Don McKellar es un realizador conocido como parte de la “Nueva Ola de Toronto”, un grupo de cineastas emergidos de la ciudad canadiense entre en la década de los ochenta y los noventa. Como buenos discípulos de David Cronenberg, estos jóvenes vanguardistas escribían y dirigían (e incluso actuaban) en sus propias películas, representando una ruptura con el sistema comercial de los estudios hollywoodenses.
Ahora es el guionista, co-director y productor ejecutivo de la nueva miniserie original de HBO, un sello de calidad para cualquier ficción, y especialmente una con este equipo. Porque la producción además cuenta con un director de lujo: el cineasta surcoreano Park Chan-wook (Old Boy, Decision to Leave), que también oficia como productor ejecutivo. Y con un elenco encabezado por Robert Downey Jr., Sandra Oh, David Duchovny y otras grandes estrellas, además de una troupe de actores vietnamitas inédita para una producción occidental.
Basada en la premiada novela homónima de Viet Thanh Nguyen, la serie de siete episodios sigue la historia de un hombre franco-vietnamita que sirve como espía de las fuerzas comunistas durante la guerra de Vietnam. Narrada en forma de flashback a raíz de una confesión forzosa, la ficción pone en tela de juicio el relato americano de la Guerra de Vietnam y la forma en que el conflicto fue retratado en la cultura popular.
En diálogo con Don McKellar, pudimos hablar en profundidad sobre estos temas que impulsan la narrativa y su interesante proceso de producción:
—¿Cómo se hace realidad un proyecto tan ambicioso como este? De la Nueva Ola de Toronto a trabajar con Park Chan-wook en la dirección, con un elenco casi enteramente vietnamita.
Don McKellar: —¡Me hago la misma pregunta todos los días! (risas) Me reuní con Park Chan-wook, con quien ya había trabajado escribiendo un guion hace unos diez años. Creo que todo empezó porque yo había hecho una película llamada Blindness (2008), que solo fue popular en América del Sur y en Corea del Sur. Así que cuando él buscó hacer algo en inglés, se contactó conmigo. Nos llevamos muy bien, yo estaba en un momento extraño en mi vida y él me ayudó mucho. Nos divertimos y -aunque nuestra historia no parece compatible- todo se dio muy fácil, teníamos buena conversación y gustos similares.
Por supuesto, ¡amo sus películas! Cuando escribes, lo mejor es encontrar un director para el que te emocione hacerlo. A veces, cuando me encuentro trabajando en mis guiones, digo ¡este es un momento totalmente Park Chan-wook! Funciona de esa manera. Así que cuando empezó esta producción, uno de nuestros productores vietnamitas obtuvo los derechos del libro y habló con el autor. Viet (Thanh Nguyen) le dijo que había sido parcialmente inspirado por las películas de Park Chan-wook y que sería el director de sus sueños.
Así que nuestro productor canadiense me preguntó si podríamos trabajar juntos, ya que no creíamos que quisiera hacerlo solo, por todo el trabajo que implica una serie de televisión. ¡Y eso fue todo! Cómo llegó después a HBO es otra historia.
—¿Cómo fue el proceso de selección del elenco? ¿Cómo encontraron al protagonista perfecto para el Capitán?
Don McKellar: —Lo genial de hacer esto y trabajar con un elenco en su mayoría vietnamita es que, afortunadamente, no había grandes estrellas vietnamitas que estuviéramos forzados a usar. Por supuesto, hay actores vietnamitas muy experimentados en el elenco, pero ningún nombre familiar para la audiencia estadounidense, así que tuvimos libertad de elección. Eso es una gran bendición.
Hicimos un gran casting internacional, básicamente en cualquier lugar que tuviera una gran diáspora vietnamita… ¡que son muchos países! (risas) Así que tuvimos agentes de casting en toda Europa, Australia, Canadá y Asia. Por supuesto también en Vietnam, y se difundió muy rápido la novedad. Nos comunicamos con centros comunitarios, clubs y grupos de todos lados. Es una serie muy divertida de hacer, al no ser la mayoría del elenco americano.
Robert Downey Jr. básicamente lleva la antorcha por Estados Unidos. Hoa (Xuande), nuestro protagonista, es australiano. Sus dos amigos son canadienses, Sandra Oh también, y los directores somos de todos lados. Fue muy emocionante ver todo el proceso. La gente audicionó una y otra vez. Hicimos audicionar al pobre Hoa tantas veces que decíamos que si pudo soportar este proceso, podría soportar uno de los campos de re-educación.
