Se puede decir de todo de Atlas, menos que es aburrida. Y de hecho, se está diciendo de todo. Pero muchas de esas críticas vienen montadas sobre los prejuicios que despiertan siempre este tipo de producciones de género y, quizás también, sobre los delicados debates vigentes sobre la inteligencia artificial. También, muchas de las críticas apuntan a la inexplicable impopularidad de Jennifer López, que se sigue esforzando por ganar el corazón de la audiencia y su lugar en Hollywood como actriz de peso.
En esta película de ciencia ficción original de Netflix, la actriz y cantante encarna a Atlas, una brillante y antisocial analista que se especializa en inteligencia artificial y en sus potenciales repercusiones. El mundo en el que se desarrolla la historia es el de un futuro no tan lejano y no tan improbable, en el que la IA ha alcanzado un nivel de avanzada tal que cobra consciencia y se convierte en una amenaza inminente para la sociedad.
Por supuesto, la primera referencia que se nos viene a la cabeza es la de Terminator 2: El juicio final (Terminator 2: Judgment Day - 1991) y la misma Jennifer López admitió en la conferencia de prensa de Atlas haber basado su personaje en la inolvidable Sarah Connor de Linda Hamilton. También, en una entrevista para Malditos Nerds | Infobae, confesó haberse inspirado por la teniente Ripley de Sigourney Weaver en la saga original de Alien. Las dos máximas exponentes del cine de acción y ciencia ficción de la época, que quedaron marcadas a fuego en la cultura popular.
En Atlas, la protagonista tiene una historia personal de traumas ligados a la inteligencia artificial, en especial con Harlan, el antagonista encarnado por Simu Liu (Shang-Chi y la Leyenda de los Diez Anillos). Su madre fue la científica que desarrolló los mayores avances en relación a esta tecnología y murió como consecuencia de ellos. Los detalles se omiten al principio de la película, pero a lo largo de la trama se irá develando de forma muy orgánica cómo se relacionan con la infancia de Atlas y de dónde sale su interés y capacidad para detener esta amenaza.
A través de una serie de recursos narrativos muy efectivos como recortes de noticieros y videos de seguridad, nos enteramos en los primeros minutos de película que Harlan reclutó a un ejército de robots y escapó del planeta hacia un paradero desconocido, desde donde planea la contraofensiva. Pasaron décadas y Atlas ya es una adulta, pero no hay rastros de la ubicación de la amenaza. Ahora la milicia finalmente tiene una pista, y la involucran en la misión para confirmar el paradero de los terroristas.
Con esta información, el General Jake Booth (Mark Strong) decide enviar una misión a cargo del Coronel Elias Banks (Sterling K. Brown) al planeta enemigo. Este se opone firmemente a involucrar a la analista Atlas Shepherd por considerarla impulsiva e inestable, además de no tener entrenamiento militar. Finalmente, Atlas logra incorporarse a la misión, pero rápidamente todo toma un curso inesperado y termina sola en un planeta dominado por las máquinas.
Forzada a usar una exoarmadura para tener posibilidades de sobrevivir, Atlas se rehúsa a linkearse mentalmente con la inteligencia artificial, un procedimiento común para los soldados. Este es el verdadero conflicto de la película, una lucha de voluntades entre la protagonista y la IA conocida como Smith, un gran acierto de doblaje a cargo de Gregory James Cohan (The VelociPastor). Es una de esas historias donde el personaje principal debe aprender algo sobre sí mismo y abrirse para crecer, permitiéndose sanar en el proceso.
Si bien la trama puede sonar genérica, su diferencial está en el gran corazón de la historia y la relación entre estos dos personajes. Con un guion de ritmo impecable y diálogos muy efectivos, es fácil empatizar con la protagonista y su conflicto interno, que resuena con el externo. La historia alcanza momentos muy emotivos gracias a la construcción progresiva de la relación entre sus protagonistas y la acción se siente real, con verdaderos riesgos para sus personajes.
La batalla final es lo más flojo y genérico de la película, pero el camino es tan disfrutable que es difícil no perdonarle ese desliz. Incluso se siente muy cuidada en el aspecto visual para una producción de estas características, que por lo general pecan de terminaciones desprolijas y poco efectivas, incluso para el ojo menos entrenado. Pero Atlas es una película más cercana a esas que estábamos acostumbrados a ver en los noventa, puro entretenimiento formulero con una cuota de humor y emoción.