Rise of the Rōnin llega el 22 de marzo de manera exclusiva para PlayStation 5 y se trata de un título que combina de buena manera combate, historia y mundo abierto. Por más de que estemos hablando de una exclusividad, sigue siendo un título third party, ya que fue desarrollado por Team Ninja y no por estudios pertenecientes a PlayStation.
Lo primero que quiero destacar es que la entrega se acerca más a experiencias como Assassin’s Creed y Ghost of Tsushima que a los souls, por más que tome algunos elementos de este género. Quienes sean jugadores de las obras anteriores de Team Ninja, estarán familiarizados con muchas de sus mecánicas y, posiblemente, sea una entrega que cumpla con sus expectativas.
Antes de ponerme a jugar con este título, lo que menos pensaba es que la historia iba a ser lo que más me iba a atrapar y llamar la atención. Aún más, teniendo en cuenta la última entrega de Team Ninja, Wo Long: Fallen Dynasty, que disfruté bastante pero sentí que la historia dejaba mucho que desear. Esta vez, nos encontramos con una narrativa más que interesante y una toma de decisiones basadas en los vínculos y en el gran repertorio de personajes que tiene.
Nos pondremos en la piel de un rōnin, con una historia ambientada -lógicamente- en Japón a finales del Siglo XIX, donde el país se encontraba sujeto a muchos cambios y problemáticas tanto internas como externas. En este marco, nuestro personaje (al que podremos personalizar) fue criado, junto a un compañero, bajo las enseñanzas del ‘filo gemelo’, algo que nos vuelve imparables cuando luchamos juntos en el campo de batalla.
Por situaciones que no voy a comentar (para no caer en spoilers innecesarios), nuestro ‘filo gemelo’ es separado de nosotros y, así, emprendemos un viaje para llegar a él. En este contexto, nos vamos a cruzar y relacionar con diversos personajes que se encuentran en disputa por los conflictos que afectan a Japón, como la llegada de los buques de Estados Unidos, el estado del Shogunato Tokugawa, y los sectores anti shogunato que querían eliminar esta estructura de gobierno.
Ya con las cartas en la mesa, vamos a encontrarnos inmersos en dos narrativas muy marcadas en el juego: el viaje individual de nuestro rōnin, y nuestra intervención en la política de país del sol naciente, ya que conoceremos personajes de todos los bandos que querrán nuestra ayuda debido a nuestras habilidades de combate. En este sentido, Rise of the Rōnin cuenta con un sistema de vínculos y toma de decisiones que afectan en gran medida la forma en que atravesamos el juego, ya que nuestras relaciones y decisiones marcan quienes serán nuestros aliados y quienes nuestros enemigos en distintas partes del título.
Este apartado es el que más me gustó de esta experiencia, ya que no se limita al bando de los buenos y los malos, sino que hay muchos matices en todas las posiciones que nos obligan a replantearnos más de una vez cuál es la postura que queremos tener. Los vínculos con los personajes son tan importantes en la entrega, que en determinado momento tenemos la oportunidad de ver una línea de tiempo con todas nuestras decisiones, y así tener la posibilidad de volver a jugar alguna misión para tomar distintos caminos y volver a explorar zonas y otras misiones que quizás ya no estén disponibles.
El camino de nuestro rōnin no es tan atrapante como todo lo que está relacionado a la historia de Japón. Disfruté mucho más al realizar misiones de vínculos para conocer en profundidad a los personajes, que aquellos momentos que solo se centraban en nuestro protagonista, ya que en este sentido, podemos afirmar que estamos ante una historia que ya vivimos varias veces en otros juegos, lo que la hace medianamente genérica.
Otra de las grandes novedades de Rise of the Rōnin es su mundo abierto, el cual me dejó sensaciones encontradas pero con un saldo un poco más positivo. Al igual que los Assassin’s Creed, el mapa está plagado de íconos y cosas para hacer, como misiones principales, misiones de vínculo, misiones secundarias y distintos eventos como una búsqueda de gatos, liberar zonas de enemigos, santuarios y todo tipo de elementos ya conocidos de cualquier juego de mundo abierto.
Si bien el título no destaca en cuanto al contenido ofrecido mediante su mundo abierto, disfruté cabalgar y recorrer su universo gracias a la buena ambientación que el juego genera y gracias al diseño de arte en las locaciones más emblemáticas. Sobre esto quiero decir que a nivel visual, específicamente en lo que refiere a sus gráficos, modelados y calidad de texturas, el juego no es memorable teniendo en cuenta la vara con la que medimos los títulos hoy en día, pero tampoco me parece que desentone completamente con la propuesta. De alguna forma, esto se “camufla” con el diseño general del mundo abierto, brindando algunos momentos panorámicos que terminan siendo un regalo para nuestros ojos.
Algo trascendental acá es tener en cuenta con qué comparamos su potencia gráfica, como decía antes. Rise of the Rōnin luce mejor que las últimas entregas de Team Ninja, en especial Wo Long: Fallen Dynasty, pero queda muy atrás si lo comparamos con la fuerza visual general de las exclusividades de PlayStation. Según cuál sea nuestra mirada sobre esta situación, estaremos más o menos satisfechos con su apartado visual.
Por otro lado, la extensión del mundo abierto no es muy grande y, a lo largo de la historia, vamos a conocer otras regiones, lo que genera que recorrer el mapa no se vuelva algo tedioso, más aún teniendo en cuenta la alta cantidad de puntos de control que nos permiten los viajes rápidos. Para desplazarnos, contamos con nuestro caballo, un gancho que saca su mejor provecho en las ciudades, y un ala delta para tirarnos de sitios de gran altura.