Porque es un rol muy desafiante, él realmente lleva la serie adelante: todo es desde su perspectiva, tiene que ser encantador, tiene que hablar vietnamita, ¡pero es fantástico! Estoy muy orgulloso del elenco que conseguimos.
—¿De dónde salió la idea de darle varios personajes a Robert Downey Jr?
Don McKellar: —Todo el mérito es de Park Chan-wook, fue su idea. Habíamos estado hablando del hecho de que en el libro existe esta figura recurrente, como un arquetipo del sistema patriarcal de Estados Unidos. Y aunque sean diferentes ideológicamente, comparten una cierta relación con el Capitán y su educación. Son mentores que lo ayudan, pero a la vez son paternalistas y de alguna manera, poco confiables.
Y nos planteamos la pregunta de ¿cómo mostramos que son interdependientes sin ser repetitivos? Y Chan-wook un día dijo: ¿qué tal si todos son interpretados por el mismo actor? Como Peter Sellers en Dr. Strangelove (1964) y Lolita (1962). E inmediatamente pensé que era increíble, porque dice lo que estábamos tratando de decir temáticamente, sin tener que explicitar que son similares. Todos son cómplices, todos comparten intereses comunes, porque son literalmente el mismo hombre.
Y a la vez, es una especie de chiste, como el “racismo invertido” de que todos los blancos son iguales. Y funciona psicológicamente desde el punto de vista del Capitán también, nos recuerda que todo está narrado a través de sus ojos, desde su perspectiva. Y luego, por supuesto, teníamos que conseguir a un actor que pudiera hacerlo. Y nuestro elegido fue Robert Downey Jr ¡Gracias a Dios que aceptó! (risas)
—Cuando leíste por primera vez el libro y te involucraste en este proyecto, ¿cómo encaraste la adaptación?
Don McKellar: —Es raro, pero tuve una reacción muy personal al libro. Es una historia de coming-of-age política ambientada en los setenta, y yo era joven en esa época. La sensación de ser un extraño en tu propia vida me hizo conectar a un nivel personal. Pero también, los elementos de género me atraparon mucho.
Y hablando con Chan-wook, él también quería que explotemos los aspectos más de género en la serie, como el espionaje. Hacer que la misión fuera una mayor prioridad para el Capitán, de alguna manera. No quiero criticar el libro, pero creo que él también pensó que ese aspecto se trasladaría mejor a una serie de televisión. ¡Eran escenas muy Park Chan-wook!
Por ejemplo en el primer episodio, cuando Bon está teniendo esta gran pelea de fondo, mientras el Capitán tiene una conversación muy seria con Man y no le presta atención. ¡Sabía que Chan-wook la iba a amar! Seguramente lo hará en una toma. Que lo hizo, dicho sea de paso, solo que no lo mostramos en una sola toma.
Cosas como esas fueron las que influyeron en la forma en que estructuré y cambié internamente algunos aspectos de la historia, jugando con eso. Y la voz, por otro lado. Una gran parte del proceso al principio fue cómo traducir la voz del libro, estilísticamente. Sin tener una voz omnisciente en off, algo que no queríamos. Nos encantó la idea de que fuera un interrogatorio, básicamente una voz en off bajo coerción, medio forzada.
—La serie parece ser una adaptación muy fiel del libro, salvo del detalle de que la producción estilo “Apocalipsis Now” es en California, en vez de Filipinas. ¿Esa fue una decisión práctica o creativa?
Don McKellar: —Ese cambio en particular fue creativo, de hecho. A nivel presupuesto no importaba, puedo garantizarlo. Hubo un par de razones: históricamente, comprimimos un poco los tiempos, entre 1975 y 1976. En realidad no se filmaron películas de Vietnam en países extranjeros hasta Apocalipsis Now, que fue alrededor de 1977. Las primeras sobre el tema fueron filmadas en Estados Unidos, a partir de The Green Berets (1968), que fue en Georgia creo. No se parece en nada a Vietnam, y eso es parte del chiste.
Además pensamos que era más realista. Esas películas tenían que tener cooperación de grupos militares norteamericanos, ya que necesitaban helicópteros y artillería pesada. Ese fue otro aspecto que tratamos de mostrar: había una especie de confabulación con los congresistas, la maquinaria de guerra y la industria del entretenimiento, aunque parecían estar en desacuerdo ideológicamente.
