Crecer en los noventas tenía un encanto particular. Había una ignorancia absoluta que nos invitaba a llenar nuestras jóvenes mentes de conocimiento que se encontraba en la tele, los medios escritos o en la calle. Los arcades, salones recreativos o simplemente “los jueguitos” eran parte del último grupo. Un lugar repleto de sonidos de chiptune, efectos especiales y canciones provenientes de los gabinetes gracias al denominado “attract mode” que nos invitaban a probar todo tipo de videojuegos a cambio de una ficha. Uno de mis favoritos era Snow Bros, un típico arcade de acción y progresión por pantallas protagonizado por Nick y Tom, dos hombres de nieve que debían rescatar a dos princesas secuestradas.
En aquel entonces el argumento no debía tener sentido. Nadie esperaba, ni debería esperar, una narrativa profunda en un juego cuya función primordial era mantenerte enganchado gastando dinero. El juego desarrollado por el estudio japonés Toaplan tenía algo que pocos arcades de la época lograban: un balance exquisito entre desafío y sensación de recompensa.
Cada nivel tenía una forma de ser completado en cuestión de segundos, de forma perfecta y nos recompensaba con fajos de dinero. Estos representaban puntos extra y, por supuesto, nos acercaban a conseguir la tan ansiada vida extra. Pero la magia estaba en que no había situaciones irreversibles ni ataques que se sientan injustos, todo podía esquivarse y para cada obstáculo había una solución.
Snow Bros era una de esas joyas que provocaba una audiencia espontánea. Había habilidosos jugadores que podían terminarlo con una ficha y ahí detrás estábamos los curiosos espiando la pantalla e intentando aprender sus secretos. Una de sus particularidades era que podía jugarse en cooperativo y, cuando los dos jugadores conseguían todos los poderes, se volvía una fiesta de bolas de nieve gigantes. Y no hacía falta ser un gran jugador, la jugabilidad era clara, simple y efectiva. Durante los gloriosos noventas, era una máquina infaltable en cualquier sala de arcades que se precie, en especial en los que estaban en la cercanía de la playa o en las ciudades balnearias.
El juego de Toaplan fue un éxito de ventas y rápidamente fue porteado a las plataformas más populares de la época. Hubo una versión de Amiga muy digna y una irresistible edición portátil para Game Boy que contenía diez niveles extra, para alcanzar un total de sesenta. La consola de 8 bits de Nintendo también tuvo un port que supo capturar la esencia del arcade a pesar de las limitaciones de hardware, con un apartado sonoro fantástico y una jugabilidad pulida al extremo. Rápidamente, se transformó en uno de los juegos más divertidos para jugar en cooperativo, al punto que la mismísima Capcom decidió editarlo para el mercado norteamericano.
La mejor versión hogareña, y la única desarrollada por Toaplan, fue la de Sega Mega Drive. Las bondades del hardware de 16 bits de Sega le permitieron a la desarrolladora japonesa mejorar su obra original, añadiendo una serie de cinemáticas que expandían la simple narrativa clásica y modificando la propuesta jugable. Los escenarios de siempre ostentaban más detalles y decoraciones, mientras que el chip de sonido hizo que las composiciones de Osamu Ōta brillen como nunca.
Pero lo mejor era que, luego de superar los cincuenta niveles y rescatar a las princesas, Nick y Tom eran capturados y debíamos rescatarlos superando veinte nuevos escenarios jugando como las princesas. Sin dudas uno de los mejores títulos del catálogo de la consola de Sega y, por supuesto, fue incluido en ambas versiones de la Genesis/Mega Drive Mini.
Snow Bros recibió una única secuela exclusiva para arcades en 1994 que continuaba el estilo de juego, incorporando nuevos personajes seleccionables con un estilo de combate propio. Las reglas eran las mismas, con algunas incorporaciones en forma de secretos y bonus, dejando como mayor diferencia la manera en la que cada personaje despachaba a los enemigos. A pesar de ser un juego divertido y técnicamente mejor que su predecesor, Snow Bros 2: With New Elves se distribuyó en cantidades bajas y nunca llegó a explotar su potencial debido al cierre de Toaplan tras declararse en bancarrota.
Hoy en día se puede disfrutar en Android y Nintendo Switch, aunque en versiones diferentes. La de celular es un port de arcade pero sin la opción de multijugador, mientras que la de Switch es una remasterización mediocre con algunos pros y varias contras. En primer lugar tiene treinta niveles nuevos, pero no incluye los veinte extras de la versión de Mega Drive ¿Por qué? No hay porqué. En segundo lugar, cambiaron los sprites por unas versiones alisadas sin la opción de volver al arte original. Y por último, no cuenta con coop online. Es cierto que tiene un modo nuevo que nos permite desbloquear a los enemigos y jugar con ellos, pero hay que pagarlo aparte y cuesta el 50% del juego completo.
Snow Bros es una de esas sagas olvidadas que supieron enamorar a varias generaciones de jugadores durante la edad dorada del arcade. Si bien es cierto que durante décadas estuvo olvidada y que los ports modernos no están a la altura de las circunstancias, el 2024 puede ser el año para los fans de Nick & Tom. El año pasado se anunció una secuela oficial llamada Snow Bros. Wonderland a cargo de Clear River Games y Tatsujin. Esta vez la jugabilidad va a ser 3D, con esporádicos eventos con la perspectiva clásica y con una propuesta más cercana a una aventura en cooperativo.
Los trailers muestran un apartado técnico simple y vistoso, con una estética que recuerda a un juego de Nintendo 64 y varias instancias de puzzles interesantes. La fecha de lanzamiento no está confirmada pero, si todo sale bien, antes de fin de año los usuarios de PlayStation y Switch volverán a repartir bolas de nieve, pero esta vez con los hijos de nuestros queridos hombres de nieve noventeros.