Hubo una época en la que Capcom lo tenía todo. Era la edad dorada del arcade y la compañía japonesa parecía no tener límites. Los salones recreativos estaban repletos de sus clásicos, de 1942 a Ghost n’ Goblins y desde Final Fight hasta Strider. Siempre había un gabinete con alguno de sus juegos y esta afirmación pasó a ser una ley implícita de la industria luego del lanzamiento de Street Fighter II.
Fue una de las pocas empresas que supo transicionar al desarrollo hogareño con sagas de la talla de Mega Man y a su vez adaptando sus franquicias de arcades para el público de consolas. No hubo una generación de hardware en la que no haya estado presente, pero también estuvo cerca de perderlo todo.
Para el momento en el que la industria de los arcades comenzó a morir, Capcom ya había echado raíces en el mundo de las consolas. Las colecciones con sus clásicos de 8 y 16 bits llevaban sus franquicias a un público en constante renovación, mientras que Resident Evil hacía estragos en todas las tiendas. Aún cuando la gallina de los huevos de oro parecía haber alcanzado su límite, supo revitalizar la fórmula con Resident Evil 4 y literalmente cambiar el rumbo del Survival Horror por segunda vez en menos de una década.
Sin embargo, algunas de sus franquicias no lograrían dar el salto generacional y quedarían estancadas en ese limbo que separa el éxito crítico del comercial. Dos de las más importantes, Street Fighter y Mega Man, estuvieron al borde de desaparecer pero siempre hubo un haz de luz al final del túnel.
En el caso de Street Fighter fueron los crossovers con los personajes de Marvel. X-Men vs Street Fighter y la saga Marvel vs Capcom mantuvieron el interés por los juegos de pelea aún cuando pasaron de ser una pasión de multitudes a títulos para un nicho selecto. En la época en la que solo Mortal Kombat vendía millones de copias y Street Fighter 3rd Strike había pasado sin pena ni gloria, el futuro de la franquicia parecía incierto.
Pero Capcom tiene un instinto valioso para dejar descansar sus franquicias, lo que en su momento parecía fruto del azar hoy en día se puede entender como un plan a largo plazo. Once años después de la última entrega numerada, Street Fighter IV vuelve a encender el interés por un género olvidado y lo revoluciona al igual que el clásico de 1991. Mega Man, en cambio, ha luchado por sobrevivir a través de los años pero solo se mantiene vigente a través de colecciones de los clásicos de antaño.
Este año, por séptima vez consecutiva, Capcom ha conseguido superar sus propios récords de ventas. Desde que la saga Resident Evil sobrepasó las 100 millones de copias vendidas en 2020, la compañía japonesa no ha dejado de crecer. Lo hizo superando inclusive las adversidades que sus propias decisiones habían ocasionado. El ejemplo más claro es el de Resident Evil 6, un juego que en papel sonaría fantástico pero que cuando se lanzó consiguió romperle el corazón a los fanáticos de todos los estilos de juego. Luego de una seguidilla de títulos mediocres, apostaron todo a un cambio radical de perspectiva y tomaron como norte aquel legendario teaser jugable de Silent Hills.
En 2017 Resident Evil VII le devolvió el prestigio a la saga, pero fue su secuela Resident Evil Village la que demostró que no se trataba de una casualidad: Capcom había vuelto a tomar el control de la situación.
Monster Hunter es la segunda franquicia más vendida de Capcom y, si bien desde su lanzamiento siempre tuvo un público fiel, no fue hasta 2018 que alcanzó el éxito arrasador por el que es conocida actualmente. Monster Hunter World fue el título que cambió todo para la franquicia y su expansión Iceborne no hizo más que multiplicar su éxito.
Al día de hoy ya lleva más de 25 millones de copias vendidas, y a esto debemos sumarle todo lo vendido por Monster Hunter Rise y su expansión Sunbreak. Todo esto sucedía mientras Street Fighter V se recuperaba de su desastroso lanzamiento original de 2016 con la actualización gratuita Arcade Edition que le devolvió, en parte, el prestigio y lo estableció como el protagonista absoluto de los torneos EVO. Sin embargo, todavía faltaba una pieza más para completar el puzzle.
En 2019 se lanza Resident Evil 2 Remake y Capcom arriesga todo para recuperar por completo el respeto de la base de fanáticos. Muy pocas empresas se animarían a tocar un clásico indiscutido, un juego perfecto. Un año después, Square Enix haría lo propio con Final Fantasy VII (una tarea aún más ambiciosa y riesgosa) pero el mérito de reimaginar una entrega fundacional para la saga y transformarla en un título moderno a la perfección quedará siempre en el legajo de Capcom.
A partir de entonces, la compañía japonesa ha mantenido un ritmo de publicación casi anual para sus entregas. En 2021 salió Resident Evil 3 Remake, seguido por Resident Evil Village un año más tarde, y el año pasado volvieron a repetir el éxito abrumador con la remake de Resident Evil 4. Y mientras el Survival Horror favorito de las masas recuperaba su lugar en el olimpo del gaming, el equipo dirigido por Takayuki Nakayama se preparaba para volver a tomar el mundo de los juegos de pelea por las astas.
Street Fighter 6 tuvo un lanzamiento ideal, cosechando elogios de la prensa y la comunidad a la vez que rompía récords de venta. ¿Su secreto? Apostar a renovar la fórmula sin perder de vista la esencia de la saga, con una jugabilidad balanceada, personajes con estilos de batalla variados y un apartado técnico exquisito. Capcom entendió que para estar a la altura del legado de Street Fighter tenían que apelar tanto a la base de usuarios fieles como a los nuevos jugadores, por eso hicieron foco en el apartado de práctica y los tutoriales.
Así consiguieron un título atractivo y quizás el más amigable para los principiantes, pero con la profundidad necesaria y la experiencia de batalla balanceada que requiere un juego que apunta a ser un esport. Hoy en día, con Akuma apareciendo a lo grande, Street Fighter 6 se mantiene firme tanto en ventas como en popularidad.
Capcom es responsable de algunas de las franquicias más importantes de la industria. Una de esas empresas que participaron de todas las etapas del gaming, publicando y desarrollando para todas las plataformas disponibles y una de las pocas que ha sabido adaptarse a cada cambio de paradigma. En la constante experimentación ha visto una buena dosis de fracasos, claro, pero siempre ha sabido resurgir de sus cenizas. Hace un poco más de diez años dábamos por muerta la saga Resident Evil, sin embargo lograron encontrar la forma de revivirla y llevarla una vez más a lo más alto del género.
Con Street Fighter hicieron lo mismo, incluso han apostado a franquicias nuevas como Exoprimal y apostado por una secuela de culto como Dragon’s Dogma 2, que además ha superado las expectativas comerciales y de crítica. Es una empresa legendaria pasando por una nueva edad de oro, con suficientes franquicias latentes como para seguir sorprendiéndonos y éxitos modernos que demuestran la calidad de sus desarrollos.