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X-Men ‘97 - Episodio 9
Llegamos al segundo acto de la trilogía final de episodios y la serie revival de X-Men sigue desafiando los límites de todo lo que vimos hasta ahora en las adaptaciones de Marvel. Por un lado, al nivel de la historia y sus personajes, complejizando cada vez más los ideales, discursos y métodos de sus protagonistas y el mundo en el que viven. Por el otro, con el despliegue visual del que es capaz el medio animado, algo que nunca podría reflejarse en una serie o película live-action con la misma verosimilitud.
Hay algo también en el ritmo de esta serie y la velocidad a la que sucede todo, que demuestra que está mucho más interesada en contar una historia concreta y hacer avanzar la trama que en mantenernos entretenidos con relleno y parafernalia. Casi no hay tiempo para procesar lo que pasa en cada episodio, excepto entre semana y semana. Sin dudas, la decisión del estudio de lanzar esta serie por episodios todos los miércoles a nivel mundial, coincide con la visión de sus creadores y las necesidades de su público.
En el episodio nudo de la trilogía final, las dos facciones clásicas de los X-Men finalmente se enfrentan en una batalla campal a la altura de las circunstancias. Reunido con sus primeros alumnos -Scott y Jean-, el Profesor X intenta justificar sus decisiones, pero se encuentra con el rechazo de sus más fieles discípulos. La ejecución de esta escena dramática es un lujo de lenguaje cinematográfico, con decisiones tan acertadas como un plano cortado al medio por las estructuras derrumbadas de la escuela, que divide a Xavier física y emocionalmente de los Summers.
Este es solo el comienzo de un episodio que estará atravesado por duras conversaciones y aún más difíciles decisiones, al contraponer directamente los puntos de vista diametralmente opuestos del Profesor X y Magneto. El reencuentro de los dos históricos protagonistas y sus visiones confrontadas para lidiar con el problema de la intolerancia de la humanidad se da en las primeras escenas del episodio, abriendo paso al curso de acción que va a tomar cada bando. Ya se agotaron las palabras y las instancias de negociación.
Los X-Men se dividen en dos equipos, dorado y azul, para frenar a Bastion y Siniestro por un lado y enfrentar a Magneto por el otro. Con la Academia destruida, recurren a su vieja base de operaciones para recuperar los trajes clásicos. Esto da lugar a uno de los mejores chistes y referencias meta de la temporada, cuando Cíclope alude a los trajes de cuero negro de la adaptación live-action, que a su vez se burlaban del clásico uniforme amarillo de la serie animada de los noventa.
También nos regala una de las secuencias animadas más bellas de la serie, con Jean Grey enfrentándose a Siniestro en una batalla que homenajea los trazos de los cómics sesentosos. El regreso al minivestido verde y antifaz amarillo para Jean Grey es llamativo, ya que puede significar una regresión a su etapa de Marvel Girl o el final de la saga Dark Phoenix en las páginas. De cualquiera de las dos maneras, habla de un cambio en su identidad y quizás hasta de un sacrificio en pos del bien común. Mientras que el regreso a los trajes clásicos del resto de los X-Men también señalan su nueva posición como individuos dentro del equipo.
El reencuentro de Ororo y Jean hace eco en las palabras de Kurt del episodio anterior: “La sangre es sangre, pero la familia se elige”. Mientras que la reincorporación de Forge al equipo les da a los X-Men una ventaja táctica sobre los Centinelas Prime. Cable también se suma a la misión y su enfrentamiento en este episodio será una de las revelaciones más fuertes de esta temporada. A la par, el otro equipo toma por sorpresa el asteroide de Magneto y nos da una de las batallas cuerpo a cuerpo más épicas de la historia de Marvel, con un final que se atreve a todo y deja las expectativas por el cielo para el último episodio.