El loot cuenta con un lugar principal en la entrega y está basado en el equipamiento que podremos llevar, ya sean armas principales, armas secundarias, amuletos y distintos tipos de armaduras. Al poco tiempo de juego, estaremos llenos de este tipo de cosas y tendremos que elegir con cuál quedarnos, cuáles vender y cuáles desmantelar para conseguir recursos y mejorar los que ya tenemos en nuestro poder.
En la teoría, tanto el mundo abierto que describí como este apartado de looteo pueden parecer algo negativo o genérico, ya que es una fórmula que se repite y que viene cansando en la industria hace ya algunos años. Sin embargo, Team Ninja hizo un buen trabajo al plantear un progreso sea muy rápido de alcanzar. A las pocas horas de juego, y sin hacer misiones secundarias ni búsquedas de tesoros eternas, ya tenía todo un equipamiento dorado con pasivas combinables.
De esta forma, la evolución de nuestro personaje no necesita de grindeo, ya que hay un loot constante y rápido. Además, tanto la estética de las armaduras como de las armas están muy bien logradas y visualmente se sienten entretenidos los cambios de equipamiento. Por otro lado, también hay árboles de habilidades que tendremos que mejorar bajo cuatro apartados: fuerza, destreza, encanto e inteligencia.
No hay juego de Team Ninja si no existe un combate sólido, y este título no es la excepción. Rise of the Rōnin es un juego de acción de mundo abierto y su combate, por más desafiante que sea, poco tiene que ver con los souls. En este caso, tenemos una gran variedad de armas y cada una de ellas tiene sus propias habilidades, como así también diferentes estilos de combate que iremos conociendo a lo largo del juego.
Otro detalle a destacar, es que el título utiliza una mecánica de ventaja y desventaja, que se destaca gracias a un pequeño indicador que nos hace saber que algunas armas son más eficientes que otras contra las del enemigo de turno. Sin embargo, esto no quiere decir que tendremos que cambiar de armas en cada ocasión, porque también hay distintos estilos de combate con cada arma que, a su vez, también afectan a este sistema de debilidades.
El cambio de estilo se puede realizar durante el mismo combate y es una mecánica clave para triunfar. Más allá de las ventajas y desventajas, cambiar la forma de combate afecta nuestro ataque simple, nuestro parry y las habilidades de las que disponemos. Al igual que en Wo Long: Fallen Dynasty o Sekiro: Shadows Die Twice, nuestro objetivo es quitar la estamina de nuestro rival, aquí llamado ki, para poder asestar un golpe crítico.
Sin lugar a dudas, la estrategia más eficaz para triunfar en los combates es el parry, aunque también contamos con otros mecanismo como el bloqueo, que permite reducir todo el daño hasta que nos quedemos sin ki, y el clásico esquive, que nos permite rodar hacia alguna ubicación y es bastante permisivo. En mi experiencia, ningún enemigo me hizo transpirar realmente (modestia aparte), ya que el juego ofrece varias alternativas para triunfar en los enfrentamientos.
Una de ellas es el uso de nuestra arma secundaria, como los shurikens, armas de fuego y hasta granadas de humo y un lanzallamas. Además, la mayoría de las veces podremos contar con uno o dos aliados que combaten a nuestro lado, y la gran novedad de esta entrega es que podremos jugar con ellos con tan solo dos botones. De esta forma, en un mismo combate podremos ir variando entre los tres personajes presentes.
Este apartado también está disponible para jugar online, aunque no tuve la posibilidad de probar su funcionamiento. Desde ya, es decisión de cada jugador utilizar o no a sus aliados para hacer más desafiante la experiencia. Sobre este punto, el juego cuenta con tres niveles de dificultad y una cuarta opción una vez pasado el juego.
Mención aparte para el sigilo, ya que es un mecanismo que está presente pero que funciona de una manera muy pobre. Los enemigos no reaccionan bien al detectarnos y es algo que sólo nos sirve para aliviar el número de contrincantes presentes en determinadas zonas. Siguiendo este punto, el gancho también tiene algunas funciones en combate que no me terminaron de cerrar en cuanto a la experiencia.
A pesar de estos detalles, disfruté mucho el combate de Rise of the Rōnin y en ningún momento de las casi 30 horas que estuve para terminar el juego, se me tornó aburrido. Decir esto no es poca cosa, ya que la estructura de los niveles es igual desde el primer minuto hasta el último. Si no fuera por lo atrapante de su narrativa, esto sería, en consecuencia, algo muy negativo ya que la lógica del juego se mantiene durante toda su extensión.
Es decir: ingresamos a una misión, derrotamos enemigos menores, quizás dos o tres comandantes, para luego enfrentarnos al jefe final. Este ciclo se repite en loop hasta el final del juego, lo que puede sentirse monótono si no fuera por la profundidad de los personajes y lo divertido del combate. También vale la pena aclarar que, debido a que el juego toma elementos históricos de Japón y se mantiene con un nivel de realismo bastante importante, no vamos a encontrar monstruos o guerreros monumentales de gran tamaño, sino que siempre serán otros seres humanos con equipamiento y entrenados para el combate.
En definitiva, Rise of the Rōnin es un interesante juego de acción y mundo abierto que pude disfrutar gracias a su historia, sus giros argumentales y la calidad narrativa de sus personajes. Si bien posee un entretenido sistema de combate y armas, el título puede resultar repetitivo para algunos por la estructura de avance de sus niveles y, como ya mencioné, queda varios escalones debajo en cuanto a gráficos y propuesta visual si lo comparamos con las exclusividades que se vienen para PlayStation 5.