pena destacar que esta segunda entrega de Morbid es un juego hecho por un equipo muy chico llamado Still Running y que fue publicado por Merge Games. Si uno tuviera que ponerlo en una categoría a nivel producción, sin lugar a dudas entraría en la sección más humilde de los juegos doble A. Por ende, juzgarlo con la misma vara con la que uno podría juzgar a Lies of P, otro doble A, no tiene sentido.
Lies of P es un juego que se encuentra en el top de los juegos doble A, con un presupuesto muchísimo mayor y con un equipo mucho más grande. Morbid: The Lords of Ire, por su parte, cuenta con un equipo muchísimo más modesto. En este caso, ambos títulos entraron por definición en la misma categoría de doble A pero, sinceramente, terminan siendo resultado de situaciones completamente diferentes que vale la pena tener en mente.
Volviendo al juego, como dije antes de la pequeña aclaración, esta segunda parte termina siendo un juego que no destaca, se contempla tímido e incluso tibio dentro del gran género de los RPG de acción con tintes soulslike. Las mecánicas de juego son sencillas, aunque cuentan con ciertas particularidades que le otorgan variedad. Nuestro personaje tiene un golpe liviano, un golpe pesado, la posibilidad de esquivar los ataques con una pequeña finta o con un roleo típico de los Dark Souls. Uno puede bloquear en el momento preciso para devolverle al enemigo el daño recibido y también tiene la chance de hacer un contrabloqueo que funciona como parry para poder conectar un ataque que haga muchísimo daño.
Cada arma seleccionable que uno encuentra en los mapas tiene su serie de movimientos y animaciones propias. Existen las armas que empuñamos con una sola mano, las armas que requieren ambas manos para poder agarrarlas y las armas de doble mano, como lo son las dagas o guantes de metal. Cada arma del juego tiene diferentes estadísticas que pueden ser modificadas con el agregado de runas que encontraremos dispersas por el mapa. Estas runas pueden, luego, fundirse con el arma para mantener este cambio de estadísticas permanente, haciendo que suba de categoría. Al upgradear un arma a nivel 3 podremos crear una gran runa que mantiene todas las estadísticas conseguidas en esa misma arma hasta el momento. Además de todas las espadas y hachas que encontraremos a lo largo del juego (que dicho sea de paso, son muchas y variadas), Striver cuenta con una pistola que se recarga al eliminar enemigos y que sirve para poder desestabilizarlos o interrumpir sus animaciones de ataque en momentos que uno considere necesario.
Todos los enemigos del juego cuentan con dos barras de nivel, una es la barra de vida representada con el típico color rojo y la otra es la barra de postura, representada por numerosos rectángulos azules. Al igual que en innumerables soulslikes, al bajar por completo esta barra de postura el enemigo quedará aturdido y tenemos la chance de conectar un golpe crítico que le va a reducir considerablemente el nivel de vida. En este aspecto encuentro uno de sus principales problemas: Morbid: The Lords of Ire está hecho de una forma donde el único acercamiento con sentido hacia los enemigos recae en intentar bajar la barra de postura para poder dar un golpe pesado y luego intentar conectar un parry perfecto para así bajar rápidamente la vida de nuestros adversarios.
No encontré ninguna forma para que sea divertido luchar sin esta necesidad de efectuar golpes críticos. Siento que, a diferencia de varios juegos de este estilo, Morbid vende la ilusión de libre elección y personificación (algo clásico en este tipo de juegos), pero solo funciona de una manera. Esta decisión de diseño, al menos a mí en lo particular, no me resultó positiva para con mis horas de juego. No ayuda, sinceramente, que todos los enemigos del juego cuenten con una mecánica que hace casi imposible bajarles la barra de estado si no es que utilizamos un ataque pesado, prácticamente obligandonos a utilizar esta mecánica una y otra vez.
En cuanto a la variedad de enemigos, Morbid: The Lords of Ire cumple con su propuesta aunque sin demasiadas creces. El juego cuenta con una interesante variedad de enemigos en cuanto a sus diseños y ataques, pero luego de los dos primeros escenarios empezamos a ver que lo que diferencia realmente a estos personajes no tiene que ver realmente con sus ataques, sino más bien con la variedad en su diseño. Los enemigos suelen tener combos de tres ataques seguidos, aunque a veces son cuatro y dos de ellos, movimientos que el jugador no puede bloquear. Más allá de esto, todos los enemigos se comportan de formas muy similares, con algunos cambios conforme va avanzando el juego pero con las suficientes semejanzas como para sentir que realmente solo hay tres tipos de villanos en todo el juego, quienes simplemente cambian su skin dependiendo el escenario.
