Al igual que muchas cosas, el concepto de diversión puede ser subjetivo. Para algunos puede significar salir a bailar, mientras que para otros quizá se traduzca en leer un libro. Sin embargo, cuando hablamos de videojuegos, la cosa cambia. Que un título sea divertido depende de muchos factores, como la capacidad de sorprender, la variedad o incluso la inmediatez con que se puede pasar a la acción. En este sentido, Arrowhead Game Studios la tiene atada. Con Helldivers 2, el estudio sueco una vez más demuestra que sabe muy bien qué teclas tocar para ofrecer experiencias desafiantes, donde poner una sonrisa en el rostro de los jugadores es la máxima prioridad.
Siendo completamente honesto, llegué a Helldivers 2 sin haber jugado al primero. Había escuchado cosas muy buenas al respecto y es a día de hoy que el título aguarda pacientemente en mi lista de deseados. Sin embargo, siempre fui consciente de lo que Arrowhead Game Studios podía hacer puesto que Magicka tiene un lugar especial en mi corazón. De hecho, considero que es el juego sentó las bases que convirtieron al primer Helldivers y esta secuela en los éxitos que son hoy por hoy. Es decir, una jugabilidad dinámica y divertida que gira en torno al cooperativismo, donde las situaciones hilarantes derivadas del fuego amigo son moneda corriente.
De más está decir que todos aquellos elementos que hicieron de los anteriores desarrollos del estudio algo único, siguen estando aquí presentes. La diferencia es que con una perspectiva en tercera persona y llevados a una escala mucho mayor. No sólo hablamos de un apartado gráfico espectacular, lleno de efectos y colores vibrantes, sino del factor diversión. Es realmente sorprendente encontrarse con un título que no se plantea ni por un segundo demorarnos con una secuencia introductoria extensa donde se nos explica el trasfondo. Apenas un video de un par de minutos alcanza para hacernos entender todo lo que necesitamos: somos un soldado de la Supertierra y un heraldo de la democracia . Acto seguido, realizamos un tutorial para aprender lo básico y ya estaremos listos para nuestra primera misión.
Desde nuestra nave podemos abrir un mapa galáctico y escoger el sector al que llevaremos la palabra de la libertad. Tenemos dos opciones: Ir a combatir contra los Terminidos en misiones que nos hacen sentir como Johnny Ricco en Starship Trooper, o erradicar la amenaza de los autómatas emulando a John Connor en Terminator. Lo interesante es que otros miles de jugadores estarán haciendo exactamente lo mismo, por lo que nunca estaremos solos. Es más, existe una sensación de unidad entre todos los que juegan, puesto que con cada misión cumplida aportamos nuestro granito de arena en la conquista planetaria.
Antes de partir podemos configurar a nuestro soldado a gusto y placer, con armas y armaduras que cumplen diferentes propósitos. Algunas nos hacen más resistentes a las explosiones, mientras que otras confieren mayor protección contra los desmembramientos. Sin embargo, lo más interesante de todo esto son las estratagemas. Se trata de una mecánica que, mediante una secuencia muy similar a realizar una fatality en Mortal Kombat, nos permite solicitar todo tipo de ayudas. Por ejemplo, reabastecimiento de munición, ametralladoras, cañones antitanques, lanzacohetes, rifles de francotirador, ataques orbitales, minas antipersonales, y un largo etcétera. Todo se entrega a través de una gran cápsula que cae desde nuestra nave en el cielo, la que en el mejor de los casos puede aplastar a algún enemigo o, en el peor, a un aliado distraído.
Afortunadamente, también se pueden pedir refuerzos para revivir a los compañeros de equipo caídos. Eso sí, introducir el comando necesario para ello puede volverse toda una proeza cuando tenemos a un grupo de enemigos siguiéndonos de cerca. Pero por irónico que parezca, justamente este tipo de situaciones dan un condimento especial a cada misión. La tensión de correr esquivando disparos, buscando un hueco para solicitar un ataque orbital que, lanzado a las apuradas puede traer consecuencias catastróficas, se siente único. Y si bien no es agradable que un misil perdido nos caiga encima, la penalización por morir es tan sólo esperar un momento a que otro jugador nos reviva. Bueno, eso y perder las muestras; una moneda que permite desbloquear mejoras.
