Está muriendo el hilo de luz que queda disponible en Alaska. La noche polar se hace presente, haciendo que el pueblo olvide durante un tiempo que el sol existe. En medio de esa coyuntura desaparecen misteriosamente ocho científicos de un centro de investigación llamado Tsalal y comienzan a salir a la luz los misterios de la ciudad. Dos policías enemistadas abrirán la caja de Pandora.
Una miniserie, demasiados misterios
True Detective apareció hace casi diez años y alteró para siempre la manera de ver policiales estadounidenses. La creación de Nic Pizzolatto nos metió de lleno en una suerte de extrañamiento sureño con crímenes rituales de terror folk y diálogos que harían feliz a Lovecraft. Todo eso aderezado por sus protagonistas: Rust Cohle (Matthew McConaughey) y Marty Hart (Woody Harrelson), dos policías imposiblemente diferentes que terminaron de sellar un neoclásico catódico. Lamentablemente, la posibilidad de mantener un nivel tan alto se convirtió en una entelequia que se estiró por tres temporadas.
¿Lo bueno? Cada temporada era independiente y eso permitía libertad de acción, tanto en lo propio de la trama como en lo exógeno: no era necesario ver las temporadas anteriores para entender qué sucedía. Con un formato ya establecido, Pizzolatto decidió dar un paso al costado y quedar como productor para dejar su lugar a una mujer relativamente nueva en los medios, Issa López. Esta mexicana realizó uno de los largometrajes de género más disruptivos de la región: Vuelven (Tigers are not afraid, 2017).
Para completar la Santísima Trinidad femenina, se escogieron dos protagonistas de fuste que pudiesen llenar las complicadas zapatillas de sus antecesores. Evangeline Navarro (la campeona de boxeo Kali Reis) y Liz Danvers (Jodie Foster), la segunda poniéndose al frente de una serie televisiva por primera vez en su carrera. La desaparición y muerte de los científicos será el puntapié inicial.
Investigación, ambientalismo y xenofobia
La nueva temporada de la serie se puede leer como un nordic noir, esas series que se desarrollan en países helados europeos donde lo policial se encuentra con lo depresivo de encontrarse en el medio de la nada, sumándole la apatía de quienes habitan ese tipo de espacios. Con un poco de fantasía, True Detective Tierra Nocturna parece haber encontrado un espacio que puede mezclar cosas de Lovecraft, el Fargo de Noah Hawley, La Cosa de John Carpenter y hasta elementos de Lost. Con todo lo bueno y lo malo de este último.
A pesar que el primer episodio abarca mucha información sobre lo que rodea a los personajes y la trama, deja indicios sobre lo que existe subrepticiamente y sobre lo que girará la historia. Todo hace pensar que no será fantástica, sino que eso responde a otros paradigmas.
Parece existir una mina donde esta compañía realizaba trabajos que salieron mal, poniendo en peligro el agua y la estabilidad ambiental del lugar. En el lugar donde desaparecieron los científicos aparece la lengua amputada de una activista contra esa mina de la comunidad Iñupiat, que parece haber fallecido años atrás de manera extraña. Ambas protagonistas tuvieron algo que ver con esto.
Lo extraño y lo humano
“Ella regresó” es el leit motiv que se escucha en varias ocasiones. No sabemos si hace referencia a un espectro, una persona del pasado o simplemente una venganza. El primer episodio prepara el mood que genera la serie: una fotografía absolutamente correcta, con buenas actuaciones y una inteligente utilización de la música. La extrañeza que se genera parece ser el conducto por donde se estudiará lo humano.
Porque a la postre es una historia sobre personas. Jodie Foster interpreta a una versión cansina y apática de su personaje en El silencio de los inocentes (The Silence of the Lambs, 1991), mientras que Kali Reis acecha con su ferocidad y corporalidad avasallante. Una vive dentro de un sistema que ya le es indiferente, realizando todo de manera burocrática y en piloto automático, mientras que la otra fue degradada a policía raso y aún mantiene el fuego fatuo en sus manos. Una parece querer huir de un caso sin resolver, mientras que la otra está empecinada en resolverlo.
Mientras tanto, el pueblo sigue viviendo y vamos conociendo a la banda soporte, con personajes coloridos y diversos. En su mayoría problemáticos, pero muy bien caracterizados en el corto tiempo en que se desarrolla el primer episodio; la cantidad de información vertida a nuestro cerebro en menos de una hora y lo inteligentemente ordenado para no abrumar ni aburrir es destacable.
Sin embargo, hay que ver cómo se desarrollan los misterios, si la pata mística se mantiene o es simplemente un aditivo, y si estamos frente a otro caso de “Lostitis” aguda, con una tendencia a plantear buenos (y demasiados) misterios que luego o no se resuelven o lo hacen de manera muy desprolija. El juego del gato y el ratón recién comienza.