RAKUGAKI es un plataformero 3D que, en su esencia, es un juego divertido y desafiante. Pero la clara falta de tiempo de desarrollo y un último golpe de horno lo deja varios escalones atrás.
En lo que es un ingenioso rejunte de las mejores mecánicas de juegos de plataformas en 3D, encontramos un producto que, en algunas de sus áreas más importantes, se le siente fuerte el apuro o la falta de presupuesto.
En RAKUGAKI, encarnamos a Vakah y su grupo de artistas revolucionarios que quieren derrotar a la maligna corporación B y a su jefe, Mr. Buff. En un afán de regalarnos a un villano carismático y con un objetivo de dominación mundial bien cliché, Bowser, Gruntilda, o Eggman se ven bien representados.
Claro, dentro de su olvidable premisa, tenemos un juego de aventura al mejor estilo vieja escuela, noventero, en donde los poderes y el grafiti son la clave. Las mecánicas de movimiento, y su resolución de probemos en milisegundos, son lo que sostiene al título de Wabisabi Games.
En todo lo que respecta a sus puzzles, y sus objetivos por nivel, coleccionables, y secretos, encontré en RAKUGAKI lo mejor de títulos como Crash Bandicoot, Super Mario 64, Banjo-Kazooie y hasta Sonic Adventure.
Si le sumamos el componente frenético y desafiante de esos desafíos finales de cualquier Mario 3D, parecería que tenemos una joya entre manos. Ni hablar del componente de speedrun que sus tiempos finales y su lista de coleccionables nos regalan.
Para hablar solo de su “nivel a nivel” y el sentimiento de progreso entre distintas plataformas y acertijos, decir “divertido” se quedaría corto. RAKUGAKI es frenético, osado, y con un diseño de niveles que ya sorprende en sus primeros capítulos.
Lamentablemente, es en su pulido, en la conexión de sus mecánicas de transversalidad y el diseño de jefes en donde RAKUGAKI pierde autoridad, y no se consolida como el plataformero 3D que quiere ser.
Con una variedad de niveles notoria, no así de enemigos, Valah utilizará sus poderes de latas de pintura para explorar Cap City. De color gris y sin emoción, Valah es el color y la rebelión, mientras que Mr. Buff representa lo aburrido y monótono.
Es Valah quien nos da realmente la diversión en sus plataformas y puzzles, pero es Mr. Buff quien con sus jefes finales y sus armas poco diseñadas y testeadas, nos termina alejando de RAKUGAKI. Casi poético, diría.
La poca cantidad de cinemáticas, el abusivo uso de situaciones y charlas en 2D, se suman a una interfaz de usuario inexistente, que por momentos parece sacada de un proyecto de prueba de cualquier motor gráfico.
Ninguna falta en RAKUGAKI le hace justicia a lo frenético, y por momentos frustrante, que es su jugabilidad. La capacidad de hacer mucho con Valah y sus pocas mecánicas de movimiento, sumado a algunas exclusivas por nivel, es envidiable.
Es claro el rumbo que Wabisabi Games quiso tomar, y también la influencia de Gearbox en algunas cuestiones como su apartado gráfico, o las presentaciones de personajes principales, que gritan Borderlands por todos lados.
Así y todo, salvo en su jugabilidad, es muy fácil verle los hilos a RAKUGAKI. Nos da una sensación de que faltó un golpe más de calor, una vuelta más, para llegar a ser el plataformero 3D que quiere, y que por breves momentos, logra ser.