Las misiones aparecen constantemente de forma aleatoria y si bien se repiten de tanto en tanto, son considerablemente variadas. Una vez escogemos la que queremos realizar, aterrizaremos en la superficie terrestre y de ahí tendremos que movernos hacia el objetivo en cuestión. A veces tocará destruir un montón de huevos de insectos, en otras simplemente tendremos que recuperar información de un puesto de avanzada, o quizá matar a una criatura grande y peligrosa. Cada misión tiene un cronómetro (generalmente 40 minutos) y dentro de ese margen de tiempo tendremos que cumplir con el objetivo principal. Sin embargo, también hay numerosos objetivos adicionales a través de los cual podremos obtener experiencia, dinero y medallas, que se utilizan para desbloquear nuevas armas y equipo.
Una vez terminemos con el deber, tocará partir, aunque para ello será necesario solicitar una nave que se encuentra en el punto de extracción. En estas instancias el juego se vuelve realmente estresante, puesto que tendremos que sobrevivir durante dos minutos a oleadas interminables de enemigos empeñados en matarnos. Sin embargo, es aquí donde se producen algunos de los mejores momentos de cada misión. Ahí más que nunca tendremos que trabajar codo a codo con los demás jugadores, haciendo uso de todas las armas y artilugios que tenemos a mano, apretando los dientes, vaciando cargadores uno tras otro.
Helldivers 2 es uno de esos juegos absorbentes que, una vez nos tiene en sus garras, se niega a dejarnos ir. Los combates nunca son aburridos y su naturaleza repetitiva, lejos de agotar se convierte en uno de los elementos clave de la propuesta. Podría decirse que es la antítesis a Baldur’s Gate 3, puesto que no tenemos diálogos, decisiones o cualquier otro elemento que haga un mínimo esfuerzo por desarrollar una narrativa. Aquí todo se resume a elegir una misión, repartir balas a todo lo que se mueve, hacer explotar cosas, regresar a la nave para comprar cosas y repetir. Todo sustentado en la emoción de sobrevivir a un mundo hostil y peligroso. Motivo más que suficiente para querer seguir jugando. No obstante, esto no quiere decir que el juego sea perfecto ni mucho menos.
En su salida, el título de Arrowhead Game Studios enfrentó -y todavía enfrenta- varios inconvenientes. Uno de los problemas con los que me encontré estaba relacionado con la progresión, donde la experiencia, créditos y medallas obtenidas en una misión se perdían en el éter. Si bien esto se terminó solucionando a través de un parche, la sensación de malestar fue inevitable. También tuve muchas dificultades para conectar con partidas de otros jugadores y, por supuesto, pasar mucho tiempo esperando en la pantalla inicial para poder acceder al juego debido al colapso en los servidores.
A todo esto, cabe añadir que jugar solo se siente como una misión suicida aún en los niveles de dificultad más bajos, pero peor aún, le quita prácticamente todo el encanto a la experiencia. Casi que la reduce a un shooter en tercera persona sin ningún atractivo especial. Porque la gracia de Helldivers 2 pasa por jugar con otras personas, y si es con amigos, mucho mejor. En su simpleza radica una de las propuestas multijugador más divertidas de los últimos tiempos, inmediatamente accesible y atractiva al mismo tiempo. Un juego con la capacidad de alternar fases frenéticas donde los enemigos parecen no dejar de aparecer, y momentos de calma antes de la tormenta perfecta.
Todo esto hace de Helldivers 2 un fantástico shooter de acción cooperativo donde la diversión está por encima de cualquier otra cosa. Aterrizar en un planeta y luchar no sólo contra los enemigos, sino también contra el reloj, mientras corremos de una punta a otra del mapa son los pilares que contribuyen a crear momentos únicos y emocionantes. A esto se suma la mecánica de las estratagemas y la forma de invocarlas. Y si bien es cierto que las misiones y objetivos eventualmente se repiten, llevar valores como la paz, la libertad y la democracia junto a otros jugadores siempre se siente increíblemente satisfactorio.