No se puede hablar de David Benioff y D.B. Weiss (también conocidos como D&D) sin mencionar el polémico final de la adaptación que los catapultó a la fama internacional, la popular Game of Thrones. Aunque es un poco injusto que esa conclusión desprolija y apurada haya opacado el trabajo de tantos años construyendo una de las más grandes épicas de fantasía de todos los tiempos. Tan grande, que abrió la puerta a muchas otras producciones del género y logró que el público masivo se llevara bien con propuestas mágicas llenas de dragones y zombies.
De todas maneras, si queremos ser justos, tendríamos que darle el crédito a una serie que vino muchos años antes que Game of Thrones (2011-2019) y que sentó las bases para las producciones de género mainstream, cambiando para siempre la forma en que consumimos series. Lost (2004-2010) fue ese primer gran fenómeno televisivo, que recuperó el legado de shows como Los expedientes secretos X (1993-2018) y Buffy, la Cazavampiros (1997-2003), dramas de temporadas larguísimas en torno a lo paranormal y sobrenatural. Lost fue, definitivamente, la que instaló el género como algo aceptable en dramas prestigiosos de horario prime time.
Pasaron muchos años y la televisión dio paso al streaming, las formas de producción y distribución cambiaron para siempre, y las plataformas son las nuevas cazadoras de talentos y franquicias potencialmente exitosas. Y por supuesto, después del éxito de Game of Thrones, la pulseada era por quién se quedaba con la dupla D&D. La cadena HBO no tardó en confirmarles otra serie, pero todo se vino a pique antes de que terminara la producción. Lo mismo ocurrió con una supuesta nueva trilogía que encabezarían para la saga de Star Wars.
Entra Netflix con la propuesta de adaptar una popular serie china de libros, llamada El recuerdo del pasado en la Tierra y popularmente conocida por el nombre de su primer libro, El problema de los tres cuerpos. En 2014, la obra del autor Liu Cixin se convirtió en la primera novela escrita en otro idioma que fue premiada en los prestigiosos premios Hugo a la literatura de ciencia ficción. Aunque al momento había varios intentos de llevarla a la pantalla, todavía ninguno se había concretado. Y pasaron otros largos tres años -pandemia de por medio- para que estrenara esta.
Con varios actores del elenco de Game of Thrones y el protagonismo de Eiza Gonzalez (Baby Driver, I care a lot), Benedict Wong (Doctor Strange) y Jonathan Pryce (Los dos Papas), la serie sigue las misteriosas muertes de varios miembros de la comunidad científica alrededor del mundo. El misterio policial da pronto paso a la ciencia ficción, cuando un grupo de amigos y ex compañeros de la facultad empiezan a experimentar una serie de extraños fenómenos que parecen desafiar todas las leyes de la ciencia y no tener explicación.
La historia en la actualidad corre en paralelo con una serie de flashbacks de la China comunista en la década del sesenta, y una investigación clasificada que desemboca en un inesperado desenlace, conectándola con el presente. En esta subtrama, se hace mucho hincapié en el elemento humano, dando un panorama bastante completo de las motivaciones de un personaje clave. Sin embargo, en la trama principal del presente todo ocurre bastante rápido y desprolijamente, desperdiciando un enorme potencial.
Quizás el misterio no se beneficia del formato Netflix, en el que se pueden devorar los episodios de una temporada completa sin tener que esperar a la semana siguiente. De hecho, a mitad de la temporada sentimos que ya estamos entrando en el terreno de una segunda parte, y que se queman cartuchos demasiado rápido. Incluso algunas decisiones parecen no tener ningún sentido ni consecuencia en los hechos principales, llevando a la ejecución de escenas que desentonan con -justamente- el tono general de la serie.
Sin embargo, El problema de los tres cuerpos en cuestión y el misterio de un peligroso videojuego, nos mantienen en vilo durante la primera parte de la temporada. Hacia la segunda mitad, se develan las verdaderas razones detrás de estos fenómenos y se invierten las dinámicas de poder entre los protagonistas, dando lugar a nuevos misterios y algunas problemáticas de índole ético y moral bastante siniestras. Acá entramos en el terreno del drama puro, no siempre bien llevado.
Para los fanáticos de la ciencia ficción o los amantes de un buen misterio, El problema de los tres cuerpos puede ser una atractiva propuesta, tan atrapante como desprolija. Para el público general, quizás no tiene lo que hizo que sus antecesoras fueran tan famosas, especialmente la posibilidad de debatir los misterios semana a semana y elaborar rebuscadas teorías. Sin embargo, está lo suficientemente bien construida como para encariñarse con los personajes e interesarnos por ellos a futuro, en caso de que se confirme una segunda temporada. Y por supuesto, enganchar a toda una nueva audiencia con los libros que dieron origen a la serie.