¿Cómo se animaron finalmente a tocar la gallina de los huevos de oro? El éxito de Final Fantasy VII fue abrumador y tomó por sorpresa a prensa y comunidad por igual, inclusive a la empresa responsable. Square Enix entendió desde el primer día que la historia de Cloud, Tifa y compañía había tocado una fibra sensible y estaban dispuestos a sacarle el jugo a como dé lugar.
No es casualidad que el blondo protagonista haya aparecido como invitado en tantos títulos de la desarrolladora, que prosiguió a sacar spin offs y hasta películas. Tenían un JRPG perfecto, amado y venerado a través de generaciones, el público quería una versión actualizada desde que se anunció la PlayStation 2 y, desde entonces, se llenó de ilusiones con cada nueva PlayStation.
Square Enix jugaba con nuestros corazones. La demo técnica de PlayStation 3 desató debates, teorías de conspiraciones y todo tipo de esperanzas. Ya sabíamos lo lindo que sería ver a nuestros personajes favoritos en HD, Kingdom Hearts, Dirge of Cerberus y Advent Children se encargaron de mostrarnos cuán hermoso podría ser todo. Y sin embargo, tuvimos que esperar hasta el 2020 para volver definitivamente a Midgar.
Para ese entonces la información sobre Final Fantasy VII Remake abundaba, sabíamos que iba a ser la primera de tres entregas y que se iba a centrar en las primeras horas de la historia. Las imágenes nos enamoraban pero, con una mano en el corazón, no imaginábamos cómo iban a transformar 3 o 4 horas del juego original en una aventura completa.
Para poner en perspectiva el enorme desafío que representaba esta remake tenemos que hablar de los tres ejes sobre los que se construye Final Fantasy VII. En primer lugar está Sephirot, el antagonista definitivo. Es ese tipo de villano que amamos odiar, atractivo, todopoderoso y con una katana de dos metros de largo. Sephirot comenzó como un héroe de guerra y, tras los eventos de Crisis Core (una precuela de PSP que tuvo su remake en 2022) decide rebelarse y terminar con toda la vida humana para salvar el planeta. Sus razones son complejas y, eventualmente, vamos a entender su razonamiento.
Su rol está complementado por la existencia de la corporación eléctrica Shinra, que a la vez es ciudad y estado, tiene ejército propio y funciona gracias a la extracción de energía Mako. Su presencia es absoluta, fabrica guerras por conveniencia y manipula la opinión pública a través de un conglomerado de medios. ¿Les suena de algún lado?
El segundo eje está formado por el mundo en sí. Es gigantesco y tiene todo tipo de biomas, ciudades, pueblos y asentamientos de pueblos originarios. La sensación de libertad que nos daba explorarlo a finales de la década del noventa solo era comparable a la experiencia de encontrar una locación o jefe secreto. La progresión se daba a través de los vehículos que teníamos para recorrer cada continente hasta que, al final, desbloqueábamos la Highwind y podíamos volar a cualquier lado.
Midgar representa apenas un pequeño sector de este gran planeta y, a la vez, es el ejemplo perfecto de la opresión política y económica que ejerce Shinra. Las clases sociales sufren las diferencias y gozan de los privilegios que garantiza la compañía que, en todo momento, los ve como un recurso a su disposición. Inclusive cuando se trata de vivir o morir, la corporación se siente dueña de decidir al respecto.
El tercer eje, y tal vez el más importante, lo conforman los protagonistas y los personajes secundarios. Cloud es callado y reprime sus emociones, Tifa es valiente, quiere hacer algo por el planeta y estar a su lado. Barret necesita salvar al planeta y vengar la muerte de su mejor amigo, grita y se desespera por tomar cartas en el asunto. Aeris nos recuerda que, aún en una ciudad contaminada donde la gente sufre día a día, puede existir la belleza en las cosas más simples.
Final Fantasy VII cuenta con un cast de personajes inolvidables, desde los grandes héroes hasta el simpático NPC que nos hace un chiste cuando las cosas se ponen muy serias. Replicar la química original iba a ser muy difícil, en especial capturar el fino balance entre el humor y la tragedia, manteniendo los estándares técnicos modernos.
En contra de todo pronóstico, o al menos aquellos que intentábamos limitar la dosis de esperanza a la hora de especular, Final Fantasy VII Remake consiguió lo imposible. No solo capturó la esencia del original, sino que logró profundizar el desarrollo de los ejes de protagonistas y antagonistas. Shinra está tan bien representado que nos transmite una sensación atroz de impotencia cada vez que manipula la situación para salirse con la suya. Sephirot, como podíamos imaginar dado el encuadre narrativo de Midgar, tiene una participación limitada pero relevante.
Y el tercer eje, representado por la fantástica metrópolis corporativa, establece el tono oscuro y trágico a la perfección. La tecnología se presenta como un enemigo y, a la vez, como un mal necesario. Los miles de empleados civiles de la corporación y los habitantes también cobran protagonismo, ¿son parte del problema o solo el daño colateral?
Final Fantasy VII Remake consiguió sentar las bases de una trilogía ambiciosa y nos dejó en claro que tenía pensado cambiar el rumbo de la historia. Al ser la primera parte es la que más se parece a la aventura original, sin embargo hacia el cierre del juego todo indica que Rebirth (la segunda parte) hará modificaciones importantísimas. Aún con todos los riesgos asumidos, Remake fue la entrega que menos libertades se tomó con el fin de conseguir que todo tipo de jugadores se pueda identificar con el juego.
Es un abrazo para los fans hasta el anteúltimo capítulo y una inagotable fuente de teorías en sus últimas horas. La espera se hizo larguísima pero se termina el 29 de febrero: ¿se imaginan lo que nos espera al salir de Midgar?