Siguiendo con la esencia de películas de muñecos, como las más recientes M3gan o Annabelle, aquí es el oso Chauncy quien llega a la vida de una familia para convertir sus vidas en una pesadilla macabra.
¿Cómo es la cosa? Una mujer regresa a su hogar de la infancia con su marido y las hijas de este último. La casa, por supuesto, tiene un piso con madera que cruje y un sótano tenebroso repleto de cajas viejas. Cuando su hijastra, Alice, descubre un antiguo oso de peluche y se encariña con él, empiezan a pasar sucesos muy extraños.
Los primeros treinta minutos del film son de manual, pero están bien ejecutados. Empezamos con la introducción de una protagonista que esconde ciertos traumas de la infancia y que quiere formar el hogar que ella nunca tuvo junto a su familia.
Blumhouse es la misma productora que nos trajo peliculones como Whiplash: música y obsesión (Whiplash, 2014), ¡Huye! (Get Out, 2017) y Infiltrado del KKKlan (BlacKkKlansman, 2018) y, dentro del terror, otras como Actividad paranormal (Paranormal Activity, 2007) y La noche de la expiación (The Purge, 2013), así que las posibilidades de que Imaginario: Juguete Diabólico (Imaginary, 2024) resultara ser una sorpresa positiva eran bastante altas.
Desafortunadamente, la película no sabe muy bien para dónde ir ni qué debe hacer desde el momento en que aparece el oso Chauncey.
Imaginario: Juguete Diabólico no termina de definir si va a ser una comedia de terror o un exponente de terror clásico y, en esencia, el film sólo funciona en los pocos momentos en donde logra reírse de sí misma y de las situaciones y absurdos que se plantean. M3gan era un producto superior porque desde el inicio se planteaba como una sátira, y esto hacía que el espectador entendiera cuál era el código propuesto por su director.
El primer problema con esta película es que la mayoría de las veces decide tomarse en serio, y ahí es cuando deja de funcionar por completo.
El segundo problema, recae en su completa ausencia del terror. Podemos entender si su director, Jeff Wadlow (Kick Ass 2, Fantasy Island, Truth or Dare), tomó la decisión de seguir por el camino del drama y el horror, pero no sé entiende por qué no se trabaja con el slasher, la sangre o la construcción de climas terroríficos.
En Imaginario: Juguete Diabólico hay miles de escenas que buscan anticipar un jumpscare (susto repentino, generalmente ocasionado por imágenes en primer plano y ruidos con volumen elevado) que nunca llega y que termina siendo una falsa alarma. Esto es un recurso muy común en películas del rubro, porque nos preparan para una situación aún mucho más terrible, pero después de cinco o seis escenas que no llegan a ningún lugar, el espectador comienza a sentirse estafado.
Llegando al desenlace, la historia se torna confusa y nunca se terminan de entender las verdaderas motivaciones de la figura maligna. Si a esto le sumamos personajes que aparecen solo para explicar la trama, o escenas con diálogos que solo se dicen para justificar el accionar de su protagonista, el resultado de Imaginario: Juguete Diabólico es el de una película de terror que se torna aburrida y tediosa con el pasar de los minutos.