La dificultad no es demasiado elevada pero tampoco se siente injusta. Sin embargo, Morbid: The Lords of Ire se equivoca a la hora desplegar grandes cantidades de estos enemigos al mismo tiempo. En este soulslike, vas a estar peleando mínimamente contra un grupo de tres enemigos al mismo tiempo, algo que se vuelve agotador de forma casi instantánea. La IA de los enemigos hace que ataquen todos al mismo tiempo, lo que muchas veces te pone en la situación de tener que luchar de una manera caótica y desorganizada para poder seguir avanzando. A diferencia de otros juegos del mismo género, los enemigos no parecieran estar atados a zonas de agresión, lo que hace que te persigan por todo el escenario hasta el punto en el que se vuelve imposible esquivar el conflicto para llegar rápidamente a un altar seguro.
Entonces, el mayor problema con los enemigos de este juego es que por algún extraño motivo los jefes finales de los niveles -los acólitos-, se sienten mucho más fáciles de vencer que los enemigos normales o los jefes opcionales del mapa. Esto se torna decepcionante, ya que por obvias razones, uno pasa más tiempo intentando atravesar el mapa que peleando contra el jefe final, el cual tiene una introducción y una música particular y única para cada enfrentamiento. Esto se siente fuera de lugar, ya que sin ser un experto en este género, no hubo jefe que me costara vencer en más de tres intentos. Siento que una de las cosas más bonitas de este género son las desafiantes peleas contra los jefes, algo que en Morbid: The Lords of Ire queda completamente opacado.
Tampoco pude disfrutar mucho del diseño de los escenarios, que parecieran compartir todos exactamente la misma estructura lineal. Si bien hay lugar para una exploración que es recompensada con diferentes ítems, no es divertido transitar los niveles, su diseño visual es correcto pero no destaca, su estructura se basa en caminos largos para luego desbloquear atajos que simplifique la forma de llegar a la pelea final del escenario. Todos los niveles cuentan con jefes secundarios y una serie de altares que funcionan como las fogatas, las tumbas o las capillas en los diferentes juegos del género, desde donde tendremos la posibilidad de viajar rápidamente a otros altares del mapa, elegir ítems y levelear aspectos de nuestro personaje.
A lo largo del juego iremos recolectando experiencia de enemigos caídos. Sí, experiencia. Ni runas, ni almas, ni nada por el estilo. Experiencia que no perdemos a la hora de morir y que sirve para desbloquear diferentes bendiciones que le dan un modificador diferente a nuestra protagonista como, por ejemplo, más vida, más estamina o más velocidad de ataque. Cada una de estas bendiciones puede ser upgradeada hasta tres veces, dándonos aún más del beneficio inicialmente planteado. Este es un sistema novedoso, pero al igual que la gran mayoría de los otros aspectos del juego, no sentí necesidad de prestarle demasiada atención.
Nuestra área de descanso, y donde se encuentran los NPC que vamos conociendo a lo largo de nuestra experiencia de juego, es una catedral llamada Hall of Redemption, que invita a la exploración pero que, salvo por un par de items, no tiene mucho para ofrecer. Y acá está el problema central de Morbid: The Lords of Ire. Estamos frente a un juego que no destaca en absolutamente nada. No es novedoso ni hace énfasis en la importancia de sus mecánicas, no es creativo en cuanto al diseño de niveles, y el apartado gráfico y visual termina siendo del montón.
Dicho esto, entendemos que ser un desarrollo común y corriente es, al mismo tiempo, su gran virtud teniendo en cuenta, sobre todo, la envergadura de su desarrolladora. No es un juego que sea producto de un mal desarrollo, ni el hecho de que no destaque significa que sus diferentes aspectos no sean correctos a nivel técnico o conceptual. Sí, es verdad que los enemigos se parecen bastante entre sí, pero llegando al final del juego esto pierde importancia porque la pequeña variedad ofrecida resulta suficiente como para que no se sienta extremadamente monótono. Y sí, es verdad también que el juego no innova en ningún aspecto en cuanto al combate, pero tampoco se siente lento, engorroso o descuidado. Me encontré varias veces inmerso en la propuesta gracias a lo mecánico de su combate: defender, rolar, atacar, hacer parry, defender, curarme, atacar, etc. El ABC de cualquier juego soulslike se encuentra en este título y, por ello, cumple. Ni más, ni menos.
Creo que si nunca probaste un exponente de este género o solo lo hiciste con los grandes títulos, Morbid: The Lords of Ire no es el lugar más divertido para empezar a jugar soulslikes. Sin embargo, si sos fanático del género y ya jugaste los miles de títulos que respetan los pilares de este tipo de juegos nacidos de las entrañas del Dark Souls, no será -para nada- una mala elección. Es entretenido, tiene sus dosis de gore, es ridículo por momentos y con un sistema de combate que tiene lo suficiente como para que podamos sumergirnos en su propio universo.
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