“Es una ópera Rock and roll”. Así define la actriz argentina a la superproducción que tuvo su estreno en el circuito de festivales con críticas muy positivas y una ovación de ocho minutos en el Festival de Cannes.
A diferencia de lo que vimos en el film de 2015 con Charlize Theron, la precuela nos ofrece un marco mucho más completo de los distintos elementos que componen este mundo, en el que habitan distintas tribus y lugares como Citadel y Ciudad Gasolina.
La historia está contada a través de capítulos de la vida de Furiosa, desde que es pequeña y es secuestrada por The Warlord Dementus (un irreconocible Chris Hemsworth) hasta el momento en el que comienzan los sucesos que veremos en Mad Max: furia en el camino.
Pero más allá de los escenarios desérticos y de la recreación de este futuro distópico, esta es una película sobre venganza, en donde al igual que en Kill Bill, lo único que motiva a su protagonista es asesinar a quien le arrebató a su familia mientras intenta sobrevivir en el yermo post apocalíptico que nada lo perdona y que solo encuentra violencia a su alrededor.
Anya Taylor-Joy (La bruja, Gambito De Dama, El Menú) casi no tiene diálogos. Furiosa habla solo en los momentos en donde lo encuentra estrictamente necesario y solo se comunica cuando su vida depende de ello. De lo contrario, se expresa a través de la mirada y de las acciones de la actriz, que para el papel tuvo que aprender a manejar distintos vehículos y superar una secuencia de acción que fue rodada a lo largo de 78 días con un equipo de 200 especialistas.
La acción es una parte importantísima dentro de la saga de Mad Max y George Miller lo sabe muy bien: dedica todo el tiempo que considera necesario en hacer que una escena de persecución en el desierto con explosiones, motocicletas, autos y camiones grúa se diferencie de las otras quince secuencias que ocurren con el mismo paisaje arenoso.
El problema de Furiosa es que a veces se olvida de contarnos una historia dentro de una estructura narrativa coherente: el ejemplo más claro de esto es el de una voz en off que aparece en algunas ocasiones y que le otorga al film una impronta de fábula que solo se sostiene en esos escasos momentos.
Por su parte, Dementus (Chris Hemsworth) se convierte en un villano demasiado caricaturesco, incluso para los parámetros de Mad Max. No se terminan de entender sus motivaciones personales, más allá de estar ahí como un agente del caos que funciona para alimentar la furia de la protagonista.
También es extraña la elección de dividir la historia en capítulos de acuerdo a las distintas etapas que transita el personaje. Esto termina por perjudicar y contradecir el ritmo acelerado que necesita el cineasta para mantener a su espectador atrapado en las dos horas y media de duración de su superproducción.
En conclusión, Furiosa es una película que hay que ver en cines IMAX por sus impactantes escenas de acción, acompañadas de un diseño de sonido y de arte que logran recrear a la perfección el universo pretendido y transportarnos a una experiencia completamente inmersiva.
Si bien no logra estar a la altura de la fantástica -y en su momento transgresora- Mad Max: furia en el camino (quizás de las mejores del género del siglo XXI), el espectador va a poder formar parte de un mundo que se siente como estar en un juego adrenalínico dentro de un parque de diversiones.