La primera entrega de esta saga se transformó en un juego de culto. Una joya oculta en el catálogo de PlayStation 3 y Xbox 360 que se animó a proponer una forma diferente de interpretar los RPG de acción. Salió en plena fiebre de Dark Souls, que a su vez estaba marcando el camino de un nuevo género, pero tenía una propuesta radicalmente opuesta: combates más simples y un énfasis en la exploración nunca antes visto.
Dragon’s Dogma 2 viene a recuperar el tiempo perdido y lo hace ostentando las bondades del RE Engine, el fantástico motor gráfico de Capcom, que le dio rienda suelta al equipo de Hideaki Itsuno para hacer realidad su fantasía medieval. Esta secuela está enfocada en la exploración y en los peligros que asumimos al aventurarnos por las noches, el balance entre riesgo y recompensa es lo que nos mantendrá al borde del asiento en todo momento.
El universo de Dragon’s Dogma tiene un trasfondo tan rico que hasta tiene su propia serie en Netflix, pero para entender el juego no hace falta saber demasiado. El Arisen es una persona tocada por el Dragón, una criatura tan poderosa como inteligente, que luego de ser asesinada por la bestia es posteriormente resucitada como La Elegida. En esta ceremonia, cuyo trasfondo narrativo prefiero no spoilear, el Dragón le quita el corazón al Arisen y quedan vinculados para siempre.
El sobrevivir al ataque nos da cualidades únicas, una fortaleza inigualable y la posibilidad de resucitar siempre y cuando tengamos una Wakestone a mano. La gente conoce la leyenda del Arisen y, hasta donde sabemos, sólo puede haber uno a la vez. En algunas partes del mundo es venerado, en otras directamente es un símbolo de mala fortuna, pero a pesar de todo es la única esperanza para derrotar al Dragón y terminar con su reinado de terror.
La aventura comienza con la coronación de un Arisen que, al menos en el reino de Vermund, le garantiza el derecho al trono. Sin embargo, la visión es dudosa y pronto aparecemos sin memoria en un calabozo. Capcom nos da la bienvenida con uno de los mejores creadores de personajes de los últimos años, nos permite modificar hasta el último detalle, pero lo mejor de todo es que tiene diseños predefinidos personalizables para agilizar el trámite sin terminar con un personaje genérico. Una vez completada la creación estética, ya con nuestra vocación definida, pasaremos a la acción y nos soltarán en un mapa gigantesco y abrumador.
De buenas a primeras, la propuesta de Dragon’s Dogma 2 es simple. Vamos saltando de misión en misión en un enorme mundo abierto que podremos explorar a nuestras anchas. Hay muy pocos límites, si algo existe en el horizonte seguramente podremos alcanzarlo de alguna manera, y los pocos límites que hay se deben más que nada al peligro constante de cruzarnos con una bestia mitológica.
Las misiones de historia sirven para presentarnos un poco el mundo, nos llevan a las ciudades principales y nos dan una idea de todo lo que tiene para ofrecernos. Sin embargo, el Diablo está en los detalles y por lo general, las mejores aventuras saldrán de la exploración espontánea. A veces por escapar de una jauría, otras por ir a buscar un cofre que avistamos a la distancia. Las casualidades serán una fuente inagotable de anécdotas, tragedias y batallas épicas.
La exploración es la vedette del juego de Capcom. El mundo es gigante y está repleto de peligros. Por eso es vital ir siempre bien acompañado y equipado. Lo primero hace referencia al sistema de Pawns, compañeros fieles de los Arisen que pueden ser reclutados a través de un portal mágico únicamente accesibles para el héroe. Los pobladores del mundo conviven con estos compañeros, pero sólo obedecen a los Arisens. El plural se debe a que, en la mitología dentro del juego, hay infinitos mundos paralelos interconectados con su propio héroe y Pawn principal.
