Es probable que tan sólo con leer las palabras ‘roguelite’ y ‘construcción de mazos’ en la descripción de un juego, un buen puñado de jugadores huyan espantados del mismo, sin mirar atrás. Sin embargo, los que no se dejan amedrentar por ello, es posible que se encuentren con un inesperado tesoro ante sus ojos. Y puede que esto suene exagerado, pero dejar los prejuicios de lado nos puede llevar hasta pequeñas joyas como lo es Balatro. Porque sí, el título de LocalThunk no reinventa la rueda y hasta podría ser considerado como ‘uno más’ dentro del extenso catálogo de un género superpoblado. Pero cuidado, porque este es uno de esos ‘videojuegos trampa’ que puede robarnos más horas de las que nos gustaría admitir.
Por norma general, los videojuegos que implican una mecánica de construcción de mazos presentan una curva de aprendizaje muy pronunciada. No sólo porque se requiere de una gran cantidad de horas para estudiar las cartas y aprender a usarlas en combinación con otras, sino porque luego hay que llevar a cabo varias pruebas de campo. Es decir, poner la baraja a prueba, ya sea con la IA o contra otros jugadores. La diferencia es que Balatro resuelve todo eso de forma muy simple y -hasta cierto punto original- puesto que todo aquí gira en torno al póquer. Y si bien la experimentación está presente, esta toma un camino completamente diferente.
En Balatro el objetivo principal consiste en ‘derrotar’ a una serie de 3 ciegas, o apuestas forzadas. Esto se consigue obteniendo la puntuación más alta posible, jugando manos de póquer de la mejor calidad. Cada ronda de juego nos brinda un número limitado de turnos y descartes que tendremos que aprovechar para alcanzar el umbral de puntos a superar. Entonces, una vez superadas las 3 partidas iniciales, comienza una segunda ronda, con la diferencia de que las puntuaciones a batir serán notoriamente más altas. Eso es todo: no hay historia, ni un motivo más allá que la recompensa en forma de dopamina por un trabajo bien hecho.
Durante las primeras rondas es bastante fácil llegar a las puntuaciones necesarias para vencer. Sólo basta con jugar una mano lo suficientemente buena para seguir adelante. Es como si el juego quisiera meternos en una suerte de zona de confort, haciéndonos sentir seguros, como si realmente supiéramos lo que estamos haciendo. Los problemas comienzan a partir de la tercera ronda, donde para superar una ciega necesitaremos de un poco de ayuda. Ahí es donde entran en escena los comodines, una pieza clave para ‘romper’ el póquer.
En este punto es donde la experimentación cobra total protagonismo, debido a que los comodines son cartas especiales que brindan bonificaciones pasivas que nos ayudarán a alcanzar puntuaciones ridículamente altas. Tan sólo podemos equiparnos 5 de los más de 100 disponibles, por lo que tendremos que elegir sabiamente. Los hay de todo tipo y color, siendo los más simples los que confieren multiplicadores para determinado tipo de carta o mano. No obstante, también están aquellos cuyos efectos resultan ser tan específicos que, a fin de aprovecharlos al máximo, tendremos que ajustar nuestro estilo de juego en torno a ellos, aunque es algo que valdrá la pena.
Los comodines conforman una pieza clave en Balatro. Podría decirse que troncal, puesto que son indispensables para finalizar con éxito una partida. La única forma de conseguir estas cartas es mediante una tienda a la que podremos acceder entre rondas, pero no serán gratis, claro está. Comprarlos implica desembolsar el dinero que obtendremos entre mano y mano. Y un detalle muy importante es que, cuanto antes alcancemos la puntuación necesaria, mayor será la recompensa en metálico obtenida.
Ahora, si bien los comodines son importantes, existen otros tipos de cartas que también ayudarán a incrementar la puntuación. Por un lado, tenemos las Cartas de Planetas, cuya función consiste en elevar la puntuación base y multiplicadores de una mano de póquer específica. Por el otro, las Cartas del Tarot que se pueden usar para modificar los naipes, ya sea cambiando el palo o añadiendo efectos especiales. Finalmente están las llamadas Cartas Espectrales que son las más extrañas, debido a que añaden hasta 3 mejoras a una simple carta, pudiendo convertirla en la más poderosa del mazo.
Estar bien preparados, con una baraja fuerte, también nos permitirá sortear uno de los grandes obstáculos del título: La ciega jefe. Estos ‘combates’ (por llamarlo de algún modo) funcionan de forma similar a las demás rondas, salvo por una regla específica que puede hacer que alcanzar la puntuación necesaria para vencer se vuelva un ligero dolor de cabeza. Por ejemplo, una de ellas hace que determinados palos del mazo pierdan valor, mientras que otra nos obliga a robar todas las cartas boca abajo. Estas variantes obligan a replantear las estrategias de juego, incentivando a probar cosas diferentes a fin superar dichos desafíos. Sin lugar a dudas, un buen cambio de ritmo que aporta un toque de frescura a la propuesta.
Con todo lo mencionado, podría caerse en la equívoca impresión de que la progresión planteada por LocalThunk es compleja. Que presenta demasiadas variantes a tener en cuenta. Lo cierto es que luego de dos o tres partidas, todo se vuelve sumamente familiar. Ya sea que decidamos improvisar o buscar armar un mazo en concreto, Balatro nos proporciona las herramientas necesarias para disfrutar de la experiencia como mejor consideremos. No alcanzar la puntuación necesaria marcará el final de la partida y un consecuente regreso a la pantalla de título donde podremos ver todos los nuevos objetos desbloqueados, e inmediatamente volver a comenzar a jugar.
El mayor problema del título radica en su propia naturaleza. Al fin y al cabo, no deja de ser un roguelite de construcción de mazos, lo cual se traduce como un sinónimo de rechazo para muchos jugadores. También está el hecho de que pese a la enorme cantidad de variantes, es un juego que de algún modo está encorsetado dentro de lo que es el póquer. Dicho de otro modo, la mayor parte del tiempo la vamos a pasar formando manos de escaleras, pares o colores. Eso sin mencionar que visualmente puede que no sea de lo más atractivo y que la música se repite ad-infinitum en una especie de bucle.
Aún y con todo ello, Balatro cumple con el principio de Nolan Bushnell, quién dijo que los mejores videojuegos son aquellos fáciles de aprender, pero difíciles de dominar. Terminar por primera vez una partida de principio a fin se siente como una experiencia trascendental y única. Eventualmente las victorias se volverán más frecuentes, y entonces será hora de pasar a los desafíos para sumar una capa de complejidad al título. Porque si algo abunda aquí, es contenido para quien quiera seguir jugando por años. Esto último en sentido literal y sin exagerar.
Resulta complejo explicar por qué Balatro es un juego que funciona y que, pese a estar encasillado dentro de un género que se aproxima peligrosamente a la saturación, se las arregla para ofrecer una propuesta fresca y amena. Evidentemente no es la experiencia del año, ni tampoco la más emocionante que vamos a jugar en 2024. Pero eso no quita el hecho de que, sin demasiado esfuerzo, el trabajo de LocalThunk es peligrosamente adictivo gracias a lo simple que resulta entender cómo funciona todo. Al fin y al cabo, siempre estaremos jugando al póquer, pero con el aliciente de que cada partida se sentirá muy diferente a la anterior.