Estamos en la era de películas que buscan apelar a la nostalgia y atraer a nuevas generaciones en simultáneo. Al igual que como hicieron con Jurassic World: Dominion, Ghostbusters: Apocalipsis Fantasma reinicia la franquicia pero trae de regreso a los icónicos Bill Murray, Dan Aykroyd, Annie Potz y Winston Zeddemore para mezclarse con sus nuevos personajes y recordarle a sus espectadores que las cosas cambiaron pero no tanto.
En Ghostbusters: Apocalipsis Fantasma, la familia Spengler vuelve al lugar en donde empezó todo -el icónico cuartel de bomberos de Nueva York- para formar equipo con los Ghostbusters originales, que han desarrollado un laboratorio de investigación ultrasecreto para llevar la caza de fantasmas al siguiente nivel. Pero cuando el descubrimiento de un antiguo artefacto desata una fuerza maligna, todos deben unir sus fuerzas para proteger su hogar y salvar al mundo de una segunda Edad de Hielo.
La verdadera protagonista de esta aventura es Phoebe (Mckenna Grace, Gifted), la menor de los Spengler y quizás la más incomprendida y brillante de todos. La película se centra principalmente en cómo deberá encontrar su lugar como la más joven de los Cazafantasmas y en las consecuencias que pueden traer algunas de sus decisiones. Por otro lado y para tristeza de muchos, Paul Rudd se convierte en un personaje secundario en esta aventura. Si no te gusta el actor son buenas noticias pero seamos sinceros… ¿a quién no le cae bien Paul? Esto termina siendo un problema ya que los momentos más entretenidos del film vienen de la mano de las ocurrencias del profesor Mr Grooberson y las participaciones de Stantz y Venkman.
Ghostbusters: Apocalipsis Fantasma tiene todo lo que los fans de las originales quieren ver: está la emblemática estación de bomberos, el ECTO 1 y un montón de referencias e easter eggs. Desde los lentes que usa Phoebe y el casco hecho con el colador de Rick Moranis (Querida: Encogí a los Niños) hasta la inclusión de uno de los mejores temas de la historia del cine: ¿A quién vas a llamar?
El problema es que cuando salimos de todo esto, no hay un guion que logre sujetar la película y llevarla a buen puerto.
La segunda parte del reboot termina tomando aspectos que nos recuerdan a La Momia de Brendan Fraser con otros de Jurassic Park y tiene bastante de las aventuras de las originales, pero hay demasiados elementos dando vueltas y todos se resuelven de una manera sumamente predecible.
La primera entrega funcionaba muchísimo mejor porque había una historia más interesante y mejor construida detrás: la introducción de los Spengler, su llegada al pueblo y a la extraña casa del abuelo Egon, el personaje de un Paul Rudd maravillado por el recuerdo de los cazafantasmas y la emoción de ver por primera vez a los protagonistas originales.
Acá no hay nada de eso: la producción dirigida por Gil Kenan (también guionista de Ghostbusters: Afterlife) no termina de convertirse en un producto atractivo porque todo lo que vemos ya lo experimentamos en la película anterior y el enigma de esta segunda parte no llega a ser lo suficientemente sólido para mantenernos atrapados en sus dos horas de duración.
Lo que sí funciona en Ghostbusters: Apocalipsis Fantasma además del buen uso de las referencias, es el timing de comedia: ver a Paul cantar un pedacito de la canción de Ray Parker, la interacción entre Murray y Aykroyd o las escenas de Kumail Nanjiani (Eternals) como el dueño del objeto poseído pueden ser suficientes para tener a un espectador conforme en la sala.
Por lo demás, hay que saber soltar en el momento justo y esta secuela no logra estar a la altura de la primera entrega del reboot. Y ni hablar de las de los ochentas.