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X-Men ‘97 - Episodio 7
Desde que arrancó la temporada, cada episodio de X-Men ‘97 tiene algún diferencial con respecto a los demás, que hace que la serie se supere a sí misma constantemente. Ya sea en animación, diseño de escenarios, en construcción narrativa, carga dramática o política, desarrollo de personaje, secuencias de acción o incluso romance, el revival de los mutantes ha sabido reinventarse una y otra vez a los largo de sus 7 episodios emitidos hasta la fecha.
Nunca nos podemos acomodar demasiado con esta serie, porque nunca sabemos qué nos espera. Esa anticipación y sentido del riesgo es lo que ha mantenido la conversación abierta semana a semana, superando ampliamente las expectativas iniciales. Este episodio en particular se caracteriza por una excelente construcción de diálogos, repleto de frases sabias, respuestas filosas y citas a grandes figuras de la humanidad. Lo que hasta ahora parecía ser exclusividad de Hank McCoy, aka Bestia, se extiende a todo el elenco de personajes.
El primero en hacer gala de su sensibilidad y elocuencia es Kurt (Nightcrawler), quien en su carácter de monje, da una hermosa eulogia en un funeral. El timing también es impecable: después de un episodio de revelaciones y regresos, la serie nos da el tiempo para detenernos a llorar a los caídos en Genosha y procesar las pérdidas. La joven Júbilo no entiende por qué Rogue no asiste a la ceremonia, pero la mutante está muy ocupada procesando su duelo de otra manera.
Los límites de la tolerancia entre humanos y mutantes son puestos a prueba una y otra vez en este episodio, preparando el terreno para lo que viene: el gran arco final dividido en tres partes, que seguirá elevando la apuesta dramática y estética de la serie. Genosha se transformó en un escenario devastador de post-guerra, con campos de sobrevivientes donde nuestros mutantes van a prestar su ayuda. Enfrentados con su propia mortalidad, Júbilo convence a Roberto de que es hora de hablarle a sus padres sobre su verdadera identidad.
Esta se convierte en una de las subtramas que más le habla al nuevo público de lo que siempre se han tratado los X-Men: un refugio para el que se siente diferente y rechazado por la sociedad. Para alivio de Roberto, su madre reacciona amorosa y comprensivamente, pero por otro lado le pide mantener oculta su identidad. Está preocupada tanto por las reacciones de los intolerantes, como por el bienestar de la empresa familiar y los prejuicios de sus accionistas. Toda la escena es una perfecta recreación de un coming out, con Júbilo actuando como soporte emocional.
De vuelta en Genosha, el escenario de muerte y destrucción al que se enfrentan los mutantes comienza a repercutir en la moral del grupo, que tras las demostraciones de odio se siente más inclinado a aceptar que Magneto tenía razón y que quizás el Profesor Xavier no imaginó el alcance de la intolerancia humana con sus pacíficos métodos de resistencia. Incluso Bestia se ve tentado a asumir que su humana preferida -la reportera Trish Tilby- ha alcanzado un límite de tolerancia con los mutantes y la difícil situación que se encuentran viviendo.
Entre los escombros, encuentran a algunos mutantes aún con vida, e incluso una que ha desarrollado nuevos poderes para sobrevivir: la telépata Emma Frost convirtió todo su cuerpo en diamante, soportando la presión del derrumbe. Scott se ilusiona por un momento con haber encontrado a Madelyne aún viva, y Jean comprende la magnitud de la pérdida. Por su parte, Rogue protagoniza un emotivo momento junto a su “hermano adoptivo” Kurt.
Para la mutante, el dolor asume la forma de la violencia: harta de la diplomacia, decide atacar las instalaciones militares diseñadas para contener a Hulk, donde se encuentra el General Thaddeus Ross. Su objetivo es conocer el paradero de Gyrich, a quienes todos creen responsable por la masacre. A tal fin, se encuentra con un personaje emblemático de Marvel en una instalación secreta del ejército, en uno de los cameos más anticipados de la temporada.
La mutante se dirige sola al escondite de Gyrich, una prisión de lujo que solo acrecienta su furia. Por primera vez en la serie la vemos usar sus poderes de absorción de recuerdos, en una escena que anticipa su radicalización. La contención del grupo será clave para ayudarla a procesar su pérdida, aunque no contenerla del todo. Guiados por un arrepentido Bolívar Trusk, los X-Men se dirigen a una instalación secreta donde encuentran experimentos destinados a su exterminio, con tecnología del futuro.
Ante la negativa de Trusk de brindarles más información, ya sea por falta de conocimiento o de voluntad, Rogue tiene un nuevo ataque de furia. Pero la ira de la mutante no solo la pone en un camino peligroso para su propia redención, sino que además activa un protocolo de seguridad con una amenaza nunca antes vista por los X-Men. Tras la batalla, vuelve a hacer acto de presencia el viajero del futuro que no pudo detener los sucesos del quinto episodio.
Jean reconoce al hijo de su clon, pero el mutante la rechaza de su mente con frialdad. Sin embargo, el reencuentro con Scott aporta cierta emotividad al momento, que pasa demasiado rápido. La amenaza es inminente, y el equipo debe averiguar de qué se tratan las siglas OZT que acaban de descubrir. Justo antes de que termine el episodio, se revelará al nuevo villano aliado de Mr. Sinister, quien tiene de rehén a un personaje clave que creíamos muerto.
Todo esto prepara el terreno para el gran final, en el que nuestros mutantes deberán enfrentarse a una amenaza aún más grande que la de Genosha y tomar decisiones de vida o muerte. Es probable que todos los elementos que aparecieron hasta ahora a lo largo de la temporada estén presentes en este gran arco final: viajes en el tiempo, control mental, personajes que vuelven de la muerte, seres alienígenas y una galería impresionante de héroes y villanos enfrentados en la gran batalla por la tolerancia.