Todos los Arisen pueden pedir ayuda a los Pawns de otros jugadores, que a su vez regresan con experiencia e ítems como recompensa. Lo interesantes es que, además, aprenden los detalles de las misiones principales y secundarias que completaron cuando estuvieron de visita en otros mundos, es decir, en la partida de otros jugadores. Esto genera un feedback genial entre los Pawns y sus Arisens, indicándonos adónde hay un recurso raro, un tesoro oculto o incluso ayudándonos a completar una misión gracias al conocimiento adquirido.
Estar preparado para la exploración significa estar siempre listo para situaciones adversas. Las distancias son muy largas y pasaremos la mayor parte del tiempo explorando a pie. Dragon’s Dogma 2 vuelve a sus raíces con respecto al viaje rápido, existe pero no es de fácil acceso. En primer lugar necesitamos encontrar y activar un monolito de teletransportación en cada locación relevante, o bien conseguir uno portátil e instalarlo en la zona deseada. No sólo es un ítem rarísimo, sino que, para utilizarlo, necesitamos una Ferrystone que sólo puede utilizarse cuando estamos al aire libre y cuesta 10.000 de oro.
Para que se den una idea, la primera casa propia del juego cuesta 20.000, y la piedra se rompe luego de cada uso. Por eso es vital aprovechar el sistema de carruajes para viajar un poco más rápido, es barato y conveniente, pero nos deja vulnerables a ser atacados en medio del camino. Un explorador preparado siempre lleva pociones curativas, carnes para cocinar y un kit de campamento para que el equipo pueda descansar y recuperarse de las heridas de batalla.
A diferencia de lo que puede aparentar en los tráilers, Dragon’s Dogma 2 es un juego difícil y castigador. El mundo está lleno de monstruos listos para complicarnos la vida, desde una simple manada de lobos o una emboscada de Goblins y Hobgoblins, hasta un grupo de Arpías. Los enemigos cambian según el ciclo de día y noche, haciendo que explorar en la oscuridad sea todo un desafío. Las noches están pobladas de esqueletos y fantasmas, pero además hay criaturas que nunca duermen y pueden terminar nuestra aventura en un abrir y cerrar de ojos.
Gigantescos cíclopes con armadura, Trolls de montaña, Grifos, Quimeras, Minotauros y Necromancers, uno nunca sabe lo que nos espera a la vuelta de la esquina, ni siquiera el campamento nos pone completamente a salvo de todos los peligros.
La única forma de sobrevivir es aprendiendo a pelear y armando un equipo balanceado. Contamos con diferentes vocaciones para experimentar, desde luchadores de espada y escudo o magos, pasando por arqueros, ladrones y clases más avanzadas que vamos a ir desbloqueando a medida que avanzamos. A la hora de reclutar Pawns es importante planear la estrategia de combate. Por ejemplo, necesitamos siempre un mago en el equipo pero también alguien que pueda atacar a distancia sino las Arpías nos harán la vida imposible.
Esto se aprende con prueba y error, al igual que a través de esa experimentación encontraremos la vocación que nos resulte más divertida para jugar. Es destacable el menú de búsqueda avanzada de Pawn, que nos permite especificar no sólo el rango de nivel deseado, sino también filtrarlos por vocación, habilidades o inclusive conocimientos sobre la misión que tengamos marcada como destacada.
Estos son solo algunos de los detalles, mejoras a la calidad de vida y mecánicas pulidas heredadas del juego original, que incluye este título de Capcom. Con más de 25 horas de juego aún estoy familiarizándome con algunos conceptos, en especial el desarrollo de las misiones principales y secundarias. Sin embargo, estoy en condiciones de anticiparles que Dragon’s Dogma 2 es una secuela continuista, pero en el mejor de los sentidos. Recupera aquello que hacía único al original y lo mejora, con nuevas vocaciones para elegir y docenas de habilidades que aprender.
Es una aventura a través de dos continentes gigantescos para explorar, repletos de misterios y tesoros, y una fuerte presencia de bestias mitológicas que derrotar. El componente narrativo da un paso al costado en favor de la acción y, si bien nunca fue la razón principal por la que nos enamoramos del primero, se siente la diferencia pero se recompensa desde la exploración.