Snufkin: Melody of Moominvalley es ese tipo de juegos que te invitan a tomarte una pausa en tu vida. De vez en cuando es necesario poder tomarse el tiempo para disfrutar de un videojuego reconfortante, que apele a la simpleza y busque llevarnos a un remoto bosque de ensueños con carismáticas criaturas llenas de personalidad. Con la simple premisa de representar de forma íntegra la famosa obra sueca llamada Los Moomin, este juego nos permite sentirnos dentro de un cuento.
Basado en la obra de la escritora e ilustradora Tove Jansson, Los Moomin comenzaron a publicarse en 1945 y continuaron hasta 1993, recopilado en una serie de libros que forjó parte de las infancias escandinavas. Las historias están repletas de personajes excéntricos y carismáticos, traídos a la vida con una ilustración muy característica y única.
Este título, desarrollado por Hyper Games y publicado por Raw Fury, busca representar con altura la obra original a la vez que traen al formato interactivo una narrativa que evoca paisajes nórdicos y celebra la vida en armonía con la naturaleza. Incluso, la idea de este juego surge de los desarrolladores luego de estar trabajando en un título de temáticas más lúgubres y la necesidad de poder sumergirse en un mundo más ameno. Un poco de ese espíritu se encuentra en Snufkin: Melody of Moominvalley, que busca llevarnos por un camino alegre en una experiencia que busca enternecer al jugador.
La temática es simple pero efectiva. Nos pondremos en la piel de Snufkin, un joven que vive una vida despojada y totalmente libre. Con solo su armónica en el bolsillo, Snufkin es un trotamundos que disfruta de recorrer el bosque y simplemente disfrutar de bellos paisajes al aire libre. Una de sus características es que, cada vez que llega el invierno, se dirige hacia el sur y sólo regresa al Valle de los Moomin en el inicio de la primavera. El juego comienza con Snufkin y su mejor amigo Moomintroll despidiéndose ya que es hora de que el vagabundo comience su travesía anual a regiones más cálidas durante la época invernal. Con la promesa de reencontrarse cuando el valle comience a florecer, es aquí donde nuestra aventura comienza.
A nuestro regreso, no sólo Moomintroll se encuentra desaparecido, sino que la región se encuentra cercada por horribles construcciones a cargo del autoproclamado Guardián del Parque y el equipo de policías a su cargo. Nuestra misión será deshacernos de estas personas para devolverle al valle todo su esplendor y libertad, mientras descubrimos pistas para saber qué pasó con nuestro amigo. Así es como se nos plantea la misión principal del juego, pero el corazón del título está en los pequeños momentos donde ayudamos a las distintas criaturas que habitan la región. Snufkin se destaca por su carisma y por las simpáticas interacciones que tiene con cada ser que va encontrando a su paso, por lo que los mejores momentos serán esos. La posibilidad de encontrar criaturas, dialogar con ellas y ayudarlas en cómicas tareas, como recuperar la ropa robada de una niña invisible.
El juego respeta un formato clásico de puzzles a resolver mientras exploramos, ya sea para acceder a distintos sitios del valle o para ayudar en alguna misión que dispongan los pobladores. La mecánica que lo acompaña es la de la música, ya que tendremos tres instrumentos a disposición que iremos adquiriendo en distintos momentos, por lo que habrá zonas o situaciones que no podremos resolver hasta que estemos más avanzados en el juego y tengamos esos objetos a nuestra disposición. Los acertijos son realmente simples y no requieren un exceso de entendimiento de mecánicas típicas de videojuegos, no está pensado para generar un desafío y, así, que pueda ser abarcativo para todo tipo de públicos.
Si bien Snufkin: Melody of Moominvalley aclara que no es un juego únicamente para chicos, está pensado para todo tipo de audiencias de todas las edades. Es un juego ideal para apagar un rato el cerebro y solamente disfrutar de una experiencia reconfortante que nos invita a tomarnos una pausa del caos que puede ser, muchas veces, la vida. Dejar atrás el frenetismo de la cotidianidad para sumergirse en una propuesta simple pero con mucho corazón, en especial si creciste con las aventuras de Los Moomin. Por supuesto, es altamente recomendado para familias con integrantes de todas las edades ya que es un juego breve que no se estira más de tres horas y es ideal para una tarde de domingo.
Particularmente, lo jugué de forma espaciada y por momentos en un mismo día, cuando necesitaba despejarme y disfrutar de un juego, solamente sentada en el sillón. Se disfruta mucho para parar un poco el tren de pensamientos agobiantes que uno suele tener, para aquellos que estén buscando una experiencia agradable y cálida. Tiene un apartado artístico adorable que encarna las ilustraciones de su creadora original, Tove Jansson, con una paleta de colores acorde al sentimiento de estar en un libro de cuentos. Todo el tratamiento de imagen está dispuesto para imitar a la perfección la pintura con acuarelas, pero sin caer en una imitación del imaginario original. Es, más bien, una reinterpretación que busca evocar la esencia de una obra escandinava muy querida con respeto y la mayor fidelidad posible sin perder su estilo propio. Apela a una experiencia ambiental para que realmente tu atención se centre en cada pequeño rincón del valle y la mejor manera de darle una nueva vida a este clásico de la literatura sueca.
Los personajes son altamente carismáticos, tanto el protagonista como aquellos que vamos encontrando a lo largo y ancho del Valle de los Moomin. Todos son peculiares a su manera, ya sea por sus ingeniosas respuestas o graciosas situaciones en las que se encuentran. Ninguno es empalagoso y, para los conocedores de la obra, espero que representen a la perfección la esencia del contenido original.
En cuanto a una persona que no está familiarizada con el mundo de los Moomin, todos tienen algo adorable para aportar y fue la parte más satisfactoria del juego. Tanto sus personajes como el apartado artístico destacan por sobre otro contenido (como la jugabilidad), a excepción de la música que acompaña perfectamente bien cada momento. Este juego se destaca también en cómo ser una experiencia musical y lo refuerza al elevar la propuesta sonora con la inclusión de la banda Sigur Rós. Esta banda, de origen islandes y con un estilo post-rock, busca la incorporación de distintos sonidos para generar melodías acordes a la propuesta general del juego y el resultado es altamente satisfactorio.
Si bien la jugabilidad es simple, los personajes, el arte y la música son elementos complejos y llenos de personalidad que elevan la propuesta, y se nota un particular cariño por respetar la obra original. Cada pequeño detalle que uno descubre entiende que es por el deseo de representar un libro de cuentos y el factor análogo de sentir que está hecho a mano. La decisión de no utilizar elementos 3D suma al ofrecer una propuesta más íntima en la que uno quiere quedarse allí, disfrutando, a pesar de que las mecánicas no sean las más llamativas. Los elementos para resolver puzzles son simples y todos repiten un estilo general, pero no es para nada un problema ya que estamos hablando de un juego que premia la experiencia visual por sobre la lúdica.
Snufkin: Melody of Moominvalley es un juego que no necesita convencer mediante sus mecánicas, sino enamorarte a través de su arte y sonido. Es simple, encantador y adorable, y busca ofrecer unas reducidas horas de paz en el bullicio de lo cotidiano. Para disfrutar solo o en familia, no declararía este juego como imperdible para cualquier jugador pero si es una muy linda experiencia para un público que busque confort en una experiencia interactiva.