Pero también, en mis primeras conversaciones con Viet, le dije que quería integrar más ese pasaje en la historia. Que es fantástico y muy memorable en el libro, pero es una especie de alegoría, como un desvío por única vez. Y quería mantener a nuestros personajes principales vivos, para poner al frente a Lana, reunirlo con su amigo Bon, mantener viva a la comunidad vietnamita. Y también para darle (al Capitán) un nuevo propósito, para que no abandone completamente su misión con el General.
Así que fueron ideas creativas. Y a Viet le encantaron, por cierto. Solo dijo que extrañaría a los filipinos, porque era otro país asiático para poder incluir en la mezcla. Pero le encantó cómo conectamos todo.
—¿Y hubo algún otro cambio significativo al libro? Quizás lo más notable es el cambio en el tono.
Don McKellar: —Estoy muy contento porque se siente una adaptación muy fiel al libro. Y creo que los lectores que conocen el libro podrán encontrar sus grandes escenas favoritas, con grandes secuencias de acción. Porque el libro es muy rico en términos de cultura pop, hay muchos pasajes que se sienten naturales para hacer una película.
Más que nada tratamos de focalizar un poco más, mantener todo prolijo, porque quizás el libro es más picaresco. Y tratamos de cambiar el foco de los personajes, quizás sus relaciones con las mujeres. Porque hay muchas guionistas mujeres en este proyecto.
—Especialmente para los más jóvenes, la Guerra de Vietnam es historia antigua, o conocen solo la versión cinematográfica. ¿Esperan recordarles o enseñarles algo con esta serie?
Don McKellar: —Sí, son básicamente cincuenta años desde la guerra, pero siento que es una guerra que realmente nunca murió en el imaginario colectivo. Como dices, sigue apareciendo en la cultura popular. Es probablemente la guerra de la que más sabemos exclusivamente por las películas, lo cual es único. Una bendición y una maldición al mismo tiempo, diría. (risas)
Porque implica muchas perspectivas distintas de la guerra, y preconceptos que se siguen repitiendo una y otra vez. Pero a la vez siento que tampoco nunca murió en términos de política exterior estadounidense, desde 1975, que fue un punto de inflexión para las relaciones internacionales. Todo tuvo que ser reconsiderado después de Watergate con respecto a la Guerra de Vietnam.
Pero parece que esa es una lección que se sigue enseñando una y otra vez cada año, y con cada guerra subsiguiente los paralelismos con Vietnam siguen surgiendo. Recuerdo que cuando empecé a escribir esto, fue alrededor de la retirada de Afganistán y todos los diarios decían “Oh, es como la caída de Saigón”. Y ahora con las últimas guerras, hay otros paralelismos obvios. Así que, en ese nivel creo que lamentablemente es bastante oportuno.
Y creo que les presenta una opción a los televidentes de decir: esta es una guerra de la que has escuchado, tienes ciertas historias, pero échale un vistazo desde otro lado si no eres vietnamita. Porque tuvo lugar en Vietnam, la gran mayoría de los que murieron fueron vietnamitas, fue en su tierra y de alguna forma ha sido marca registrada de Estados Unidos. Y me parece muy tonto hacer eso con una guerra.
Por eso, vean que hubo otro lado, y entiendan que de ese lado también hay complejidades y también hay divisiones. Así que espero que el mensaje principal es que si se lo toman en serio, sea con empatía y humildad. Retroceder un par de pasos del lugar desde donde examinamos estas guerras y darse cuenta de que hay dos bandos, como mínimo, en cualquier guerra.
—Esta fue descrita como una guerra literaria. ¿Crees que la serie puede aportar otra perspectiva a la forma en la que se conoce popularmente e invitarnos a ver el conflicto bajo otra luz?
Don McKellar: —Sí, absolutamente. La imagen que tenemos de la Guerra de Vietnam viene mayormente de la cultura popular. Y eso es terrible, pero a la vez es inseparable de la guerra. Por eso el libro y la serie también reexaminan la representación de las guerras en la cultura popular, esa especie de sutil poder diplomático que ejerce Estados Unidos desde su producción cultural y cómo influye en nuestra visión de la guerra.
Así que sí, de alguna manera ese es el proyecto, mirar la forma en la que contamos historias sobre la guerra y agitarla un poco. En este caso, empezamos con Vietnam y la perspectiva vietnamita. Y podemos expandirnos desde ahí. Y ver cómo ese cambio de perspectiva nos permite reconsiderar las películas, la televisión y la narrativa del mundo.